En su rostro, una marca de por vida asoma en su mirada. Salman Rushdie no podía aceptar las huellas que le había dejado el ataque. Cuando le preguntamos por las consecuencias, él mismo se sincera: "Estaba muy impactado de lo mal que estaba", reconoce.

Y es para estarlo porque en el momento que el escritor sufrió aquel terrible ataque, parecía una batalla casi perdida. "Pensé que casi seguro iba a morir. Me hizo sentir triste morir lejos de casa y en compañía de extraños".

27 segundos de angustia

Fue un instante que lo cambió todo. La fecha ha quedado grabada a fuego ya en la historia. El 12 de agosto de 2022 en el condado de Chautauqua, una localidad del Estado de Nueva York, en plena conferencia, un joven fanático se abalanzó sobre el y lo acuchilló hasta 15 veces en la cara y el cuello.

Un ataque que le dejó paralizado, incapaz de reaccionar. "No tenía duda de lo que estaba pasando y se sentía tal cual como lo había imaginado". Fue la reacción de los asistentes, que se abalanzaron sobre el agresor y lograron pararlo a tiempo. "Él no tenía planeado parar y lo que me salvó la vida es que la gente del público interviniese". Aún así, el ataque duró 27 segundos. Casi medio minuto en el que su vida se jugó a un cara o cruz.

Rushdie había sobrevivido 33 años a la fatua que dictaron sobre él en el régimen iraní tras la publicación de Los versos satánicos y el problema que supuso su traducción. Durante ese tiempo, el escritor se acostumbró a vivir protegido.

Pero cuando pensaba que estaba fuera de peligro, que aquel fanatismo había quedado atrás, llegó el ataque y, de nuevo, la seguridad ha vuelto y esta vez, reforzada. Algo que Rushdie, confiesa, no termina de entender. "Creo que es demasiada. No hay evidencia de una amenaza a gran escala".

El amor como salvación

De ese cobarde pero brutal ataque, las heridas cicatrizaron. Pero para sanar el alma necesitaba hacer brotar las palabras. "No escribir sobre ello era evitar el tema. Tuve que afrontarlo". Por eso, en las afiladas hojas de este Cuchillo no hay rencor, ni odio, sino una historia de vida y un arma más poderosa, el amor por su pareja, Eliza. "Hubiese sido mucho mas complicado si no tuviese ese amor y apoyo. Eliza fue lo mas importante".

"No escribir sobre ello era evitar el tema. Tuve que afrontarlo"

Dos años después su atacante entre rejas espera a ser condenado. Rushdie, a pesar de que en el libro le repite varias veces tres palabras, "No te perdono", solo tiene una idea cuando le preguntamos por su agresor: "Solo lo quiero echar de mi conciencia".

Imposible olvidar... pero necesario recordar. Porque de ese dolor hoy solo queda la constancia de seguir vivo.