Era 1938. La italia fascista se enfrentaba a Hungría en la final del Mundial de fútbol, y Mussolini le envió al seleccionador italiano un telegrama con tres palabras: "vencer o morir".
"Los Mundiales del 34 y 38 fueron un boom del fascismo"
"Consiguieron ganar dos Mundiales, en el año 34 y en el año 38. Eso fue un boom del fascismo tanto al exterior del país como a nivel interno, favoreciendo la cohesión de la población entorno a esos ideales políticos", asegura el periodista Cristóbal Villalobos, autor de 'Fútbol y fascismo' (Altamarea Ediciones, 2020).
Más importante que invadir una ciudad
Hitler intentó emular a Mussolini. Aunque a él no le importaba nada el fútbol, los nazis eran conscientes de su poder para controlar a las masas. El propio ministro de propaganda, Goebbels, dejó escrito en sus diarios que "ganar un partido era más importante para la gente que invadir una ciudad del este de Europa".
"Vargas Llosa dice que es un poco por la llamada de la tribu, la necesidad que tiene el ser humano de sentirse parte de un grupo", dice Villalobos. "Es lo que aprovecharon los dictadores para favorecer la propagación de sus ideas a través de este deporte".
Una sociedad adormecida
En el libro, el periodista también analiza el caso de España, que fue algo diferente. Tras la Segunda Guerra Mundial, llega la quiniela, las retransmisiones radiofónicas, las televisivas, y el franquismo se da cuenta de que el fútbol es útil, dice Villalobos, para adormecer a la población.
"El franquismo retransmitía muchos partidos para que la gente estuviera entretenida"
"Llegaba el 1 de mayo, el día del trabajo, el momento en el que los sindicatos y las organizaciones intentaban hacer algún tipo de lucha política y pacífica en contra del franquismo, entonces lo que hacía el franquismo era retransmitir muchos partidos de fútbol los días previos y posteriores para que la gente estuviera entretenida". Y así silenciar los problemas reales del país.