Irene Reyes-Noguerol
Editorial: Páginas de Espuma
Año de publicación original: 2024
No ocurre a menudo que al acabar una historia me recorra el cuerpo un escalofrío.
Me ha pasado con el primer relato de Alcaravea, un monólogo de ocho páginas sin un solo punto en el que un pintor consumido por la locura cuenta el miedo atroz que tiene a dejar de ser. El miedo a caer en un vacío que no admite dudas ni preguntas.
Puede que sea eso tan natural, el miedo a morir, lo que me haya atravesado y me haya hecho conectar con la alucinante Carta a Theo. Quien la escribe es Vincent van Gogh, a quien Irene Reyes-Noguerol da voz en un libro en el que las vidas de personajes históricos se funden con las de antepasados de la autora.
Una reivindicación de la tradición oral
La escritora sevillana reflexiona a través de la mente de la madre de Antonio Machado y se cuela en la de un Lope de Vega profundamente dolido por la enfermedad de Marta de Nevares, el amor de su vida. Pero también narra la deserción de sus tíos abuelos Antonio y Curro, y se mete en la piel de la madre de un hijo adicto.
Las historias familiares se expanden y las de los artistas se humanizan. Se equiparan, de alguna manera
Las historias familiares se expanden, se universalizan, mientras que las de los artistas se humanizan. Se equiparan, de alguna manera, haciendo, incluso, que las primeras sean tan increíbles como las segundas. Ese es uno de los puntos más interesantes de Alcaravea, que la vida de Paca, la bisabuela de Reyes-Noguerol, resulte tan fascinante como la de Van Gogh.
Los recuerdos de Francisca Gutiérrez Barrios cobran vida gracias a las generaciones que han mantenido viva su memoria. Su infancia, la de una niña abandonada y explotada laboralmente, da forma a uno de los cuentos más duros y conmovedores de este volumen.
Luz en la oscuridad
Como si fueran pequeñas catedrales góticas, Irene Reyes-Noguerol levanta doce relatos marcados por un estilo sobrecargado, impactante a primera vista y tremendamente bello en cada uno de sus detalles.
Eclipsados precisamente por la belleza y la sensibilidad de cada frase, uno tarda en ser consciente de estar leyendo en Petit rat, por ejemplo, el relato de una niña bailarina prostituida.
En unos relatos crudos y violentos, la esperanza y la ternura se cuelan por las grietas más diminutas
Porque si algo tienen en común todos los cuentos es la crudeza y la violencia que los impregnan. Son historias oscuras en las que, sin embargo, la esperanza y la ternura, como la fina luz en una cueva profunda, se filtran por las grietas más diminutas.
Alcaravea, como la planta silvestre de la que toma el nombre, es una obra dulce y amarga. Un gran libro de relatos con el que Reyes-Noguerol da la razón a la revista Granta cuando dijo que estábamos ante una de las mejores escritoras jóvenes en español.