Luisa Carnés
Editorial: Hoja de Lata
Año de publicación original: 1934
"¡Cállate, pensamiento!". Matilde está así una y otra vez. Prefiere frenar el torrente que surge de su mente y seguir viviendo su vida, precaria, difícil, de hambre y apreturas, de necesidades sin cubrir y soledad, antes que tratar de entender por qué ella y sus hermanos tienen que compartir una casa ridícula, por qué no tienen qué cenar, o por qué tiene que deambular por Madrid buscando empleos precarios que saquen a toda su familia del sopor del hambre.
La precariedad, el aborto o el divorcio eran temas importantes para las mujeres en la Segunda República, pero no se hablaba de ellos
En uno de sus paseos llega a un salón de té donde la han recomendado. Allí empieza a trabajar en el turno de día, unas horas. Pero ese trabajo, uno más en principio, pronto se convierte en la puerta a un mundo nuevo. Un universo donde las mujeres trabajadoras se cuentan sus penas, las comparten e intentan combatir las injusticias a las que son sometidas.
La doble explotación de la mujer, primero en el ámbito privado y después en el laboral, donde ningún derecho las protege, donde son exprimidas en sus trabajos por un sueldo irrisorio, pero también la maternidad, el aborto o el divorcio son temas que, aunque en la Segunda República eran importantes para las mujeres, no se hablaba de ellos en la literatura de la época.
Cronista de clase baja
Luisa Carnés quiso escribir una novela para ellas. Que contase su realidad, la verdad de las mujeres obreras, sus miedos, sus anhelos y sus problemas. Se basó en su propia experiencia trabajando de camarera en diferentes cafés y el libro no pudo funcionar mejor. Fue un verdadero éxito de ventas. Las mujeres se vieron reflejadas en una historia de sororidad y de conciencia de clase.
Su exilio y el Franquismo son las únicas respuestas posibles para entender que Luisa Carnés no haya figurado en los libros de texto
Gracias a su popularidad, Carnés consiguió trabajo como periodista en el diario 'Ahora' y sus crónicas narraron cómo vivieron las clases más bajas el final de la Segunda República, el alzamiento militar y la Guerra Civil. Cuando terminó el conflicto describió la huida del país que ella y cientos de miles de personas más tuvieron que hacer.
Su exilio y el Franquismo son las únicas respuestas posibles para entender que el nombre de Luisa Carnés no haya figurado en los libros de texto de literatura. Solo la reedición de esta novela en 2016 gracias a la editorial Hoja de Lata ha permitido devolver a esta autora al lugar que merece.
'Tea Rooms', una obra vanguardista
Pero la novela va mucho más allá de la literatura feminista. Tea Rooms. Mujeres obreras es una novela magnífica. Escrita con un tono directo, donde la acción transcurre en rabioso presente, sus descripciones compuestas por frases breves, con imágenes entrecortadas, responden a la mirada de una paseante que descubre un mundo a cada paso. Así, leer a Luisa Carnés es pasear a su lado, visitar su cabeza y ser consciente de la realidad injusta y melancólica (añorando siempre una realidad nunca vivida) que ella captaba.
Leer a Luisa Carnés es pasear a su lado, visitar su cabeza y ser consciente de la realidad injusta y melancólica que ella captaba
La mezcla de lirismo y rabia, de belleza y denuncia, es tan equilibrada como implacable. Y la mirada de Matilde, tan especial, tan marcada por su realidad, se contagia al lector, que descubre realidades, que no le son ajenas, vistas desde otro prisma, enfocadas con los ojos de una mujer con las alas cortadas por su género y su clase social.
Leer Tea Rooms es una delicia formal, cargada de contenido social. Una rara avis dentro de nuestra literatura, por su estilo, por su contenido y por el momento en el que se publicó. Un instante en el que las mujeres eran ciudadanas de segunda y al leer este libro comprendieron que no solamente no estaban solas, sino que además tenían motivos por los que unirse y luchar.