Laura Chivite

Editorial: Random House

Año de publicación original: 2025

Si aceptásemos que las relaciones no las dicta la sangre, nos iría mejor. Que tu hermano te puede caer mal, quiero decir. Que se puede vivir sin querer hablarle a tu padre. Que las relaciones, en definitiva, son complejas y en ocasiones ingobernables. Y no pasa nada.

Tal vez así, evitaríamos secretos absurdos que acaban derivando en situaciones incómodas (en este libro, bastante cómicas). Como que la abuela, consumida por la demencia senil, sufra un ataque de sinceridad ante el resto de la familia y diga: "Sois unas falsas. Lidia me visita y me dice que Irene es una fracasada. (…) Luego Irene me visita y me dice que Lidia es una fracasada (…). Y yo estoy de acuerdo con ellas, con las dos".

De familias desestructuradas, del humor en la tragedia, de silencios y secretos habla la primera novela de Laura Chivite

De todo esto y más habla El ataque de las cabras, la primera novela de Laura Chivite. De familias desestructuradas, del humor en la tragedia, de silencios y secretos, de "ese cariño distante y falsa naturalidad que se da siempre entre los miembros de las familias grandes".

Un viaje de autodescubrimiento

La autora explora las relaciones familiares a través de un vínculo poco tratado en la ficción: el de tía y sobrina. Es, de hecho, el rencuentro inesperado entre una sobrina (la narradora) y su tía Lidia, el punto de partida de esta historia. Vivieron juntas durante dos años, pero hacía una década que no se veían.

El paso del tiempo es otro de los temas presentes en estas 170 páginas. "Puede ser igual de aniquilador que cualquier otra cosa", escribe Chivite, que se sirve de una prosa delicada e íntima para narrar la adolescencia y el paso a la madurez de la protagonista, construyendo así una historia de crecimiento y aprendizaje que se funde con la crónica familiar.

Chivite narra una historia de crecimiento y aprendizaje que se funde con la crónica familiar

Cada capítulo funciona como un recuerdo. Las anécdotas familiares, divertidas, a veces disparatadas y con cierto aire nostálgico, nos desvelan poco a poco la identidad de la protagonista, que se autodescubre, de alguna manera, recordando el tiempo vivido con su tía Lidia.

"Mi madre Irene, Tía Lidia, abuela Refugio y yo, somos una masa informe que se moldea sin cesar", reflexiona, sobre el peso de la herencia, en uno de los pasajes más reveladores. "Somos una plastilina que se transforma, se divide y se hace cachitos, sin dejar nunca de ser la misma. Todo sigue un orden macabro, una ecuación de la que no puedes salirte".

Qué fantástica es la realidad

De este retrato de lo cotidiano que es El ataque de las cabras, repleto de humor y sensibilidad, brotan también algunos elementos fantásticos y surrealistas que terminan de dar forma a unas páginas que por momentos parecen estar al borde de la risa.

El detalle más divertido tiene que ver con la tía Lidia, cuando confiesa a su sobrina que tiene superpoderes: es capaz de mover cosas con la mente cuando está "triste de cojones". Telequinesis melancólica, lo llama.

De la novela, repleta de humor y sensibilidad, brotan también algunos elementos fantásticos y surrealistas

Y luego están las cabras, claro. Las que dan nombre al libro. A modo de interludios, Laura Chivite encaja tres capítulos sobre la historia de una cabra insolente. Tres capítulos estilo 'elige tu propia aventura' que en realidad son cuentos que la tía Lidia le contaba a la narradora cuando era pequeña. No aportan nada sustancial a la historia principal, pero suman otro puñado de escenas hilarantes a una entretenidísima novela que demuestra que la realidad puede ser fantástica.

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