Fotografiar la muerte para mantener vivos a tus seres queridos
'Anoxia' (Anagrama, 2023), de Miguel Ángel Hernández, aborda el tema de la fotografía post mortem en el siglo XXI, una práctica tan antigua como la técnica fotográfica, que permitía a las familias convertir a sus seres queridos en eternos.
Estamos a mediados del siglo XIX. La vida no es tan sencilla y la muerte se lleva por delante a una niña con todo por vivir. Sus padres, para mantener vivo el recuerdo, deciden gastarse gran parte de sus ahorros y posan junto a su hija muerta. Es un daguerrotipo, la técnica precursora de la fotografía que nació en 1839.
El lujo de fotografiarse con los muertos
Fotografiarse junto a los difuntos era una forma de mitigar la pena causada por el duelo. Les vestían con sus mejores galas e incluso, en algunas imágenes, resulta complicado diferenciarles de los vivos.
Sin embargo, el proceso era tan costoso, que pocas eran las familias que podían acceder a retratar a sus seres queridos. Por eso, en la época victoriana, cuando el daguerrotipo primero y la fotografía después ofrecen la posibilidad, solía hacerse únicamente cuando uno de los miembros fallecía.
El duelo perinatal y la fotografía
Este perturbador arte de capturar la muerte en una imagen lo aborda'Anoxia', la nueva novela de Miguel Ángel Hernández. Sus páginas revelan los misterios de la fotografía post mortem y el poder sanador que tienen las imágenes.
Hoy, casi dos siglos después de que naciera esta costumbre, todavía se reivindica. Es un proceso muy aconsejable para los padres y madres de bebés fallecidos durante la gestación. Con ese sencillo gesto logran visibilizar el llamado duelo perinatal.
Instantáneas que a través de los siglos pretenden hacer eternos a sus muertos.