A. Y. Chao
Traductora: Isabel Murillo
Editorial: Minotauro
Año de publicación original: 2023
Las historias de fantasía beben mucho de la mitología. En los últimos años hemos visto cómo, desde el género, se están reescribiendo los mitos griegos, llegando a un gran número de lectores jóvenes. Ahora es la mitología china la que está irrumpiendo en la novela fantástica.
Ken Liu, uno de los grandes autores contemporáneos de fantasía y ciencia ficción, ya lo hizo con La gracia de los reyes en 2015. Pero no hace falta irnos tan atrás. R. F. Kuang, una de las escritoras de moda (Amarilla, Babel) también tira de mitología en La guerra de la Amapola, recién publicada en España. Y un ejemplo más: La hija de la diosa de la luna, de Sue Lynn Tan.
Siguiendo esa estela, Minotauro lanza ahora en nuestro país el debut de A. Y. Chao: Shanghái inmortal. En esta obra conoceremos a Lady Jing, una rara avis: es mitad vampiro, mitad espíritu de zorro y tiene un carácter peculiar e insolente. Fue empeñada por su madre al Rey del Infierno cuando era niña y lleva noventa años soportando las burlas de las cortesanas del rey y haciendo recados de lo más excéntricos.
Lo comprobamos en el mismo arranque de la novela, cuando la protagonista recuerda cómo llegó a vivir el Rey del Infierno (al que llama 'Big Wang') mientras espera por una entrega que le han mandado a las tres de la madrugada.
Tradición y jazz
La historia da un giro cuando Jing escucha a las cortesanas conspirar para robarle al Rey una perla de dragón de valor incalculable, y aprovecha la oportunidad para dejarlas en evidencia. Para impedirlo, Lady Jing tendrá que recorrer el Infierno en busca de información. Allí conocerá a Tony Lee, un encargado del Banco Central del Infierno con el que transitará ese universo fantástico y dará un salto muy especial.
El Shanghái mortal y el inmortal se entremezclan con historias de dragones y otros seres mitológicos
Un viaje que nos llevará al Shanghái mortal, escapando del infierno y llegando, a través del tiempo, al Shanghái de los años 30 a ritmo de jazz. Un contrapunto histórico que dispara esta novela fantástica a otro nivel de diversión y entretenimiento. Porque si algo tiene que la hace diferente a otras historias del mismo género es las grandes dosis de humor negro, su irreverencia, con múltiples palabrotas y personajes malhablados.
El Shanghái mortal y el inmortal se entremezclan con historias de dragones y otros seres mitológicos. Lo cual, por cierto, hace de esta traducción de Isabel Murillo un trabajo complicado y admirablemente resuelto. Con muchas referencias a elementos tradicionales chinos.
Así, Jianshis (vampiros de la tradición asiática), gallos borrachos y otras criaturas conviven en un mundo que la autora describe con gran riqueza de detalles. Percibimos incluso matices como los olores que envuelven a estas criaturas y que marcan su carácter.
La rebelde Lady Jing
La voz de Lady Jing, hace el relato realmente interesante. Ella transgrede a su manera la férrea tradición, entre otras cosas, subiéndose el qipao más de la cuenta o queriendo vestir pantalones, haciendo partícipe al lector de su rebeldía casi constante. Porque de lo que va Shanghái inmortal en realidad es de la búsqueda de la identidad de Lady Jing.
De lo que va 'Shanghái inmortal' en realidad es de la búsqueda de la identidad de la protagonista
Ella es una mestiza que ha crecido en un territorio que le es ajeno, que no sabe realmente a qué mundo pertenece. Exactamente igual que la autora de la novela, Alice Y. Chao, china criada en Canadá.
Y tiene su antítesis, el mortal Tony Lee, que pivota entre la dulzura y el temor. Pero su relación, sin ser lo principal de la historia, enriquece la trama porque Lady Jing acaba fraguando una entretenida amistad con él, de esas que siempre están al límite de traspasar hacia el inquietante e ilusionante terreno del amor.
En definitiva, es una novela muy divertida, sobre todo en el tono, con un sutil humor sarcástico y unas personajes tan llamativos que hacen de Shanghái inmortal una novela fantástica, en todas las acepciones posibles de la palabra.