Les habrán visto ataviados con chaleco antibalas y casco, y puede que les hayan confundido muchas veces con soldados. Pero no lo son. Son reporteros de guerra.
Los periodistas que han vivido un conflicto hablan de aventura, de éxtasis... y también de miedo. Un miedo que les termina enganchando al horror y que les mantiene a medio camino entre el trabajo y la vocación. Un miedo que siempre les obliga a volver a la guerra.
Jugarse la vida para contar la guerra
Deben hacerlo. Deben volver para contarlo, aunque se enfrenten a la muerte todos los días. Deben volver para que el mundo sepa.
Y todo sabiendo que, muchas veces, los periodistas son objetivo prioritario para los terroristas, que se enfrentan a secuestros y a la muerte. Porque las bombas no preguntan y ellos necesitan dar voz a los que no la tienen, aunque sea trabajando en precario y aunque al otro lado se queden los que les quieren, los que más sufren, los que más miedo tienen.
'Territorio comanche': 26 años de un clásico
Los periodistas son casi siempre un testigo molesto en las guerras, pero necesario. 'Territorio Comanche' (Alfaguara, 1994) es un relato autobiográfico de Arturo Pérez-Reverte del conflicto de los Balcanes, aunque podría ser cualquier guerra.
A todas las unen los olores y los sonidos. Ya sea en Somalia, en Sarajevo o en Irak. Cambian a los que las viven, a los que las luchan y también a los que las cuentan. Porque sin ellos, sin los corresponsales de guerra, tal vez el resto seríamos un poco menos libres