Desde el recuerdo de aquel barrio marinero de los años setenta, "un barrio de pescadores, de operarios del puerto...". Ahora, aunque el tiempo se ha detenido en algunas de sus calles, de sus edificios y de sus balcones, ya no es lo que era. "Es un barrio a rebosar de turistas, de chanclas y patinetes eléctricos", cuenta el escritor Antonio Iturbe.
Es el barrio en el que él creció, y, al regresar, se ha dado cuenta de lo mucho que ha cambiado. "Ahí había un restaurante llamado 'El hispano", dice señalando a una franquicia de comida mexicana. "Te ponían pescado fresco, gambas, navajas...".
El cambio, veloz y voraz, se ha llevado por delante parte de la esencia del barrio, lo que lo hacía único. "Si llenamos todo de franquicias, al final los extranjeros no querrán venir, porque para encontrar lo mismo que tienen en la esquina de su casa, no harán cinco mil kilómetros", asegura Iturbe,
Desde el alma de aquel niño que compara sin idealizar la Barceloneta de antes y la de ahora, llega 'La playa infinita'. La historia de un barrio, dice Iturbe, constantemente derribado, pero que se rebela y se levanta sobre la propia arena.