Manuel Vilas

Editorial: Destino

Año de publicación original: 2024

Dice la faja de El mejor libro del mundo que "todo el mundo quiere vivir en un libro de Manuel Vilas". Discrepo, y os voy a contar por qué. Si nos referimos a libros como Ordesa, Alegríao este que nos ocupa, Vilas recurre a una herramienta muy poderosa con la que no es fácil convivir en el día a día: la sinceridad más absoluta y brutal.

Vilas recurre a una herramienta muy poderosa con la que no es fácil convivir: la sinceridad más brutal

Si en Ordesa el autor aragonés abrió su corazón y su cerebro en canal para mostrar todo lo que había allí dentro sobre su padre y su madre y la ausencia de ambos en la vida de un escritor adulto y en Alegría hacía lo propio con sus parejas, sus hijos y su vida personal, en El mejor libro del mundo Vilas se gira hacia el oficio de escritor, hacia la pulsión narrativa que le mantiene despierto. Y lo hace sin filtros.

La literatura como nación

"Tengo miedo a que la literatura me abandone. Tengo miedo a no saber escribir el mejor libro del mundo", dice Vilas en las primeras páginas de esta especie de diario inconexo, sin demasiado orden, ni cronológico ni temático. Y en cada párrafo, en cada palabra si cabe, se esconde siempre un terror a no trascender, a pasar sin pena ni gloria, a sucumbir a una vida que te empuja sin piedad hacia la muerte, hacia el olvido.

"Tengo miedo a no saber escribir el mejor libro del mundo"

Hay honestidad infinita en este libro: se habla de envidia, de rivalidad literaria, de vulnerabilidad, de incapacidades... Y todo esto, que podría resultar dramático, termina transformándose en una comedia infinita. Porque nuestras debilidades, por compartidas, terminan siendo cómicas.

Y mientras se suceden las ciudades de todo el planeta, los medios de trasporte, las salas de espera de aeropuertos y estaciones, Manuel Vilas va repasando acontecimientos propios y ajenos de biografías de escritores. Desde Jorge Manrique a Javier Marías. De Gil de Biedma a Salman Rushdie. Y todos pasan por estas páginas sin atisbo de erudición, sino repasados desde un prisma personalísimo, desde la visión de un Manuel Vilas escritor como ellos pero diferente.

Es la visión de un personaje de la obra en la que participa. Es el análisis político de la nación literaria hecha por uno de sus ciudadanos. Un repaso desde fuera de alguien que está muy dentro. Y esa implicación inevitable, ese sentirse parte de algo, vertebra el discurso y la vida de Manuel Vilas. Y a ello se enfrenta y se entrega, dependiendo del humor en el que esté, abrazando sus propias contradicciones porque, ¿qué es ser humano sino contradecirse constantemente?

Un escritor desnudo

El mejor libro del mundo es reencontrarse con ese Manuel Vilas luminoso, diferente. Ese escritor que trasciende la escritura para tratar de llegar a la verdad: un objetivo inalcanzable, porque todo lo escrito solo es representación, pero admirable. Y pos del cual se recorre un camino tremendamente interesante. Un camino en el que nos enamoramos, escribimos, olvidamos y al fin eso es vivir.

Vilas tiene muy claro que el camino es lo que cuenta y el suyo sigue construyéndose pasados los 60 años de vida.

Es un libro este de reflexiones, valiente, en el que se desnuda una personalidad temerosa, dubitativa, humilde en ocasiones y en otras, orgullosa. Un escritor que quiere permanecer, que quiere ser eterno aún a sabiendas de que permanecen solo algunos libros muy buenos. Y muchas veces ni eso. Permanecen sus títulos y algunos autores en libros de texto, pero nadie ya los lee. Un ser humano que tiene muy claro que el camino es lo que cuenta y el suyo sigue construyéndose a pesar de haber superado los 60 años de vida.

No sé si este es El mejor libro del mundo, pero sin duda que es uno de los libros más sinceros y directos que leerás en tu vida. Y tienes que escoger bien porque la vida no es eterna. Y lo que leemos, como todo lo que hacemos, define quiénes somos y quiénes habremos sido ante el juicio de la eternidad.

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