"Yo no he maltratado a Rocío". "No hice nada malo". "Son mentiras de su hermana". "Rocío, vuelve y da la cara. Si algún día me has querido de verdad, por favor, vuelve". Son algunas de las frases que Adrián, asesino confeso de Rocío Caíz, dijo delante de una cámara después de asesinar a la joven.

Acompañado de su madre, Adrián, en una posición retadora, defiende su inocencia y asegura que no es un maltratador. "Yo a Rocío la he querido, le he ofrecido todo de mi vida, mi casa, mi dinero durante seis años", insiste.

"Desde los 13 años, Rocío ha estado en mi casa. La he comprado bragas, la he dado de comer, la he hecho todo. Que no diga que mi niño es un maltratador, de eso nada", dice la madre del asesino confeso, que muestra su cara quitándose la mascarilla: "Que me vea la gente".

Esa férrea defensa de su inocencia ha resultado ser falsa, según el testimonio del propio Adrián ante las autoridades. La Policía investigó la desaparición de la joven, que residía en la localidad de San Martín de la Jara, en Sevilla.

La Guardia Civil sospechó del joven después de comprobar que había comprado una motosierra y que el móvil de la chica no marcaba movimientos fuera de Estepa. Y es que el propio Adrián aseguraba que Rocío se había ido de Sevilla hacia Badajoz tras "robar" 300 euros que su exnovio habría conseguido a través de otro amigo.

La realidad fue que el 3 de junio, el día de su desaparición, Rocío llegó a Estepa para reunirse con su exnovio y padre de su bebé de 4 meses. En ese punto, se pierde la señal del rastreo del teléfono de la menor.

Este jueves, Adrián se personó en el cuartel de la Guardia Civil, declarándose culpable del asesinato de Rocío, matándola ese mismo 3 de junio y deshaciéndose del cuerpo.