Mª Ángeles Fernández y Jairo Marcos
Editorial: Pepitas de calabaza
Año de publicación original: 2024
Solo entre 1940 y 1967 se construyeron en España más de 300 embalses en zonas rurales que sirvieron para abastecer de agua tanto a las cosechas cercanas como a las poblaciones más habitadas. Cuando hay agua suficiente incluso sirven de playas sin olor a mar ni mareas ni avionetas lanzando balones de Nivea. El año que las lluvias vienen escasas y el calor aprieta fuerte en algunos de esos pantanos aparece el campanario de alguna iglesia, un puente, alguna casa que un día fue el cobijo de una familia.
Es entonces cuando nos acordamos de que allí vivió alguien, pero rara vez nos preguntamos qué fue de ellos, menos veces agradecemos el sacrificio, porque lo hubo. Jairo Marcos y Mª Ángeles Fernández, periodistas, han hablado con algunos de esos desplazados y han recogido sus historias, las de tantos, en Memorias ahogadas.
Franco construyó pantanos
"Franco construyó pantanos" es una de las frases que suelen esgrimir todos aquellos que tratan de minimizar cuarenta años de represión, por un lado como si cualquier otro jefe de Estado legítimo que hubiera tenido España entonces no hubiera podido llevar a cabo tal empresa y, por otro lado, el esfuerzo no lo hizo el Caudillo.
Las historias que cuenta 'Memorias ahogadas' duelen dos veces: por lo que cuentan y porque nunca te habías dado cuenta
El embalse del Ebro, por ejemplo, entre Cantabria y Burgos, ya se proyectó durante la II República, se comenzó a construir en 1921. Los años convulsos y la Guerra Civil impidieron que se terminara hasta 1945, inaugurándose más adelante. En su construcción trabajaron presos republicanos y fueron vecinos de la zona quienes tuvieron que abandonar sus hogares. La recompensa económica que recibían nunca fue suficiente.
Historias parecidas encontramos en el embalse del Porma, en el de Riaño, en el de Valdecañas y, en definitiva, por toda la geografía española y es imposible leer las historias de Moisés, de Nino y de Amparo sin que dé un pellizco en el estómago, ahí donde van a parar las historias que duelen dos veces: por lo que cuentan y por darte cuenta, cuando las lees, de que nunca te habías dado cuenta.
Sacrificios para no olvidar
Mª Ángeles y Fernández y Jairo Marcos se han recorrido España recopilando estas historias que hoy recuerdan sus protagonistas desde la resignación y la pena. No hay rabia en ellas, hay dolor por la pérdida y por la sensación de que nunca se les ha agradecido demasiado lo que tuvieron que hacer.
No hay revancha en este libro, hay mucha verdad, mucha documentación y charlas con los desplazados
Algunos han muerto y quienes hablan son sus hijos o sus nietos que cuentan que hay quien murió de pena, otros alejados se sus familias para siempre, muchos sin haber sido capaces de regresar a su tierra hasta muchos años después, incapaces de ver la belleza del paisaje porque todavía recuerdan el día que tuvieron que marcharse de allí.
No hay revancha en este libro, hay mucha verdad, un trabajo extraordinario de documentación y charlas pausadas con todos ellos. No se busca más que no olvidar, que cuando vayamos por la carretera y crucemos un embalse nos paremos un minuto, apenas unos segundos de nuestro viaje, a pensar en ellos y en cómo nos sentiríamos nosotros si un día tuviéramos que dejar toda nuestra vida para que otros vivan mejor.