Guía de la Granada de Lorca: de la Huerta de San Vicente a la Casa Rosales
La Granada de Federico García Lorca es infinita. Pero aquí hemos querido seguir sus pasos por alguno de los lugares más emblemáticos de su vida. Lugares que sirvieron de inspiración a sus poemas pero también alguno que recuerda su trágico final.
Tras describir el Madrid de Almudena Grandes, el Berlín de Paloma Sánchez-Garnica y la Barcelona de Carlos Ruiz Zafón, seguimos los pasos de Federico García Lorca en Granada.
La ciudad que lo vio crecer y en la que fue apresado durante las primeras semanas del estallido de la Guerra Civil por el bando sublevado, para después ser fusilado y lanzado a una fosa común en la carretera de Víznar (Granada).
Carlos Mayoral, periodista y autor de la novela 'Yo no maté a Federico' (Espasa, 2022) hace de guía por algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad que marcaron la vida y la obra del poeta español más internacional. Puedes visualizar la ruta completa y sin cortes en el vídeo principal, o hacerlo por partes a continuación.
Huerta de San Vicente
Actualmente convertida en la Casa-Museo de Federico García Lorca, la Huerta de San Vicente fue el "refugio" del poeta durante sus estancias en Granada. "Era el lugar al que siempre volvía", confirma Carlos Mayoral.
En 1925, cuando Lorca tenía 27 años, su padre, Federico García Rodríguez, compra esta propiedad para convertirla en casa de veraneo de la familia. En honor a su esposa, llamada Vicenta, la bautiza con su actual nombre.
Rodeada de vegetación autóctona de la zona, pronto se convirtió en un lugar de inspiración para Lorca, tanto en su faceta como músico (actualmente conserva el que fue su piano) como la de poeta: sobre el escritorio de nogal, expuesto aún en la primera parte, escribió buena parte de sus obras de madurez, entre las que están 'Yerma', 'Bodas de sangre', 'La casa de Bernarda Alba' o 'Yerma'.
Además, le gustaba invitar a algunos de sus grandes amigos a visitar esta casa; por ello, por aquí pasaron, por ejemplo, el compositor Manuel de Falla o el ensayista Luis Rosales, el que en agosto de 1936 lo escondió en su propio domicilio cuando los franquistas ordenaron su detención.
Fue en la Huerta de San Vicente donde, sin saberlo, Federico García Lorca pasó el último verano de su vida. Una paradoja para Carlos Mayoral, precisamente porque para el poeta, como recalca, "este era su lugar seguro". Quizás por eso este lugar, hoy corazón del parque Federico García Lorca, conserva, guarda y trasmite a la perfección la esencia lorquiana.
Restaurante Chikito
A quince minutos a pie, se llega a otro punto imprescindible en la trayectoria literaria de Lorca. El restaurante Chikito era, a principio del siglo XIX, el Café Alameda, sede de la tertulia de El Rinconcillo, una de las más vanguardistas de la España de entonces.
Federico García Lorca, acompañado de su hermano Paco, llega a este lugar en calidad de pianista. Aquí se empapa de las tendencias culturales y sociales de la época, convirtiéndose pronto en el alma de esta tertulia, que frecuentaron no solo intelectuales de la zona (como el político Fernando de los Ríos o el guitarrista Andrés Segovia) sino también personajes tan diversos como H.G. Wells, Rudyard Kipling o Arthur Rubistein.
Un pasado del que sacan pecho los actuales propietarios, que intentan rememorar en sus salones y paredes los recuerdos de aquellos días. Además, una estatua a tamaño real de Federico García Lorca, de la que se hacen acompañar los comensales más fetichistas. Así lo confirma Carlos, uno de los propietarios: "Hay quien reserva para comer precisamente ahí, junto a él".
La Alhambra
Con dos millones de visitantes al año, La Alhambra es el monumento español más visitado. Varias veces candidata a ser una de las 7 Maravillas del Mundo, el complejo fascina a todo el que lo contempla. Y esto no es nuevo.
Por eso, en 1922, Federico García Lorca y Manuel de Falla eligieron la plaza de los Aljibes para celebrar un certamen que resultó innovador al ser el primer certamen nacional del cante: el festival de Cante Jondo. "Con este concurso", nos cuenta Juan Ramón Rodríguez 'Jota', vocalista del grupo granadino Los Planetas, "intentaban recuperar la esencia del flamenco más puro".
Un estilo musical muy popular que encaja perfectamente con el espíritu que Lorca, que luego reflejaría en su obra: "Siempre fue un poeta muy comprometido con esas clases populares. Él siempre los tuvo muy presentes a todos ellos".
En ese mismo patio de los Aljibes, Jota reconoce abiertamente que Lorca "impregna toda la cultura popular y granadina" y que es "un referente total y absoluto". También para ellos, una banda indie rock. En su último disco han adaptado el poema 'El Manantial' (del primer poemario de Lorca) "y anteriormente hemos hecho algo que hacía él con frecuencia que es recoger la lírica popular, el flamenco para hacer nuestra propia obra y nuestras propias canciones", apunta el vocalista.
El certamen de Cante Jondo continúa celebrándose hoy en día cada verano.
Casa Rosales / Hotel Reina Cristina
Hay que volver al centro de Granada, concretamente a la calle Angulo, para hacer la última parada de esta ruta. El que hoy en día es el Hotel Reina Cristina en su día fue la casa de la familia Rosales (conocida como Casa Rosales), lugar en el que Lorca se escondió cuando comenzó a sentir sobre él la amenaza real de las tropas franquistas, recién sublevadas.
Era principios de agosto de 1936 cuando el poeta, que entonces tenía 42 años, acudió aquí al considerarlo seguro, porque los Rosales eran respetados falangistas y con mucho mando e influencia en la ciudad. Sin embargo, de nada le sirvió: tras recibir un chivatazo, un grupo de hombres esperó a que el íntimo amigo del poeta, Luis Rosales, saliera de la casa para entrar a apresarlo.
Federico Jiménez, director del actual del hotel, cuenta como la madre de los Rosales intentó impedir la detención, plantándose frente a ellos y cortándoles el paso. "No pudo mantener el pulso y lo sacan, ya detenido, a la calle Angulo para ser conducido al gobierno civil en calle Duquesa. Ésta es la última estancia en la que está Federico", zanja Jiménez.
De la sede del gobierno civil sería conducido hasta Víznar, donde las tropas franquistas lo fusilan y lo arrojan a una fosa común la noche del 18 de agosto de 1936. Sus restos, como de las otras personas asesinadas junto a él, aún no han sido encontrados.