Neige Sinno
Traductora: Neige Sinno
Editorial: Anagrama
Año de publicación original: 2023
Si el ejercicio de narrativa personal se presume complicado, cuesta hacerse a la idea cómo ha de ser enfrentarse a la hoja en blanco para narrar un calvario de tales dimensiones. Neige Sinno tenía unos ocho años cuando las agresiones sexuales empezaron. El violador fue su padrastro y ejerció contra ella violencia sexual continuada durante casi una década.
La autora reflexiona sobre la violencia sexual en Triste Tigre (Anagrama, 2024), en un tono que sorprende. Narra con increíble entereza cómo vivió su infancia y cómo fue el proceso judicial para denunciar a su agresor, la pareja de su madre. "Una de las cuestiones que más me preocupaba era la voz narrativa. No quería causar compasión o dar pena, pero sí hacer una exposición de los hechos, una denuncia que quizá mueva a otras personas a alzar la voz", revela la autora.
Voces contra el silencio en Francia
Es imposible no trazar el paralelismo con el momento actual. El mundo entero se ha estremecido con el juicio a puerta abierta de Gisele Pelicot. Fue víctima de violaciones múltiples con sumisión química por parte de su marido y los hombres a los que invitaba a perpetrar la agresión. La pena de 20 años de cárcel para su expareja y de 3 a 15 años a los otros 50 hombres juzgados, parece corta comparada con los años de sufrimiento y humillación.
Neige Sinno también convivía con su agresor y ofrece una serie de detalles vívidos para acercarnos a esa cruel realidad. Un adulto que utiliza otro tipo de sumisión, la dominación y el aprovechamiento de la vulnerabilidad de una niña para cometer agresiones sexuales continuadas y someterla para lograr su silencio.
En su caso, el agresor fue condenado a nueve años de prisión porque decidió reconocer los hechos
La autora decide contárselo a su madre, que queda en profundo shock. Le lleva un año separarse de su pareja. Y Neige, como Giséle, también decide celebrar un juicio público para que todo el mundo conozca los escabrosos detalles del modus operandi de su padrastro y violador.
Estremece ver que, en su caso, el agresor fue condenado a nueve años de prisión porque decidió reconocer los hechos. En el texto deja entrever que muchas de las violaciones denunciadas no se pueden probar y que, incluso, las lagunas (comunes en los casos de trauma) en el relato de las víctimas acaban siendo un impedimento para la condena en firme del violador o acaban traduciéndose en una notable reducción de la pena.
Su violador era su padrastro, una figura que se presuponía tenía que protegerla y que sin embargo abusaba sexualmente de ella. Una encuesta reciente señala que en Francia hay cada año 160.000 casos de violación o intento de violación, la mayoría cometidos en la familia. Y esa misma estadística deja relucir que a muchas madres no les creen tras denunciar.
En España, un informe de Save the Children advierte de que en 8 de cada 10 casos, las agresiones sexuales a menores son perpetradas por una persona del núcleo familiar.
Revivir el trauma
En la narración Neige Sinno lleva al lector de la mano en un paseo por su infancia. El relato es unas veces aparentemente aséptico, otras una incursión sin arnés en la profunda espeleología de su psique; y, sobre todo, es muy visual. Con una extremada generosidad abre incluso el álbum de fotos familiar, fotografías que adjunta en forma de descripciones.
Hay que reconocerle a la autora que un tema tan desagradable resulte incluso necesario. La lectura incomoda y engancha a partes iguales. Todo un ejercicio de robarle palabras al silencio y a la impunidad para poder seguir con su vida.
"La literatura ha tenido todo ese poder de canalizar y ayudarme a digerir todo lo que pasó. Ha sido catártico"
Una de las partes más chocantes es que el libro arranca con un ejercicio extremo de empatía. Casi a lo Patricia Highsmith, la autora va deshojando detalles, como descubriendo el interior de una matrioska tras otra, para trazar algo así como un retrato robot de su agresor. Y se detiene en muchos lugares para tratar de comprender, en cierta manera, qué mecanismos rigen la mente de un depredador sexual sin justificarlo en ningún momento.
Un violador, que era a su vez la pareja de su madre. Es muy interesante también la empatía con su progenitora, la que era la pareja del agresor y no se enteró de lo que ocurría. Este es un de los remordimientos que persiguen a su madre y a su hermana: cómo nadie pudo sospechar nada. Y la literatura opera aquí como un bálsamo que ayuda a cicatrizar estas profundas heridas.
"No ha sido fácil pero me ha ayudado. No me gusta usar la palabra terapéutico, pero sí te puedo asegurar que la literatura ha tenido todo ese poder de canalizar y ayudarme a digerir todo lo que pasó. Ha sido catártico", revela la autora. A pesar de la entereza que desprenden sus reflexiones recogidas en el libro, Neige Sinno cuenta las secuelas físicas que las violaciones le dejaron.
Siendo una adolescente decidió denunciar, aunque supiera que iba a dinamitar la unidad familiar y la estabilidad económica de su madre
Uno de los pasajes más terribles es cuando desvela que en las conversaciones con su madre (cuando destapa lo que está pasando) ésta comprende por qué se cerró la vagina con un broche afilado siendo una niña.
También tuvo disociación cognitiva y una escoliosis severa que ahora compara con ese peso que cargaba sobre sus hombros. La narración dibuja claramente cómo siendo una adolescente decidió dar un paso al frente y denunciar, aunque supiera que iba a detonar por los aires la unidad familiar y poner en riesgo la estabilidad económica de su madre.
Tras la denuncia tuvo que convivir con que muchas personas cercanas del pueblo siguieran tratando con naturalidad a su agresor, incluso que sus propias hermanastras hayan decidido seguir teniendo relación con él. Fue ella, la víctima, la que – cuenta- empezó a recibir malas miradas en su pequeño pueblo de los Alpes, porque había manchado la reputación del lugar a ojos de muchos de sus vecinos.
De víctima a superviviente
En el relato no se auto reivindica como una súper heroína que pudo sobreponerse al horror, pero sí comparte el proceso que le ha llevado a poder hablar y denunciar hoy lo que vivió. "El detonante fue mi hija, cuando ella llegó a la edad a la que empezaron los abusos necesitaba escribir para protegerla a ella y a cualquier adolescente", expresa emocionada la autora. "Quería advertirles de que la violencia puede vivir bajo su mismo techo".
"Cuando mi hija llegó a la edad a la que empezaron los abusos necesitaba escribir para protegerla"
Para exponer sus vivencias se vale también de varias autoras que hablan de casos similares. Ha buceado en diferentes películas y novelas que abordan el tema y a través de estas incursiones en el fango nos hace entender qué pasa por la cabeza de alguien que ha vivido los abusos en primera persona y se asoma también a los infiernos de quienes han pasado por algo parecido.
Comparte también con gran generosidad sus reflexiones y dudas cuando se enfrenta a decisiones que tienen que ver con cómo contarnos su propio relato. Y eso hace literalmente que su dolor sea permeable, que sus heridas también escuezan en el lector.
Sigue el canal de Ahora Qué Leo en WhatsApp para estar al tanto de todas nuestras reseñas, reportajes y entrevistas.