Han Kang
Traductora: Sunme Yoon
Editorial: Random House
Año de publicación original: 2007
Esta es la historia de una mujer anodina. Una persona normal y corriente, una de esas mujeres surcoreanas que no destacan ni por exceso ni por defecto. Discreta, sumisa, callada, transparente. Casada con un hombre pusilánime, misógino, que la desprecia en silencio y convive con ella como si fuera una sirvienta a la que no presta atención.
Se desplaza del plano de la realidad y asume su condición de vegetariana como una necesidad, como una imposición de sus entrañas
Hasta que una noche ella sueña. Y en el sueño hay sangre y caras y muerte y carne. Y ella se despierta de madrugada, acude al frigorífico y se deshace de toda la carne, pescado, huevos... De todo lo que proviene de seres vivos. El marido, por supuesto, protesta, se enfada, la insulta. Pero esa mujer ya no es normal. Ya no es anodina.
Esa mujer se desplaza del plano de la realidad y asume su condición de vegetariana como una necesidad, como una imposición de sus entrañas, incapaces de procesar ni un gramo más de carne. Y da igual lo que ocurra y con quien hable. Da igual que sus padres la reprendan. Da igual que sus hermanos la aconsejes. Da igual que pierda peso y su salud se resienta.
Todo da igual. Ella necesita alejarse de todo eso que una vez fue.
Una novela perturbadora
La vegetarianaes una apisonadora disfrazada de novela. Han Kang desarrolla esta historia de tal manera que no deja espacio para florituras estilísticas. Los hechos, demoledores, constantes, se van sucediendo y los personajes se van oscureciendo desde su aparente normalidad con el paso de las páginas.
El lector va cayendo dentro de esta perturbadora historia y desmoronado a los pies de la misma, es atropellado
Así, enredado en un espeso bosque de desasosiego, el lector va cayendo dentro de esta perturbadora historia que no deja a nadie indiferente. Y desmoronado a los pies de la misma, es atropellado por un texto infatigable, desalentador, poderoso, fatal. Tras la historia, una crítica feroz a la sociedad machista surcoreana. Y una pintura aterradora sobre lo que podemos llegar a ser.
Rodeada de personajes que solo ven en ella maneras de sacar provecho propio, la vegetariana va avanzando en su proceso de huir del mundo real, de escapar de formalidades estúpidas, con la única intención de conseguir no soñar. De que las pesadillas le den un respiro y pueda alejarse de ese tormento que no le permite descansar.
Y en ese desasosiego, Han Kang consigue hacer cómplice al lector sin ni siquiera recurrir a la primera persona. Contando su historia desde la perspectiva de las figuras que le rodean, su marido, su cuñado y su hermana, la flamante premio Nobel remarca la imagen de títere dentro de una sociedad que la utiliza y que la zarandea, hasta destruirla, sin que la protagonista se resista.
Han Kang, discípula de Borges
Escrita en 2007, La vegetariana ha sido uno de sus libros de largo recorrido. Después de recibir elogios y premios en su país natal, Corea del sur, la novela de Han Kang obtuvo uno de los reconocimientos internacionales más importantes, el premio Booker, en 2016. Un año en el que competía con novelas de Elena Ferrante o de Ohran Pamuk.
La autora ha asegurado, en alguna entrevista, que tras publicar esta novela fue incapaz de escribir ni una sola línea durante casi dos años. Solo era capaz de leer ensayos y los cuentos de Borges, aseguraba. Y es que algo de ese Borges que juega con la realidad hay en La vegetariana. Ambos son escritores que abren armarios escondidos en nuestro cerebro. Sus libros nos hacen plantearnos cosas que, antes de abrirnos, jamás habían pasado por nuestra cabeza.
La vegetariana es un retrato crudo y violento de nuestros rincones más oscuros y perturbadores
Precisamente, aquel bloqueo creativo lo superó gracias al escritor argentino, que tomó un peso importante en su siguiente novela, La clase de griego. La historia de una mujer que había perdido la capacidad de hablar y que se topa con un hombre obsesionado con Borges. El punto de partida a una novela sobre la pérdida, la soledad y el silencio que llena de dudas nuestra existencia.
Una característica común, por cierto, en la corta carrera de Han Kang (que tan solo tiene 53 años). La vegetariana también es un libro plagado de preguntas sin respuesta. Es una historia en la que el ser humano sale muy mal parado, pero no es una caricatura. Sino un retrato crudo y violento de nuestros rincones más oscuros y perturbadores.