Auténticos bárbaros los que estaban estaban esperando a Barbaros Ṣansal a la vuelta de sus vacaciones. Sin haber puesto siquiera un pie en el suelo de Estambul, el popular diseñador turco se encontró con una horda iracunda deseando lincharle.
La seguridad del aeropuerto intentó apaciguar la situación, pero tras unos pocos metros los violentos le volvieron a dar caza. Le tiraron al suelo y la emprendieron a golpes y patadas contra él.
A duras penas, Ṣansal logra zafarse y refugiarse en un coche; el de la Policía, que tenía orden de detenerle. Su crimen: haberse atrevido a felicitar el año, desde Chipre, criticando la creciente radicalización del Gobierno y sociedad turcos:
No es la primera vez que este mediático personaje, conocido por su defensa de la igualdad, de los derechos LBTG y las mujeres, pasa por comisaría. Tampoco es la primera vez que le pegan por ser homosexual.
Erigirse en azote de la intolerancia se le ha vuelto, de nuevo, en contra. Esta vez, a manos de civiles exaltados por los discursos de Erdogan.