A vista de pájaro, en el espacio de selva amazónica que separa Brasil de Venezuela, se pueden observar las 'calvas', heridas abiertas y amarillentas de arcillas y limos desprovistos de raíces o vegetación, por donde se desliza la maquinaria pesada. Cien años antes, cuando Lévi-Strauss intentaba recorrer el Mato Groso, habría sido impensable que aquellas moles de metal y humo pudiesen llegar hasta allí.
"Cuando llegó el hombre blanco todo el mundo entró en pánico, tenían barbas largas y ropas, nosotros estábamos desnudos"
Davi Kopenawa era solo un niño cuando los primeros blancos llegaron hasta su comunidad. "Todo el mundo entró en pánico, tenían barbas largas y ropas, nosotros estábamos desnudos", recuerda todavía el chamán y portavoz de los Yanomami, la tribu más extensa de Brasil. Fue su madre quien le escondió dentro un cesto hasta que el invasor se fuese: "Me dijo que si me descubrían me comerían".
Unos años más tarde de ese primer encuentro se publicó el mayor best seller internacional que la antropología había dado hasta ese momento,Yanomamö, la última gran tribu. Millones de lectores se interesaron por las palabras que el autor de aquel libro, Napoleon G. Chagnon, les dedicó a aquellas gentes, con una mitología tan rica y desconectada de lo que los lectores occidentales pensaban o creían sobre ese mundo de verdes y foresta sin fin.
Los yanomami contra la civilización
Cuando Davi era un adolescente, la gran carretera transamazonica perimetral norte terminó de proyectarse, una sentencia de muerte para quienes intentaban mantener su hogar y forma de vida intacta frente al invasor blanco.
Davi Kopenawa es chamán y también mediador frente a otro mundo que amenaza con sepultar el suyo para siempre
Aquel joven tomó la vocación chamánica de uno de sus familiares, adentrándose en las historias de Omama, el creador de todos los seres; también de la interpretación de los sueños. Aunque esa vocación mágica habría de compaginarse con la de ser vocero de las necesidades de los suyos frente a las misiones gubernamentales. Mediador frente a otro mundo que amenazaba con sepultar el suyo para siempre.
La presencia de oro en sus tierras atrae desde hace más de un siglo a los garimpeiros, buscadores de oro que trazan las cuencas de los ríos amazónicos en busca del preciado metal. Pero también la deforestación sin límites, alimentada por los últimos años de liberalización de estas prácticas por el gobierno de Bolsonaro. Hace unos meses, los principales chamanes Yanomami grabaron un vídeo dirigido al actual presidente de Brasil, Lula da Silva. El mensaje era claro: un pacto con los indígenas para preservar su hogar de una vez por todas.
La lucha fuera de la selva
Desde hace años, Davi Kopenawa comparece frente a organismos gubernamentales y personalidades del mundo de la política y la cultura. Intenta transmitir un saber ancestral pero también alertar sobre un presagio que nos concierne a todos: la destrucción del bien más preciado de la humanidad, la comunión con la naturaleza.
En 2021 se estrenó 'El último bosque', entre el género documental y la dramatización. Un trabajo bellísimo que ponía las costumbres y cosmología de este pueblo en el centro, frente a los peligros que acechan a su hogar. Una muestra del ingente interés que siguen generando sus gentes.
Una década antes, en 2010, el antropólogo francés Bruce Albert publicó junto a Davi La caída del cielo. Palabras de un chamán yanomami, un extenso volumen que llega ahora a nuestro país de la mano de la editorial Capitán Swing. Bajo la supervisión de su líder, Albert recogió las enseñanzas de los Yanomami directamente de sus palabras, este le alertó: "No eres Yanomami, y no debes cambiar nada de lo que te digo". Durante años, ambos hombres compartieron largas jornadas tratando de reunir las historias de su pueblo, pero también un importante mensaje para los foráneos.
El chamán sueña con presagios, a través de los cuales los espíritus ponen en conocimiento de los mortales aquello que va a ocurrir. En La caída del cielo se nos pone en alerta sobre una catástrofe climática tan grave como acuciante. Con la oportunidad, no solo de enmendarla a tiempo si escuchamos, también de aprender a vivir con el mismo respeto por la naturaleza que practica desde hace siglos su tribu.