En casa, Ken Follett tiene toda una librería dedicada a las ediciones y traducciones que se han publicado de sus libros. Le preguntamos por el libro que salvaría en caso de poder quedarse solo con uno. "Los pilares de la Tierra", responde inmediatamente. "Es mi libro más leído, hemos vendido 29 millones de ejemplares. Mis editores me dijeron que no lo escribiera, que no tendría éxito", recuerda con una sonrisa.
El final de 'Los pilares de la Tierra'
No solo triunfó, sino que se ha convertido en toda una saga que, 34 años después, llega a su fin con La armadura de la luz, la sexta novela. De esta manera, el autor ha abarcado casi un milenio de historia que arranca con la precuela Las tinieblas y el alba.
La nueva obra nos sitúa en el siglo XVIII, en plena revolución industrial. La población ve cómo las máquinas empiezan a quitarles el trabajo, obligándoles a trabajar en fábricas para las máquinas. Y para un patrón. "Mucha gente se quedó sin trabajo, y por supuesto esto generó mucha miseria, pero otros encontraron trabajos nuevos y empezaron a hacer dinero", relata el escritor, que afirma que la novela "presenta una visión compleja del capitalismo".
Mientras, Europa observa con temor a un Napoléon dispuesto a hacerse con el mundo. La novela alcanza su clímax en la batalla de Waterloo, que Follett ha querido conocer de primera mano viajando al escenario. "Conseguí mucha información sobre la propia batalla, que me ayudó a escribir un relato muy vivo, con muchos detalles. Es la gran ventaja de ir a visitar los lugares, te permite comprender los detalles, y en una novela los detalles son muy importantes".
Una revolución tecnológica, una guerra en Europa, inflación... "Hay muchos paralelismos con la actualidad", dice Ken Follett. "Podemos ver cómo estos conflictos se han resuelto a lo largo de la historia, pero no podemos saber cómo se van a resolver los actuales".
España, de nuevo presente
Entre las más de 800 páginas nos encontramos con dos escenarios españoles. Por un lado, Ciudad Rodrigo, en Salamanca. Municipio que el galés "no ha visitado, aunque le encantaría" y que descubrió en su proceso de documentación. "Encontré en un libro el diario de un soldado que había estado en Ciudad Rodrigo y la describía, me gustó y utilicé sus observaciones".
Y, por otro lado, está Vitoria, campo de batalla de las guerras napoleónicas, y ciudad muy querida por Follett. Allí, hace 15 años, inauguró una estatua suya. "Estaba encantado, es la única estatua de mía en el mundo", recuerda mirando las imágenes. "Mucha gente me ha dicho que en la estatua me parezco a Richard Gere... pero no tan guapo".
"A lo mejor la inteligencia artificial piensa que soy muy mal escritor"
Pero lo suyo no es actuar, sino escribir. Y ha comprobado de primera mano que su trabajo no corre peligro. No le teme, dice, a la inteligencia artificial. "Puede eliminar el trabajo repetitivo, pero hay algo que no puede hacer: generar expectativas. La inteligencia artificial puede seguir las normas, pero no romperlas. No puede ser realmente creativa", reflexiona. Y él mismo ha querido comprobarlo.
"Le pedí que escribiera un capítulo de una novela al estilo de Ken Follett. Y fue terrible. A lo mejor la inteligencia artificial piensa que soy muy mal escritor", bromea. "Pero me encantó ver que no es capaz de escribir una buena novela".
Ni tampoco parece que vaya a vender, como él, más de 188 millones de libros en todo el mundo.