A principios de enero, las calles de China estaban totalmente abarrotadas. Cada año, durante esa época, millones de personas regresan a sus lugares de origen para celebrar el año nuevo chino
Ya entonces se hablaba de un virus que estaba controlado y del que se llegó a asegurar que no se contagiaba entre personas. Pero el 23 de enero, 11 millones de personas quedaron encerradas en sus casas. La ciudad de Wuhan se había detenido en el tiempo. "El número de infectados de coronavirus se disparó durante el periodo del Año Nuevo Chino y el sistema hospitalario de Wuhan, inundado por oleadas de pacientes, se encontró al borde del colapso", cuenta la escritora Fang Fang en 'Diario de Wuhan' (Seix Barral, 2020).
La autora abrió un blog y comenzó a documentar el confinamiento. Un total de 60 entradas que han sido traducidas y recogidas en este diario. Un libro que describe lo que parecía una película de ciencia ficción que jamás nos tocaría vivir, pero que ahora nos resulta muy familiar. Porque los pensamientos, las dudas, las reflexiones de la autora son exactamente las mismas que meses después tendríamos cada uno de nosotros.
Contra la censura
La gran diferencia es que Fang Fang tenía que hacer frente a la censura del Gobierno. "Aunque estoy encerrada en casa, sigo escribiendo y registrando lo que veo. Aunque los censores terminen borrando todas y cada una de mis entradas poco después de que las haya escrito, sigo escribiendo".
Otros corrieron peor suerte. Como Li Wenliang, el médico que alertó en diciembre, por primera vez, del coronavirus. La policía le obligó a firmar un documento afirmando que había extendido rumores falsos. Más tarde murió a causa de la COVID-19.