Julia Navarro
Editorial: Plaza y Janés
Año de publicación original: 2024
En aquel tiempo sonreían
solo los muertos, deleitándose
en su paz, y vagaba ante las cárceles
el alma errante de Leningrado.
Son los versos con los que Julia Navarro arranca El niño que perdió la guerra, una declaración de intenciones de lo que vendrá después.
Fueron escritos por la rusa Anna Ajmátova, una de tantas poetas olvidadas a traición y por intención directa de quienes odian la creación y cualquier pensamiento disidente. Una poeta a la que Julia Navarro ha querido homenajear en su nueva novela.
Y ella dijo 'no'
Nacida en 1889, Ajmátova demostró desde muy joven un talento innato para la poesía, y cuentan que a punto estuvo de ganar el Premio Nobel al final de su vida.
Entre medias, su vida y su obra, como la de otros muchos artistas, se vieron profundamente afectadas por la censura y la persecución del régimen de Stalin. Mientras su marido, el también poeta Nikolái Gumiliov, era ejecutado, la obra de Ajmátova era considerada peligrosa y retirada de las librerías. Si se mantuvo viva fue gracias a la inteligencia de quienes se aprendieron sus versos, los trascribieron y los compartieron de forma clandestina en pequeños círculos, como cuenta Julia Navarro en su libro.
Ajmátova nunca dejó de escribir, ni siquiera en los años de mayor represión, desafiando así las censura
Destacamos Requiemcomo su gran obra, la que escribió a lo largo de casi treinta años, desde 1935 hasta 1961, que se publicó por primera vez en Alemania en 1966 y no llegó a la URSS hasta 1987. A la postre sería considerada la obra más importante en torno a la Gran Purga o el Gran Terror, aquella campaña de persecución política de opositores por parte del Kremlin.
Ajmátova nunca dejó de escribir, ni siquiera en los años de mayor represión, desafiando así las censura a pesar de poner en peligro su propia vida. Dice Julia Navarro que con las dictaduras se acaba diciendo que 'no', aunque "no se puede pedir a la gente que sean héroes". Por eso, es a esas personas que se atrevieron a decir 'no' a quiénes dedica esta novela
Ya han ganado, qué más quieren
Ante el inminente fin de la Guerra Civil española y el comienzo del nuevo régimen a cargo del bando nacional, un personaje de la novela se pregunta que qué más quieren, si ya han ganado. Y es que lo quisieron todo. No solo les bastó la victoria, necesitaban la erradicación de cualquier tipo de disidencia.
Clotilde, en la España franquista, y Anya, en la URSS de Satlin, están unidas por el destino de un niño
Y ahí comienza el calvario de la protagonista de la parte española de la novela, Clotilde. Al otro lado, en la URSS de Stalin, estará Anya, una mujer rusa que "recibe" el encargo de cuidar de Pablo, el hijo de Clotilde, a quien han mandado a su país para evitarle el hambre.
Un juego de espejos entre ambos regímenes con el que Julia Navarro nos enfrenta a nuestro presente mirando a nuestro pasado reciente.
Un pasado tan presente
"Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo", decía el filósofo español Jorge Agustín Ruiz de Santayana y Borrás (George Santayana tras nacionalizarse estadounidense). Que sea un español, precisamente, su autor, nos viene hoy que ni pintado para hablar de El niño que perdió la guerra
Hace cuatro años se le ocurrió a la escritora esta historia viendo el auge de los discursos populistas en todo el mundo, desde la Hungría de Orbán en el seno de la Unión Europea hasta los Estados Unidos de Trump. Mundos y países tan diferentes en el que se repite un mismo mantra: la represión del pensamiento disidente y la criminalización del migrante pobre.
Parece Europa olvidar que hace no mucho fueron sus ciudadanos quienes huyeron del hambre y la miseria en busca de una vida mejor, como ha olvidado que buena parte de la riqueza del continente se erigió sobre el expolio de los recursos de África- Y parece que algunos españoles han olvidado que no hace tano éramos nosotros quienes abarrotábamos los puertos para embarcar camino a países del cono sur huyendo del hambre, de la guerra y de la represión protagonizando las imágenes que ahora en televisión vemos con rostros de subsaharianos.
Julia Navarro reflexiona sobre la inmigración, el peligro de los autoritarismos o el poder de la cultura
Con reflexiones sobra la inmigración, la identidad, el peligro de los autoritarismos o el poder de la cultura, Julia Navarro una apasionante novela que convencerá a sus lectores habituales. Destaca la perfecta construcción de sus personajes, uno de los puntos fuertes de la autora. Ya desde las primeras líneas resulta tremendamente fácil empatizar con sus protagonistas.
Se nota el pasado como periodista de la escritora -si es que en algún momento ese gen periodístico se acaba perdiendo- en lo directo de su narración y en lo detallado de su texto, sin duda fruto de una exhaustiva investigación. La cuidada escritura es propia de quien tiene claro qué quiere contar, sabe cómo hacerlo y tiene las armas adecuadas. Lo agradecerá el lector quien, una vez sumergido en este mundo, no podrá dejar de leer hasta conocer el final.