Conocemos la terrible represión que sufrieron los perdedores de la guerra civil española. Una historia centrada en sus protagonistas, la mayoría hombres, y que poca atención ha prestado a las mujeres.
Las rapadas de Montilla
Durante la Guerra Civil, una forma de represión que se usó específicamente hacia las mujeres fue el rapado de sus cabezas. Una humillación que sufrían por ser republicanas o simplemente por ser familiares de hombres republicanos. La fotografía de las mujeres rapadas de Montilla es una de las tres imágenes que se conservan en España y que retratan esta humillación.
Según el periodista e historiador Juan Luis Valenzuela, "estas vejaciones atentaban a la estética de la mujer, a la dignidad. No solamente era raparlas, era darles al mismo tiempo aceite de ricino, pasearlas por la calle y que se hicieran sus necesidades por la calle".
"Hay que reivindicar a la mujer que estuvo en el frente, en la cárcel y en el exilio"
Abusos para estigmatizar a las mujeres que también se produjeron en otros lugares de España, pero a los que la historia ha prestado poca atención y que son claves para reconstruir nuestra memoria histórica. Para Valenzuela, ser mujer durante el franquismo "fue una doble represión. Hay que reivindicar a la mujer que estuvo en el frente, que estuvo en las cárceles, en el exilio y que también fueron fusiladas".
Anselmo, el farero que salvó miles de vidas
Conocer la historia es la forma de reivindicar a sus verdaderos héroes, como Anselmo Vilar, el joven farero que apagó su luz para salvar a miles de personas que huían durante La Desbandá, de Málaga a Almería, perseguidos por las bombas franquistas.
Gracias a que Anselmo apagó durante varias noches el faro de la llamada carretera de la muerte a su paso por la Torre del Mar, los barcos y la artillería no vieron a los refugiados que huían. Aquellos refugiados en su propia tierra evitaron ser acribillados y consiguieron salvar sus vidas. Cuando Anselmo fue descubierto, la respuesta fue fusilarlo.
Una deuda con nuestro pasado
En su nuevo libro, 'La factura de la democracia', Juan Luis Valenzuela cuenta estas historias para saldar la deuda que todavía tenemos con nuestro pasado.
"La memoria histórica no es ni de derechas ni de izquierdas"
Defiende que para construir un buen futuro es necesario que un país asuma su historia sin depender de ideologías. "La reivindicación de la memoria histórica no es algo ni de derechas ni de izquierdas, no se lo puede apropiar nadie". Porque, recalca, contar las cosas como fueron es el mejor antídoto para las heridas que siguen abiertas.