Allí arriba, en Francia, un grupo de estudiantes protestaba como se protesta cuando la rabia puede al miedo, se quieren cambiar las cosas y se está convencido de que se puede hacer: a hostias. Bueno, y también se hizo porque allí se podía. Un poco más arriba, la capital alemana acaba de despertarse, como quien dice, dividida en dos de la noche a la mañana y todavía no había forma de digerirlo. Aquí en España ya llevábamos años de ventaja en eso de vivir divididos y, aunque nuestro muro nunca fue de piedra, tardamos cuarenta años en derribarlo. Aquí, salvo alguna protesta que apenas duraba unos minutos antes de ser reprimida por los grises, escuchar a Raimon cantar 'Al vent' era pura subversión.
Y en esa Europa convulsa en la que cada uno buscaba la libertad como podía y como le dejaban, arranca 'La sospecha de Sofía' (Planeta, 2019), de Paloma Sánchez-Garnica.
Las historias de la Historia
"En la literatura podemos contar las historias de la gente como nosotros"
"Estamos ante una de las épocas más apasionantes de la historia de Europa", dice Paloma Sánchez-Garnica, licenciada en Geografía e Historia, "en España vivíamos una dictadura que, aunque ya agonizaba, se mantuvo hasta la muerte del dictador en la cama; mientras, la República Democrática Alemana estaba en su máximo apogeo, en una dictadura muy fuerte justo al otro lado de la moneda; y por otra parte, tenemos ese periodo cortito, aunque intenso, que fue el mayo del 68 francés, aunque exagerado por ellos, que son muy chovinistas y lo han vendido muy bien, porque aunque fue importante, en Europa estaban pasando cosas más interesantes".
Una Historia, con mayúsculas, que "siempre se nos enseña a través de los grandes acontecimientos", dice, "y es así donde entra la novela histórica, porque en la literatura podemos contar las historias de la gente como nosotros, que vivió aquella época y tuvo que gestionar sentimientos y tomar decisiones en un ámbito político, jurídico y cultural muy determinado".
Hablando de costumbrismo
Dos de esos millones de personas que vivieron ese momento determinado son Sofía y Daniel, los protagonistas de esta novela. Él un día recibe una carta que les cambiará la vida. En ella se dice que su madre no es la mujer que él cree y que si quiere conocer la verdad deberá tomar un tren rumbo a París. Ambos entonces inician un viaje por Europa en el que se cruzarán la KGB, la Stasi y los servicios de contraespionaje de los últimos años del franquismo del que será mejor no decir más porque a nadie le gusta que le destripen una buena historia y porque lo que ha hecho tan especial la literatura de Paloma Sánchez-Garnica, como ya demostró en 'La sonata del silencio' (Planeta, 2014), no es tanto lo que cuenta, que sí, sino cómo lo hace.
"Durante el franquismo las mujeres retrocedimos prácticamente a la época de 'La Regenta'"
Nació en el siglo XIX y lo llamaron costumbrismo. Era aquello de narrar las pequeñas cosas cotidianas que hacen unos personajes y que al leerlas uno tiene la sensación de oler el café, notar la rugosidad del mantel sobre la mesa y sentir el frío en la cara de un madrugón en Madrid. Viene a la cabeza Carmen Laforet y su inmensa 'Nada' (Austral, 1945), Paloma Sánchez-Garnica habla de Benito Pérez Galdós, de Leopoldo Alas 'Clarín' y, sobre todo, de Carmen Martín Gaite, "la reina de ese costumbrismo y esa psicología desde el punto de vista de la mujer", dice. "Durante el franquismo las mujeres retrocedimos prácticamente a la época de 'La Regenta' (Random House, 1884-1885), y Martín Gaite expresa muy bien el sentir de esas mujeres que quisieron sacar los pies del tiesto, mujeres que dijeron "yo no me caso, yo no quiero marido, yo no quiero hijos, yo solo quiero vivir mi vida", ahora no pasa nada, pero hace cuarenta y cincuenta años entonces se la etiquetaba como egoísta y solterona", remata.
"¿Me oye, señorita Kubelik? Estoy completamente enamorado de usted"
Entonces la señorita Kubelik, Shirley McLaine, le responde a Baxter, Jack Lemmon, "no diga más y juegue" le da las cartas y se miran hasta que aparece "The end" y la pantalla funde a negro. Así acaba 'El apartamento', una idea que le vino a la cabeza a Billy Wilder después de ver 'Breve encuentro', de David Lean. En esa película, una pareja vive una historia de amor adúltero escondidos, en una de las escenas, en el apartamento de un amigo de él. Wilder se preguntó quién sería ese hombre que cede su casa para que otras parejas puedan mantener relaciones en su cama y de ahí nació el personaje de CC. Baxter y una de las más grandes obras maestras que el cine ha conocido jamás.
Refugiándose en la lectura, Paloma Sánchez-Garnica acabó inmersa en la última novela de Javier Marías 'Berta Isla'
Porque la inspiración a veces viene cuando quiere. Paloma Sánchez-Garnica llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de escribir una historia que transcurriera a finales de los sesenta, pero por mucho que lo intentaba no terminada de dar con la tecla. "Estuve durante un año y medio dando vueltas, pero esta novela no se terminaba de dejar coger", confiesa. Y entonces llegó su particular 'Breve encuentro'. Refugiándose en la lectura, Paloma Sánchez-Garnica acabó inmersa en la última novela de Javier Marías 'Berta Isla' (Alfaguara, 2017). "De repente levanté la vista y dije "la espera", de eso iba a escribir, sobre alguien que espera a un ser querido". Y así nació 'La sospecha de Sofía', un novela que en realidad comenzó a escribirse hace 30 años, cuando Paloma Sánchez-Garnica y su marido viajaron a Berlín en su pequeño coche para visitar el otro lado del muro. Llegaron el 18 de septiembre de 1989 y frente a esa aberración de hormigón, aquella joven pareja no se podía imaginar que estaba viviendo los últimos momentos de una muralla que pronto dejaría de ser infranqueable.