Las ballenas del océano Antártico le debe mucho al krill, un pequeño ser de apenas dos centímetros que flota en el agua y que es el principal sustento de muchos animales del polo sur. "El krill es el eslabón principal en la red trófica antártica, es el que se encarga de transmitir toda la biomasa desde las microalgas hacia todos los que se alimentan de él como son ballenas y pingüinos", explica Juan Höffer, investigador de la Universidad Austral de Chile.
Los científicos están notando un descenso de la cantidad de krill en la Antártida, la subida de la temperatura podría estar detrás de su reducción. "Los inviernos en los que hay poco hielo, el krill no es capaz de alimentarse como debe hacer", señala Höffer.
Sin el krill, pingüinos y ballenas pierden parte de su dieta, además cada vez es más habitual la pesa de krill para el consumo humano. Los peces australes son otros animales que se pueden ver comprometidos por el calentamiento global.
En unos tanques se simula el aumento de varios grados de la temperatura del aguan y los peces de los fríos mares de la Antártida lo notan. "Los peces no consiguen reaccionar, entonces se vuelven más indefensos ante los depredadores y se pueden extinguir", señala Carmen Sousa, investigadora de la Universidad de Algrave. Para nosotros son apenas unos grados pero para los peces, ballenas y pingüinos podría ser todo un cambio.
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