Esta es la historia real de cómo unos osos se merendaron el sueño de crear la primera utopía anarcocapitalista en Estados Unidos.
Un grupo de enemigos del Estado y de los impuestos eligió Grafton, en New Hampsire, para su experimento. El motivo de elegir esta localidad fue que ahí ya vivía un famoso libertario que se había presentado a gobernador de ese mismo estado, cuyo lema es "Vive libre o muere" ("Live free or die" en inglés).
El experimento 'Proyecto Free Town'
Grafton cumplía los requisitos que necesitaban. Era una localidad bien equipada pero con pocos habitantes, alrededor de 1.300. Por eso, solo necesitaban convencer a un pequeño número de simpatizantes para que se mudaran allí y hacerse, elecciones mediante, con el control del ayuntamiento.
En el Proyecto Ciudad Libre se permitía el tráfico de drogas, de órganos, el absentismo escolar e incluso el incesto
Y así fue. Atrajeron a otros, unos doscientos, la mayoría hombres blancos y solteros, de todas partes del país para crear el primer Proyecto Ciudad Libre con la promesa de la libertad total. Esto incluía el tráfico de drogas, de órganos, el absentismo escolar e incluso el incesto. Y por supuesto, nada de impuestos.
Efectivamente, ganaron las elecciones y en 2004 dio comienzo el experimento.
Sin impuestos, sin obligaciones (y con osos)
Lo primero que consiguieron fue reducir un 30% el presupuesto municipal, que tampoco era para echar cohetes porque en el anterior ejercicio fue de millón y medio de euros. A corto plazo, el pueblo se quedó con un solo policía, no podían mantener el sueldo de más, que si atendía el teléfono no podía patrullar y si patrullaba no podía atender el teléfono.
La biblioteca tuvo que reducir su horario a apenas tres horas al día y desapareció el servicio de recogida de basuras. Quédense con este dato porque será fundamental en el devenir de la historia.
Los osos, atraídos por la basura de los vecinos, empezaron a pasearse por las calles de Grafton
A medio plazo, se estropearon el alumbrado público y las carreteras, que nadie arregló porque la libertad no incluía responsabilidad ni obligación alguna. Hasta aquí se fueron mudando nuevos vecinos llamados por las bondades del libertarismo y a estos no se los pudo obligar a comprar cubos de basura anti osos, bastante abundantes en la zona.
Así, los plantígrados se sintieron atraídos por la basura de los vecinos y empezaron a pasearse por las calles. Pero en vez de tratar de espantarlos, otros vecinos los alimentaban por el placer de ver osos de cerca. Se trataba de una especie no agresiva con el ser humano, pero en su búsqueda de comida sí destrozaban propiedades y asustaban a los vecinos.
Algunos cazadores decidieron tomarse la justicia por su mano y fueron en busca de algunos ejemplares, a los que cazaron en sus madrigueras mientras hibernaban, algo totalmente prohibido. Con el tiempo, debido a la abundancia de comida, los osos dejaron de hibernar, porque a los animales también les gustó esa idea de la libertad total.
Pero no solo el comportamiento de los úrsidos arruinó el experimento, los humanos hicieron buena parte del trabajo.
Un ahorro que no existió
En los apenas diez años que duró el Proyecto Ciudad Libre, aumentó la criminalidad, se produjeron los primeros asesinatos en la historia de Grafton y aumentaron los delitos sexuales, además de aumentar el gasto del Ayuntamiento.
Los nuevos residentes se dedicaron a demandar al consistorio para forzar una jurisprudencia que les diera más libertad, así que se incrementó el gasto jurídico que podría haberse destinado a otros asuntos. Y todo por ahorrarse, según parece, unos 70 céntimos por vecino con respecto a otras ciudades de la zona, en las que sí contaban con buenos servicios.
En 2016, apenas 10 años después de su inicio, el Proyecto Ciudad Libre se dio por concluido
En 2016, apenas 10 años después de su inicio, el Proyecto Ciudad Libre se dio por concluido, aunque todavía hoy no se ha recuperado totalmente del experimento.
Y todo esto, y más, es lo que cuenta en Un libertario se encuentra con un oso el periodista Matt Hongoltz-Hetling, galardonado en varias ocasiones por otros trabajos e incluso finalista del Premio Pulitzer por un reportaje sobre vivienda social.
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