Samanta Schweblin

Editorial: Seix Barral

Año de publicación original: 2025

Qué difícil es sacar fuera el dolor. Expresarlo, cuantificarlo, drenarlo. El buen mal trata de exorcizarlo, de bajarlo a la tierra y convertirlo en algo tangible. En algo a lo que enfrentarse. Estamos ante un libro de relatos que es como un espejo roto, uno en el que se reflejan fragmentos de vida, retazos de culpa y destellos de ternura, invitándonos a descubrir que, a veces, lo que duele también tiene la capacidad de liberarnos.

Estamos ante seis cuentos donde Samanta Schweblin oscila entre lo perturbador y lo conmovedor, mostrando personajes atrapados en momentos de inflexión irreversibles.

El dolor en seis relatos

En Bienvenida a la comunidad, por ejemplo, una mujer trata de suicidarse lanzándose al agua con varias piedras sujetas a su cintura. Pero sale mal y sobrevive. Es en lo que pasa después de ese acto de desesperación donde subyace una mezcla de terror y liberación. Esa inmersión, casi ritual, no es solo un acto físico, sino también una metáfora de cómo a veces nos lanzamos al vacío para intentar purgar el peso de nuestras emociones.

Estamos ante seis historias donde Samanta Schweblin oscila entre lo perturbador y lo conmovedor

En Un animal fabuloso, una mujer recibe una llamada inesperada de una amiga que, veinte años después, quiere reconstruir aquella noche fatídica en la que su hijo murió de manera trágica. La narración captura la esencia de una culpa casi tangible, que se vuelve un peso que impide avanzar y, a la vez, una herida que, al ser expuesta, invita a la redención.

Otro ejemplo para comprender lo que se respira en este libro: En El ojo en la garganta, un joven revive la dura experiencia de su infancia: el día en que se tragó una pila botón. Un accidente que acabó con una traqueotomía, la pérdida de la capacidad del habla y se llevó por el camino la relación con su padre. Una distancia que con la experiencia de la vida y el peso de los años muta: pasa del vacío, el dolor y el rencor a la esperanza.

Siempre hay luz

Como veis, estamos ante una lectura que no esconde los temas que toca. Y son duros, pero aun así, El buen mal se las arregla para no dar nunca la espalda a la luz. Schweblin condiciona la atmósfera de cada relato con una tensión que no se basa en lo espectacular, sino en lo íntimo. Que nos hace navegar en esas incómodas aguas en las que muchas veces dudamos si lo que estamos leyendo es real o imaginario.

Schweblin tiene la necesidad personal de exorcizar aquello que la abruma, de poner en palabras el dolor que, de otra forma, se deslizaría silencioso por entre las grietas de la existencia. Hay una dualidad permanente en la narración entre el aislamiento y la necesidad de vínculo, esa tensión permanente entre querer huir y, al mismo tiempo, buscar consuelo en el otro.

Ficción y realidad

La forma en que se entrelazan los cuentos es otro de los puntos fuertes de este libro. Cada relato, aunque se sostiene por sí solo, se conecta con los demás mediante imágenes recurrentes (el agua, las piedras o los silencios cargados de culpa) que actúan como hilos conductores de una trama emocional que refleja el dolor en sí mismo.

Desde el que puede sufrir una sola persona ante un drama que le toca de cerca, como el de una sociedad que se enfrenta a una tragedia. Así, el dolor no se presenta como un ente aislado, sino como una fuerza común que, en cada cuento, revela una faceta distinta de la condición humana.

Su estilo permite que nos sumerjamos en una lectura que es profundamente reveladora

Es imposible disociar esta colección de relatos de su autora. La argentina Samanta Schweblin ha sido finalista del International Booker Prize en tres ocasiones y galardonada con el National Book Award en 2022 por Siete casas vacías. Una colección de cuentos alabada unánimemente por la crítica y que ya ha superado las 30 ediciones desde que ganara el Premio de Narrativa Ribera del Duero en 2015. Con El buen mal se reafirma como una de las voces más innovadoras del cuento contemporáneo en español.

Su estilo, sencillo y sugestivo, permite que nos sumerjamos en una lectura que no es solo estética. Es profundamente reveladora. Es una invitación a mirar de cerca esas grietas del alma donde se esconde el dolor, a reconocer que, a pesar de la crudeza de las heridas, en ellas también se gesta la posibilidad de la redención.

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