Carolina Iglesias

Editorial: Temas de hoy

Año de publicación original: 2025

Hay amores de colegio que más que amores son devociones. De las que se sienten en el pecho pero no se airean constantemente. De esas que crecen solo con ver a la persona amada pero que no se alimentan de conversaciones ni de encuentros, sino de la observación lejana y oculta. Y que muchas veces es mejor no tratar de convertir en realidad, porque nunca es agradable derrumbar mitos.

Paula se sienta un día en el tren justo detrás de la chica que le gustaba en el colegio, Claudia

Yo, que maduré tarde, tuve una parecida en la universidad. Una chica mayor que yo, preciosa, de la cual sabía su nombre, sus apellidos, sus horarios, sus asignaturas y hasta sus notas publicadas en los tablones de la facultad. Pues bien, estos amores son tan poderosos que siempre vuelven de alguna manera u otra. Yo me encontré con esa chica en una fiesta años después de terminar la universidad. Yo estaba gordo y borracho en aquella época y me atreví a hablar con ella y la asusté para siempre.

Paula, la protagonista de Para siempre es mucho tiempo, tiene más suerte y más talento que yo. Ella, volviendo en tren a Madrid después de visitar a sus padres, se sienta justo detrás de la chica que le gustaba en el colegio, Claudia. Una chica de varios cursos por encima de ella que era amable con los desconocidos, discreta y guapa.

Paula y Claudia

Paula ha pasado ya la treintena. Y pelea por ser una adulta funcional, prototipo millennial, con visitas asiduas a la psicólogapara aprender a aceptar el rechazo y con un grupo de amigas incondicionales en quienes se apoya y a quienes empuja para ir superando las pruebas de mierda que la vida nos va tendiendo día a día en nuestro camino.

La maternidad, el compromiso, la conciliación, son monstruos del futuro con muchísima paciencia. Cada vez más

Pero, cuando Claudia se cruza en su vida, se aferra con fuerza y con valor (mentira, el valor se lo aportan desde fuera porque ella está hecha un flan) a ese nuevo clavo que ha aparecido en el escarpado ascenso que es alcanzar la vida adulta. Porque uno no experimenta fácilmente el amor verdadero. El estar en sintonía con otra persona. Querer pasar tiempo a su lado, mirarla vivir, simplemente.

Poco imagina Paula que ese amor también esconde nuevas pruebas en un futuro más cercano de lo que ella se imagina. Porque la vida es un Gran Prix eterno, en el que jamás estamos en calma y donde siempre hay alguien que nos va a poner a prueba, queriendo o no. La maternidad, el compromiso, la conciliación, son monstruos del futuro con muchísima paciencia. Cada vez más.

El peso de 'Estirando el chicle'

Escrito con la prosa que uno puede y debe esperar de un cerebro tan privilegiado como el de Carolina Iglesias, uno lee este Para siempre es mucho tiempo como si la propia Carolina te lo estuviese contando con una caña por delante. Y eso es bueno por la sensación de cercanía que desprende la historia y por el ritmo tan endiablado que le mete a la trama.

Pero puede resultar también un poco negativo, ya que a veces cuesta separar persona y personaje. Y Paula no es Carolina ni Carolina es Paula, por mucho que las dos tengan la misma edad, un sentido del humor muy parecido y una orientación sexual clavada.

Uno lee este 'Para siempre es mucho tiempo' como si la propia Carolina te lo estuviese contando con una caña por delante

Y porque el peso mediático de esta enorme comunicadora es cada vez mayor. Y llegar a confundir, por parecidos, su premiado 'Estirando el chicle' o sus múltiples proyectos en diferentes medios de comunicación, con esta novela creo que le hace un flaco favor al texto.

Por eso, lo ideal es leer Para siempre es mucho tiempo olvidando quién es su autora. Disfrutar de la vida de Paula, de sus miedos, de sus inseguridades, de sus aciertos y de sus fracasos como si fueran propios, que es para lo que sirve, en definitiva, la literatura.

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