Imaginen una organización secreta con extraños lazos que ascienden hasta las más altas esferas del Vaticano, con un pie desde su nacimiento en regímenes fascistas y un escrutinio constante de la vida privada de sus miembros. Imaginen una conspiración a nivel mundial que va desde la política nacional hasta la de superpotencias como la estadounidense. Paren de imaginar, porque por fantasioso que pueda resultar hablamos del Opus Dei.
El periodista británico Gareth Gore ha pasado más de siete años investigando a la organización religiosa. Describiendo una línea desde su nacimiento hace sesenta años, hasta nuestros días. Una investigación concienzuda que ahora edita Crítica en nuestro país bajo el nombre de Opus.
Son pocas las veces que los paganos nos hemos podido asomar al interior de uno de los grupos religiosos más poderosos del mundo. Con la publicación de El código Da Vinci, el ojo público viró hacia sus más oscuros secretos. El vendaval mediático que siguió a la novela, y más tarde su salto a la gran pantalla, provocaron una gran crisis interna que Gore explica pormenorizadamente en su libro.
Fe y asesinos a sueldo
Brown presentó la trama de su novela en torno a dos organizaciones: el Priorato de Sión, una organización casi mitológica a la que pertenecieron artistas como Miguel Ángel o el propio Da Vinci; y el Opus Dei. En el prefacio de la novela, catalogada como ficción, se incluía una pequeña introducción a modo de guía para los lectores en la que se explicaba la naturaleza fundamentalista y secreta de esta última.
El personaje de Silas, el asesino fanático de El código Da Vinci convive en el imaginario colectivo todavía. En una de las escenas de su posterior adaptación, el actor Paul Bettany se remanga sus hábitos dejando al descubierto una cinta metálica, puntiaguda que laceraba la carne de sus muslos. La imagen no se correspondía solo con una atrevida decisión de atrezzo, el cilicio era un accesorio muy extendido entre los fundamentalistas católicos y guardaba una cercana relación con la particular liturgia del Opus Dei.
"Internamente, se puso en marcha una frenética operación para enseñar a los numerarios qué decir sobre el libro"
El primer impulso del Opus Dei fue ignorar diametralmente la novela. Es más, como cuenta Gareth Gore en Opus, "durante seis meses, el Opus Dei se abstuvo de hacer declaraciones públicas. Internamente, se puso en marcha una frenética operación para enseñar a los numerarios qué decir sobre el libro (...). Se les dijo que insistieran en que todo era mentira y que lo Obra no podía demandar porque el libro incluía una cláusula de exención de responsabilidad que estipulaba que era ficción".
Para cuando reaccionaron y publicaron un comunicado, era demasiado tarde. A pesar de afirmar que la novela "distorsiona los datos históricos sobre el cristianismo y la Iglesia católica", añadiendo que se trataba de un "retrato irreal de los miembros del Opus Dei y de cómo viven", los medios estadounidenses empezaron a dar voz a los testimonios de exmiembros de la organización.
Látigos y paredes cubiertas de sangre
La CNN incluyó un reportaje sobre la Obra en su sección de 'sociedades secretas'. Su presentador, Anderson Cooper, se entrevistó con Tammy DiNicola, una mujer que entró en contacto con el Opus Dei en la universidad y que más tarde fundó un grupo de apoyo de víctimas. DiNicola explicó algunas de las técnicas de captación que utilizaban con los jóvenes, en campus como el de la Universidad de Notre Dame en Indiana.
En esa misma entrevista la mujer enseñó frente a las cámaras un cilicio, explicando cómo aquel artefacto de tortura se utilizaba sistemáticamente entre sus miembros. El objetivo era que estos también experimentasen el dolor de Cristo en sus carnes. Y no era la única técnica masoquista.
Las 'disciplinas', pequeños látigos terminados en puntas metálicas, también formaban parte de la catarsis espiritual del grupo. DiNicola explicó al periodista que su uso estaba más que extendido, y que incluso numerarios y supernumerarios recordaban que su fundador, Escrivá de Balaguer, "cubría las paredes de su propio baño de sangre después de usarlo", según su propio testimonio.
"Esa mierda es del Opus Dei"
El éxito arrollador del libro se enmarca en un periodo especialmente turbulento para la Obra. Entre 2002 y 2010, surgieron numerosas acusaciones de abusos sexuales entre sus miembros. Las del padre McCloskey salieron a la luz en noviembre de 2002, después de que una supernumeraria le acusase de haberla agredido en múltiples ocasiones durante y después de las sesiones que ambos mantenían para ayudarla con sus problemas matrimoniales y de depresión. Pero no era la única.
En 2010, el sacerdote Manuel Cociña fue acusado de varios casos de abusos. Años más tarde, la opinión pública descubrió que el Opus Dei había intentado comprar el silencio de sus víctimas. Aún tuvo que pasar toda una década hasta que la organización los reconoció, un verdadero calvario para sus víctimas.
La opinión pública descubrió que el Opus Dei había intentado comprar el silencio de sus víctimas
En el seno de la vorágine por el éxito del libro, el Opus Dei se empezó a postular como un enemigo público para la sociedad estadounidense. La gota que colmó el vaso fue la llamada de la productora de la serie de HBO Los Sopranoa la oficina de prensa de la Obra en Estados Unidos. Los guionistas querían saber los detalles de los ritos funerarios de sus miembros.
En el capítulo dos de la quinta temporada, se incluyó un guiño al grupo que resulta significativo desde el punto de vista del cambio de paradigma que el afloramiento de los secretos de la Organización provocó. Uno de los personajes dejaba una medalla sobre el féretro de uno de sus compañeros, otro de los personajes se acercaba en privado para reprocharle: "¿Crees que no sé que es esa mierda? Es del Opus Dei".
La 'Operación Limonada'
Cuando Sony compró los derechos para llevar el libro a la gran pantalla el Opus Dei quiso impedirlo. "(Tom) Bohlin (el máximo responsable de la Obra en Estados Unidos en ese momento) escribió una carta airada en la que exigía una reunión con el director del estudio y pedía que no se utilizara el nombre del Opus Dei", cuenta Gore. "La petición cayó en saco roto".
Ante el estreno de la cinta, en 2006, protagonizada por Tom Hanks y Audrey Tatou, la Obra decidió cambiar de estrategia. Lo cuenta Gareth Gore en Opus: "Trazaron un plan de acción, bautizado con el nombre en clave de 'Plan Limonada'. (...) Consistía en presentar la película como una afrenta, no solo al Opus Dei, sino a todos los cristianos. Fue una táctica inteligente para desviar la atención (...) de algunas de las críticas muy reales hacia la Obra -sobre el lavado de cerebro, la coacción y el comportamiento misógino, todas ellas corroborables- y volver a centrarlas en las afirmaciones de Brown sobre la relación de Jesucristo con María Magdalena".
"Trazaron un plan de acción: presentar la película como una afrenta, no solo al Opus Dei, sino a todos los cristianos"
Encontraron a un miembro del Opus llamado Silas, como el personaje albino de la película y vendieron su historia. 'El verdadero Silas' apareció en numerosos medios de Estados Unidos. Abrieron a la prensa Murray Hill Place, su inexpugnable sede de Nueva York. Y el propio Bohlin en persona fue el guía en un programa en prime time donde explicó que los miembros de la Obra no eran para nada como aquel asesino albino interpretado por Paul Bettany y que nadie usaba el cilicio.
Como explica Gore en Opus: "'El código Da Vinci había amenazado con desenmascarar a la organización por lo que era, inspirando a las víctimas a romper su silencio e incitando a los medios de comunicación a examinar el movimiento con más atención. (...) Gracias a su astuta estrategia de comunicación, el Opus Dei había convertido los limones en limonada".