El personaje en cuestión es Gwynplaine. Una suerte de payaso y monstruo. Dos figuras que durante toda la Edad Media fueron una sola en los espectáculos teatrales. Pero con el tiempo se fueron separando hasta convertirse en dos roles totalmente distintos. Víctor Hugo rescató esa dualidad y en su novela 'El hombre que ríe' (Barataria, 1869) la volvió a comprimir en un solo personaje.
Payaso y monstruo se fundieron en esa novela y, años después, en su adaptación al cine en 1927. Precisamente este personaje fue el que sirvió de inspiración a los creadores de Batman y el 'Joker'. Crearon la imagen de un payaso aterrador y perturbado aunque nunca le dieron un origen.
El oscuro origen del 'Joker'
El 'Joker' de César Romero de la serie de los 60 es un criminal sin pasado. Fue el payaso del crimen más literal que se ha visto en pantalla. Hubo que esperar a que Alan Moore alumbrase 'La Broma Asesina' (ECC Cómics, 1988). En esta novela gráfica se cuentan unos orígenes que la editorial no considera canónicos pero de los que el cine sí ha bebido. El 'Joker' de Jack Nicholson nació al caerse en un bidón de residuos químicos. Igual que en 'La broma asesina'.
El 'Joker' de Joaquin Phoenix es un enfermo mental que quiere ser comediante. El de 'La broma asesina' también quiere serlo. Pero la sociedad le arrincona y le presiona hasta que estalla. Otro origen que perpetúa el mito del personaje. Un villano cuyas raíces nunca son las mismas. Lo único que siempre se mantiene es esa escalofriante risa.