El portal del FBI ofrece una lista de artefactos en su página web que la policía federal estadounidense atesora por su valor simbólico. A priori, un ordenador Samsung de mediados de la década pasada parecería casi una broma en una lista que incluye, por ejemplo, el coche que los terroristas que perpetraron el 11S utilizaron para moverse por el país.

Aquel portátil incautado en 2013 era de Ross Ulbricht. El joven de 29 años se acababa de mudar junto a varios compañeros que, al enterarse de la noticia, no se imaginaban que habían compartido vajilla con el responsable de Silk Road, del mayor portal de compraventa de drogas de la Dark Web.

Fernando Caudevilla era conocido como Doctor X en los foros de Silk Road, el mayor portal de compraventa de drogas

Ulbricht fue arrestado mientras, a miles de kilómetros, en Lavapiés, un médico de familia dedicaba entre dos y cuatro horas a responder, en ese mismo portal, a las preguntas de sus usuarios. Fernando Caudevilla era conocido como Doctor X en los foros de Silk Road. Desde hacía años era un firme defensor de la filosofía de reducción de riesgos.

Ofrecer una información completa y un diagnóstico honesto sobre el consumo más seguro eran su máxima profesional. Una posición que venía desarrollando junto a organizaciones desde hacía más de diez años cuando cayó la web. Pero, ¿cuál era su relación con Ross Ulbricht y Silk Road?

Cómo tomar metadona en internet

Un joven ruso compra metadona en Silk Road. Paga en bitcoins, intrazables, a través de la cartera del propio sitio web. Junto a la información del vendedor aparece la puntuación del resto de compradores y análisis clínicos realizados a la mercancía. El joven recibe a los pocos días un paquete disimulado en el interior de la publicidad de un hotel. Entra de nuevo al portal para pedir información sobre las dosis que debe de tomar. Utilizará la metadona en los próximos días para curar su adicción a la heroína. Ha tenido que recurrir a ella porque el Kremlin prohíbe la venta de la misma en su país. En los siguientes días, es Fernando Caudevilla quien le dará la información para hacerlo de forma segura y controlada.

Cada día se acumulaban más de 400 notificaciones, entre comentarios en foros, preguntas y comentarios a los que el médico respondía. Desde hacía una década dividía su tiempo entre Energy Control, una organización encargada del análisis de drogas, su propio oficio como médico en la Seguridad Social y su vida alrededor del sobrenombre de Doctor X. Un juego de palabras con la palabra éxtasis, el MDMA que le había convertido en uno de los pocos investigadores en publicar un trabajo completo sobre esta droga psicoactiva.

Por sus servicios llegó a recibir hasta 500 dólares semanales por parte del administrador de la página, Ulbricht, apodado en la web como 'El Temido Pirata Roberts', en un guiño a 'La Princesa Prometida' y la propia identidad cambiante de las cabezas que manejaban Silk Road. Sobre el impacto que tuvo en aquellos años la web, el doctor explica que este "fue el primer servicio que puso las drogas a la altura de cualquier otro producto de consumo".

Cuando Caudevilla vio por primera vez los sellos que indicaban que el Federal Bureau of Investigation había cerrado la web, palideció. En los meses siguientes, la defensa de Ulbricht se enfrentó a las acusaciones por tráfico de drogas, conspiración y creación de una entidad criminal. La fiscalía pedía dos sentencias perpetuas para quienes aparecieron como empleados a su servicio, el nombre de Fernando era uno de ellos.

Por el juicio desfilaron desde acusaciones por intentos de asesinato hasta adjetivos calificativos dedicados directamente a Caudevilla. Su rostro apareció en los principales programas estadounidenses. El escritor José Ángel Mañas se sorprende de la relevancia del caso: "Apareció en las principales cabeceras del planeta. En el New York Times, en The Economist, en el programa de Oprah Winfrey. ¿Cómo puede ser que con todo el revuelo que hubo no se le prestase ninguna atención en España?".

Una caja fuerte vacía

En los meses siguientes, el Doctor X siguió con su actividad habitual. Desde visitas a la ONU, hasta charlas e investigaciones muy valorados internacionalmente. Pospuso su visita a Norteamérica en vez de testificar en persona, envió un escrito que debía ser leído durante el juicio y en el que desgranaría exactamente en qué había consistido su actividad profesional en colaboración con el portal.

Caudevilla esquivó la cárcel por los pelos, pero recibió a cambio los insultos en prime time en EE. UU.

También los usuarios continuaron usando en los mismos términos la siguiente Silk Road que apareció. Incluso después de la sentencia ejemplarizante, todo siguió de la misma forma. Caudevilla esquivó la cárcel por los pelos, pero recibió a cambio los insultos en prime time de quien le recriminaba haber dado asesoramiento médico, honesto y sin censura sobre el consumo de drogas. Por suerte para Caudevilla, la historia no llegó a permear a los medios nacionales que se mantuvieron ajenos al proceso.

Después llegaron las visitas, inesperadas y cuando nadie más estaba presente. La consulta del doctor apareció forzada, en el interior del espacio que comparte con hasta cuatro profesionales no faltaba nada, ni documentos ni dinero ni equipos informáticos, golosinas para cualquier ladrón. Solo la caja fuerte del médico, evaporada como por arte de magia. Si quienes buscaban deseaban encontrar documentos que implicasen al médico con la organización de Ulbricht, ese habría sido el lugar adecuado para mirar.

Cuestión de suerte

El doctor nos recibe en su consulta del centro de Madrid junto a José Ángel Mañas, coautor, junto a Jordi Ledesma, de la novela Doctor X. La obra se basa en el caso de Silk Road y la historia de Caudevilla, que habla de "suerte" cuando se refiere al juicio del que salió inocente, a diferencia de los otros seis condenados. Con respecto a si el Gobierno español estuvo involucrado en lo que a todas luces se pudo convertir en un asunto de Estado en aquellos días, el rictus de su rostro cambia y asegura: "Aquí es donde me empiezo a poner nervioso".

"Tengo la suerte de vivir en el punto del espacio y el tiempo más civilizado, Europa, donde dar información sobre drogas no es delito"

Ha pasado una década desde que se dictase sentencia. El médico achaca a "la suerte de vivir en el punto del espacio y el tiempo más civilizado, en Europa, donde dar información sobre drogas no es un delito ni un crimen".

Al menos en una ocasión ha podido ver a Ulbricht, en un vídeo gracias a uno de los documentalistas que viajó hasta la prisión de Tucson, Arizona, con el objetivo de entrevistarle. Desde el patio de la prisión le mandaba un saludo al doctor, un guiño a la misma camaradería que les llevó a compartir centenares de mensajes los años previos al cierre del portal.