Eduardo Mendoza
Editorial: Seix Barral
Año de publicación original: 2024
Hay muchas formas de conocer Barcelona y todas están en Eduardo Mendoza. El catalán, residente en Londres, ha sabido retratar la ciudad condal como pocos, quizá por sus vivencias desde niño y su "manía" de pasearla y observarla como alguien completamente ajeno, como un turista curioso ahora de mayor.
Podíamos decir que este libro es a la novela policiaca lo que El Quijote a la novela de caballerías que tanto amaba Cervantes
En esta Tres enigmas para la Organización nos presenta una Barcelona bulliciosa, postpandemia, tomada por turistas a la que un grupo de espías de una organización secreta del Estado viven ajenos inmersos en unas labores a las que nadie parece echar cuentas.
Muertos de risa
A Eduardo Mendoza se le cae el humor por los bolsillos al caminar. Se le escapa cuando habla mientras sonríe y lanza cualquiera de sus acertados dardos. Es su forma de entender el mundo y, como nos gusta decir, uno escribe como piensa (que, en realidad, es un consejo que damos para ligar por internet) y este Premio Cervantes nuestro tiene una mente privilegiada. Amante de las novelas policiacas, Eduardo Mendoza conoce a la perfección su mecanismo y juega con sus reglas para dar forma a esta descacharrante historia.
Amante de la novela policiaca, Mendoza conoce a la perfección su mecanismo y juega con sus reglas
No será un investigador atribulado el protagonista, sino nueve. No será una organización gubernamental sofisticada y con medios, sino la Organización, un organismo español creado décadas atrás del que ya nadie, excepto sus miembros, parecen acordarse.
Podríamos decir que esta Tres enigmas para la Organización es a la novela policiaca lo que El Quijote a la novela de caballerías que tanto amaba Cervantes.
La novela por casualidad
No sabemos si lo decía en serio o es otra de sus bromas, pero se supone que esta novela no tendría que existir. Se supone que Mendoza no quería escribirla, pero un día empezó y le salió sola.
El autor ha sabido retratar Barcelona como pocos, quizás por sus vivencias desde niño
Y con la misma aparente facilidad con la que la escribió se lee. No del tirón, porque cuatrocientas páginas son muchas páginas teniendo en cuenta que de vez en cuando hay que parar para dormir, comer, parar para reír a carcajadas y releer ese párrafo para cerciorarnos de que de verdad hemos leído esa genialidad.
A ver, es Eduardo Mendoza, no haría falta ni tener que explicar por qué hay que leer cualquiera de sus novelas.
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