David Grann
Traductor: Luis Murillo Fort
Editorial: Random House
Año de publicación original: 2023
A finales de enero de 1742, treinta hombres famélicos y harapientos aparecieron en el puerto de Río Grande, en Brasil, a bordo de una barcaza hecha de retales de madera. La visión que ofrecían era la de un grupo de personas que habían escapado de las garras de la muerte, que habían visitado el infierno y habían conseguido escapar para contarlo.
Y lo que contaban era una historia de supervivencia. Dos años antes habían salido de Reino Unido a bordo del HMS Wager. Un buque de guerra en el que navegaban más de 250 hombres y que formaba parte de una escuadra de cinco embarcaciones con un objetivo tan ambicioso como improbable: atacar por la espalda un galeón español, país con el que habían entrado en guerra, que cargaba oro y metales preciosos en el puerto de Cartagena de Indias.
Un brote de tifus y otro de escorbuto diezmaron a la tripulación que se vio incapaz de superar las tormentas que sufrieron
Para ello tenían que navegar hacia el sur, doblar el peligrosísimo Cabo de Hornos, ascender por la costa de Chile y cruzar a pie el continente hasta llegar a la costa Atlántica. Sin embargo, un brote de tifus y otro de escorbuto diezmaron a la tripulación que se vio incapaz de superar las terribles tormentas que sufrieron al doblar el Cabo de Hornos.
Poco después de conseguirlo, con el barco destrozado y sin tripulantes suficientes como para gobernarlo, la tempestad les empujó contra las rocas, haciéndoles naufragar en una costa despoblada y austera.
Tan solo 140 hombres alcanzaron la playa. Con muy poco víveres y casi nada de abrigo, tuvieron que comer algas y apio silvestre para sobrevivir y protegerse del clima helado construyendo chozas con ramas, plantas y restos del pecio. El hambre y el frío les hizo enfrentarse entre sí. Cuando llegaron al límite, ochenta supervivientes se lanzaron de nuevo a la mar. Cincuenta de ellos no lograron llegar con vida.
¿Héroes o amotinados?
Cuando la noticia llegó a Londres, aquellos valientes marineros fueron tratados como héroes y recibidos así a su llegada a Europa. Su hazaña habría sido cantada y loada por todos si no hubiera sido porque seis meses después, tres hombres aparecieron en la isla de Chiloé, al sur de Chile.
La historia de los náufragos se convirtió en un cruce de acusaciones y contracusaciones que terminó en un consejo de guerra
A bordo de una canoa de fabricación rudimentaria, iban casi desnudos, no habían probado bocado desde hacía meses y uno de los tres había perdido el juicio hasta el punto de no saber quién era ni cómo se llamaban sus compañeros. Cuando por fin se recuperaron y llegaron a Reino Unido, contaron una historia muy diferente a la que habían relatado los náufragos del Wager.
Según estos tres supervivientes, el primer grupo de náufragos eran unos amotinados. El relato heroico se convirtió entonces en un cruce de acusaciones y contracusaciones que no terminó ni siquiera con el consejo de guerra al que fueron sometidos los supervivientes del Wager.
David Grann: investigador histórico
¿Quién decía la verdad? ¿Quién traicionó a quién? ¿Qué ocurrió en aquella perdida isla, más cerca de la muerte que de la vida, donde las condiciones eran tan extremas? Tratar de arrojar luz sobre aquella travesía, el naufragio y lo que ocurrió después, habría sido una empresa imposible, condenada a estar poblada de conjeturas y suposiciones, de no ser por David Grann.
Este periodista infatigable es responsable de algunos de los libros más interesantes sobre hazañas reales que se han escrito en los últimos años. Z, la ciudad perdida, por ejemplo, relata la historia de Percy Fawcett, el último explorador desaparecido a principios del siglo XX en la búsqueda de El Doradoen la selva amazónica. Una historia que James Gray convirtió en película, con Charlie Hunman, Tom Holland y Robert Pattinson.
O El viejo y la pistola, tres relatos de true crime en los que Grann demuestra que no hace falta inventar nada para extraer historias fascinantes de la realidad. El que da título al libro cuenta la historia de un ladrón de bancos que pasó su vida en la cárcel o escapando de ella y que fue el último papel protagonista que ha interpretado Robert Redford.
Martin Scorsese y Leo Di Caprio han comprado los derechos para llevar las hazañas de estos marineros a la gran pantalla
Su último libro antes de este fue Los asesinos de la luna, llevada al cine por Martin Scorsese. La historia de cómo los colonos se aprovecharon de los nativos americanos y les engañaron y aniquilaron para quedarse con unas tierras aparentemente baldías en las que les habían obligado a vivir, pero que escondían grandes reservas de petróleo.
En todas las historias que escribe, David Grann encuentra hechos reales, casos cuya resolución final nunca quedó clara e investiga. Habla con supervivientes si los hubiera, recorre todos los archivos, encuentra los documentos, analiza las crónicas, visita sobre el terreno los escenarios donde ocurrieron los hechos y después los convierte una trama que se devora con pasión.
Una novela de aventuras sin ficción
Porque si tenemos que recurrir a una palabra para definir este último regalo de David Grann, es precisamente eso: Los náufragos del Wager es un libro apasionante. Yo, que no soy de los que lee rápido, he devorado 200 de sus 300 páginas (hay cien páginas más con mapas, notas, bibliografía y un índice alfabético que da buena prueba del trabajo que hay detrás de este texto) de una tacada. Y las últimas 100 al día siguiente.
Grann ha accedido al cuaderno de bitácora del capitán del Wager y de los demás barcos que componían aquella escuadra. Ha repasado los diarios personales de varios de sus tripulantes, ha leído la correspondencia que mantuvieron los protagonistas, ha revisado declaraciones de oficiales y suboficiales, ha analizado los documentos del consejo de guerra al que fueron sometidos los supervivientes y con todo ello ha reconstruido cada uno de los pasos de los supervivientes desde que embarcaron hasta que volvieron a Londres.
'Los náufragos del Wager' no tiene nada que envidiarle a una novela de aventuras
Y el relato de los hechos no tiene nada que envidiarle a una novela de aventuras. Es más, Los náufragos del Wager se aleja mucho de lo que todos tenemos en la cabeza como ensayo. La descripción minuciosa de los hechos te lleva en volandas y los entrecomillados sacados del relato personal de los protagonistas sirven casi como diálogos que le aportan la cercanía necesaria para sentirte parte del relato.
Obviamente, como el propio autor apunta en el prólogo del libro, hay versiones antagónicas de los hechos, dependiendo de a quien escuches. Por eso él no plantea una solución al enigma de qué ocurrió. Expone con claridad y talento lo que cada uno explicó y es el lector el que sacará sus propias conclusiones al terminar la lectura.
Y tú, ¿qué habrías hecho?
En un momento de la historia en el que somos conscientes de la importancia de quién y cómo cuenta el relato de los hechos, Los náufragos del Wager es un ejemplo perfecto de lo trascendente que ha sido esto siempre, aunque a menor escala.
Traducido brillantemente por Luis Murillo Fort, este libro te hará vivir como si te enrolaras en un buque del siglo XVIII
Traducido brillantemente por Luis Murillo Fort, este libro te hará vivir una aventura náutica como si te enrolaras en primera persona en un buque de guerra del siglo XVIII. Una especia de ciudad sobre el agua en el que la jerarquía de mando estaba terriblemente clara para todos.
Y, como un miembro más de la tripulación, la lectura de lo que ocurrió te hará preguntarte qué decisión habrías tomado tú. De lado de quién te habrías puesto. Porque la jerarquía se resquebraja cuando lo que hay que gobernar no es un barco, sino un grupo de náufragos en una playa. Y lo que está en juego no es un objetivo militar, sino salvar la vida.
Porque el ser humano, cuando lo llevas hasta el extremo de sus capacidades, es impredecible.
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