Mikel Ayestaran
Editorial: Península
Año de publicación original: 2025
Decía Immanuel Kant que la costumbre atenúa la sensibilidad. Es un axioma que los que nos dedicamos a la información tenemos muy presente cuando hablamos de conflictos que se encallan en el tiempo. No es lo mismo hablar de un crimen a sangre fría en las calles de Oslo que hablar de una palestina asesinada en la franja de Gaza. Es una muerte violenta en ambos casos. Es una injusticia. Pero no causa la misma impresión.
A fuerza de convertir la barbarie en costumbre, la masacre del pueblo palestino ha dejado de afectar a la opinión pública
Por eso hablar de la masacre del pueblo palestino es tan complicado. Porque cuesta mucho hacer ver el infierno que se está viviendo allí. Cuesta y no solo por el trabajo de desinformación y por el poder internacional que tiene la comunidad sionista que apoya las decisiones de Netanyahu, sino porque a fuerza de convertir la barbarie en costumbre ha dejado de afectar a la opinión pública.
Por suerte, todavía hay profesionales de la información en tiempos de conflicto que pelean porque las injusticias no queden sepultadas bajo toneladas de noticias sin alma. Uno de ellos es Mikel Ayestaran. Un tipo nacido en Beasain hace 50 años que lleva 20 recorriendo Oriente Medio contando, con mucho talento, lo que ocurre en los rincones donde la luz del periodismo clásico no alcanza a iluminar.
Siglos de conflictos
Mezclando la historia de la franja con la suya propia, Ayestaran va tejiendo la realidad de un territorio constantemente invadido, desde hace miles de años, y que siempre ha resistido con orgullo, como una lejana aldea gala. Allí llegó Ayestaran en 2005 y encontró hospitalidad, amigos y un drama infinito.
Y allí volvió después del 7 de octubre de 2023. El día en el que Hamás esquivó todas las medidas de seguridad israelíes y atacó a la población causando más de mil muertos y secuestrando a 251 de personas. Aquellos atentados generaron la respuesta brutal del ejército israelí, que, herido en su orgullo, decidió no respetar ni una sola línea roja.
Los atentados generaron la respuesta brutal del ejército israelí, que, herido en su orgullo, decidió no respetar ni una sola línea roja
Hospitales, escuelas, niños... todo se convirtió en objetivo militar y dio igual las reprimendas de las Naciones Unidas. El apoyo de Estados Unidos frenó cualquier sanción impuesta y la Ley Internacional se convirtió en papel mojado. Los palestinos fueron masivamente desplazados de sus hogares y la ayuda humanitaria se veía atrapada en las fronteras. A día de hoy, más de un año y medio después, la cifra de palestinos muertos ronda los 60.000, con cerca de 14.000 desaparecidos.
Ayestaran avanza en el relato de los hechos acaecidos en estos últimos 20 meses, salpicando la historia con las vidas de personas a las que ha conocido y que están sufriendo en primera persona las inhumanas represalias israelíes. El resultado final es un mosaico fragmentado, un espejo roto en el que se refleja pasado, presente y un oscuro futuro de la franja.
Un texto cargado de emoción
Pero este no es un ensayo periodístico sin más. No es un relato de hechos sin corazón. Mikel Ayestaran tiene un talento descomunal para hacer llegar las emociones de un momento histórico concreto, para convertir el desconocimiento del lector en empatía. Para encontrar la manera de despertar la atención, de escapar de esa desidia que nos envuelve cuando convertimos el horror en algo cotidiano.
Desde la historia de un colono judío venido desde Argentina a la tierra prometida que acabó liderando un movimiento por la paz, hasta el drama de uno de los traductores y amigo personal de Ayestaran, cambiando más de quince veces de casa a lo largo del año pasado, por los bombardeos israelíes. Todo en este libro está concebido para emocionar, para hacer saltar las alarmas, para impedir que la desidia y la dejadez nos gobierne.
Mikel Ayestaran tiene un talento descomunal para convertir el desconocimiento del lector en empatía
Y no esperen un texto equidistante, un texto objetivo al estilo americano, donde cada acción violenta se justifica por la anterior recibida. No. Este es un libro honesto, que escarba en las causas de un conflicto que parece no tener final, y lo que es peor, tampoco comienzo, perdido bajo los escombros y el humo.
Por eso, si pasean por una librería y se encuentran con Historias de Gaza, cuando lo tengan en las manos, se sentirán como Neo en 'Matrix'. Pueden tomar la pastilla azul, dejar el libro en la estantería y seguir viviendo en un mundo cómodo donde las desgracias ocurren a miles de kilómetros de distancia o tomar la pastilla roja, leerlo y despertar.
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