Javier Cercas
Editorial: Random House
Año de publicación original: 2025
Hace dos años, Javier Cercas recibió una visita inesperada. Estaba en una feria de literatura en Turín cuando se le acercó un representante del Vaticano. Quería hacerle una proposición desconcertante: acompañar al papa Francisco en un viaje oficial a uno de los países con menor número de católicos: Mongolia.
El Vaticano le proponía escribir un libro con total libertad, sobre lo que quisiera y para el que iban a darle las facilidades necesarias, incluso le dejaban la puerta abierta a una posible entrevista con el sumo Pontífice. "¿Se han vuelto ustedes locos o qué?", fue lo primero que Cercas pudo responder.
"Soy ateo. Soy anticlerical. Soy un laicista militante, un racionalista contumaz, un impío riguroso"
La duda sobre su locura tenía respuesta en las palabras con las que el propio autor abre el libro. "Soy ateo. Soy anticlerical. Soy un laicista militante, un racionalista contumaz, un impío riguroso". Pero a pesar, o quizás precisamente por eso, aceptó la propuesta del Vaticano y viajó a Mongolia. Una oportunidad como aquella no la podía dejar pasar.
Un ateo en el Vaticano
Con la condición de poder hablar con él aunque fuese unos minutos, Javier Cercas viajó a Roma y se instaló en un pequeño hotel propiedad de unas monjas cerca del Vaticano. Allí, antes de emprender el viaje, charló con algunos personajes cercanos a Francisco, como un cardenal poeta, el teólogo que lidera la actual inquisición, conocida como el Dicasterio para la Doctrina de la Fe o el jesuita, como el propio Bergoglio, al que el Papa consideraba su intelectual de cabecera.
Así Cercas consigue pintar un retrato aproximado de cómo es el Vaticano. No solo de su estructura teológica, sino de su funcionamiento como estado, de su profunda importancia política. Una influencia que ha sabido ejercer un hombre que revolucionó la Santa Sede desde el primer segundo en el que fue elegido Papa: tomando el nombre de Francisco de Asís, que se llamaba a sí mismo 'el loco de Dios'.
¿Podría el Papa asegurarle que su madre se iba a reencontrar con su padre, fallecido hace años?
Incrustado dentro de una institución tan antigua como oscura, Cercas se propone descubrir cómo de profunda ha sido esa revolución. Cómo se ha enfrentado Francisco a los diferentes escándalos que han salpicado a la iglesia católica y al Vaticano y qué buscaba viajando a un país donde solo hay mil quinientos católicos, como Mongolia.
Y sobre todo, como si de un libro policíaco se tratara, intenta responder a la pregunta básica de una novela negra. Solo que en esta ocasión en vez de saber quién es el asesino, Javier Cercas trata de responder una cuestión que le debe a su madre, devota católica en el final de su vida. ¿Podría el Papa asegurarle que su madre se iba a reencontrar con su padre, fallecido hace años, después de morir?
Una duda para la que solo un Papa podría tener respuesta.
El enigma de la vida eterna
Por eso, El loco de Dios en el fin del mundo, un libro que lo tiene todo para arrasar en Sant Jordi este año, no es una crónica de viajes, ni un documento periodístico, ni mucho menos una novela al uso. Sino todo eso y mucho más, organizado no alrededor de la figura icónica del papa Francisco I, sino de algo mucho más profundo y misterioso: la resurrección de la carne y la vida eterna.
De ese modo, Cercas convierte a su madre en el punto central del viaje que hace con el Papa. Porque, para un hijo ateo, más importante que el sumo Pontífice es una mujer que, en el momento de la propuesta, contaba con 92 años y padecía alzhéimer. Una mujer enamorada profundamente de su marido desde la adolescencia, al que perdió hace años, convencida de que tras la muerte le esperaba el amor de su vida para ser felices por toda la eternidad.
No es una crónica de viajes, ni un documento periodístico, ni mucho menos una novela al uso. Sino todo eso y mucho más
El talento de Javier Cercas consigue que ese descomunal salto que va desde la intimidad más absoluta (la relación de un hijo con su madre anciana) a las preguntas fundacionales de la fe cristiana se haga de manera ligera y hasta divertida. Porque no hay nada más humano que tener dudas, ni nada más misericorde que hacer feliz a una madre.
Y si se preguntan si la cuestión que hace caminar a este libro (¿existe realmente la vida eterna?) tiene respuesta o no, que sepan que la tiene y que no defrauda. Solo hay que llegar al final para leerla. Y ojalá ahora el propio Bergoglio esté comentándola con el padre de Javier Cercas.
Y, como decía mi abuela, que nos esperen allí muchos años. Por si acaso.
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