César G. Antón
Editorial: Minotauro
Año de publicación original: 2023
Por Txemi Terroso
Cuando uno afronta el Everest de reseñar el libro de su jefe espera, al menos, encontrarse con un libro regulero al que poder loar de manera injustificada e hincharlo como un globo para quedar de puta madre y ser consciente de que el mundo entero lo tomará por un peloteo. Por eso estoy tan cabreado con César G. Antón, director de informativos de laSexta y a la postre, mi jefe.
Pero su libro es bueno, y mi trabajo ahora es mucho más difícil. Porque tengo que convencerte, incrédulo lector, de que lo que te voy a contar lo creo de verdad y no lo hago por cuidar la alimentación de mis hijos y el techo en el que viven. Que también, pero no por esa razón.
Y es que 83 segundos no es el mejor libro que me he leído este año, pero es muy buen libro, con una trama muy trabajada y tremendamente entretenido. La premisa ya es atractiva: un tipo, Víctor, descubre el día de su 35 cumpleaños que si se concentra en un momento del pasado en el que tuvo que tomar una decisión, elegir un camino u otro, por muy tonta que fuera esa dicotomía, puede viajar a ese punto del pasado.
Todo el pasado a tu alcance
Y ahí se abre todo un abanico infinito de posibilidades. Las primeras, egoístas: volver atrás para ganar una quiniela, saltar la banca de un casino, ligarte a aquel crush que no supiste engatusar. Pero Víctor comprueba cómo, por mucho que intente cambiar, las grandes líneas de su destino mantienen el mismo camino.
'83 segundos' es una novela de ciencia ficción que crece a partir del apego absoluto a la realidad y al mundo en el que nos ha tocado vivir
También se abren las posibilidades de ser altruista, evitar catástrofes naturales, avisar de accidentes, impedir atentados... No quiero hacer spoilers pero todo eso pasa también por la cabeza de Víctor aunque, una vez más, no es nada sencillo cambiar los grandes acontecimientos de la Historia. Porque cuando uno se pone a abrir líneas temporales alternativas, las posibilidades y las cuestiones éticas y formales que surgen son casi infinitas. Y César G. Antón ha pensado en prácticamente todas.
Tampoco quiero ser demasiado explícito contando la trama del libro, por no destriparte la novela, pero está construida sobre un laborioso y profundo proceso de documentación (mención aparte merece la Nota al Lector del final del libro donde se desgaja una a una todas las referencias a hechos reales registrados en el libro), 83 segundos es una novela de ciencia ficción que crece a partir del apego absoluto a la realidad y al mundo en el que nos ha tocado vivir.
El viejo Madrid
Pero detrás de toda la trama de saltos temporales, César ha escondido un homenaje a ese Madrid de los 80 en el que muchos crecimos. Un repaso a partidos de fútbol a muerte contra el barrio de al lado, al Ford Capri, a esas amistades de colegio que se tejen con lazos más fuertes que los del matrimonio. Y a la heroína, cómo no. Océano que engulló miles de ríos.
Capítulo aparte merece la redacción sobre 'Usera, del barro al pico', que hace uno de los personajes. Para los que estamos unidos sentimentalmente a ese barrio de un modo u otro, ese texto es una especie de faro de asfalto, de luz sobre un territorio deprimido que marca un pasado terrible, del que huir. Exactamente igual que un faro.
César G. Antón no esquiva ningún tema, ninguna pregunta. Todas las responde y todo lo aclara. No hay puntos oscuros en esta novela tan valiente
Y escondido entre la trama y la ambientación, 83 segundos esconde importantes reflexiones que hacerse como sociedad, de hacia dónde nos dirigimos, del camino que hemos decidido tomar y de las posibilidades que se abren ante nosotros para corregir errores. Y César G. Antón no esquiva ningún tema, ninguna pregunta. Todas las responde y todo lo aclara. No hay puntos oscuros en esta novela tan valiente.
Por eso, al terminar la lectura, por el cerebro del lector no solo pasan las preguntas de "¿qué haría yo si pudiera volver atrás en el tiempo?". Si no también surgen preguntas más personales como "¿estoy haciendo todo lo posible porque el mundo avance en la dirección correcta"?
Dicho todo esto, repito, 83 segundos merece mucho la pena. Está escrito con mucho ritmo, con mucho pulso, caminando con un objetivo claro, que es el entretenimiento, pero sembrando el sendero de bombas destinadas al cerebro incauto de un lector desprevenido.