Cuando creíamos que ya lo había contado todo, Ramón Lobo nos sorprende con una crónica póstuma tan dolorosa como bella, la de sus últimos meses luchando contra el cáncer. Es un veterano corresponsal de guerra habituado a hablar de los peores conflictos y en el libro que se acaba de publicar: Pensión Lobo, aborda la batalla que hubiera preferido no tener que contar, su incansable lucha contra el cáncer.
La presentación tiene lugar en la Librería Méndez de Madrid. Sus dueños, Inma y Antonio, confiesan que era más que un cliente un amigo, que era su casa donde pasaba largas horas. "Este libro es lo que le sostenía porque se estaba despidiendo de todos nosotros", cuenta su colega y amigo Bru Rovira. Un diario de sus últimos meses en el que volcó todo el periplo hospitalario: "Él iba al médico y salía pensando que igual eso le daba un capítulo", comenta el también periodista Íñigo Domínguez.
Su última crónica
El libro demuestra que siguió ejerciendo hasta su último suspiro en esa crónica de una muerte anunciada. Una crónica triste, a la que dotó de su humor característico. En pasajes en los que, por ejemplo, bromea en torno a la decisión de si debería morir en casa o en el hospital porque a ver cómo iban a bajar su féretro por la escalera de su edificio. "Es un ejercicio periodístico en el que él quiere hacer un último reportaje, y el reportaje es contarnos cómo te mueres", apunta el periodista Javier del Pino.
Precisamente a Del Pino fue a quien le concedió su última entrevista. "Una charla entre amigos", así la define Javier emocionado. "Fue probablemente el momento más duro que he vivido en el programa. Todos los que estábamos allí, incluido yo, estábamos llorando y él sin embargo estaba entero y además su empatía hizo que cuando acabamos aquella conversación fuera él el que nos consolara a nosotros", comenta todavía sacudido por el recuerdo.
Lobo dijo que se revolvería entre sus cenizas si algún periodista decía que "murió tras una larga enfermedad". "No, se llama cáncer"
De esa charla salieron reflexiones que deberían recetarse como medicamentos. Ramón Lobo bromeó con que se revolvería entre sus cenizas si algún periodista en su obituario decía que "murió tras una larga enfermedad, no, se llama cáncer, cáncer", repetía. Había constantes alusiones a cómo afrontar la muerte que cobran un cariz especial viniendo de alguien que ha contado tantas muertes inocentes en conflictos o incluso la muerte de compañeros cubriendo guerras.
"No es lo mismo ver el sufrimiento de los demás, no es lo mismo participar en la muerte de alguien que en la tuya propia. Es una diferencia enorme. Pero sin duda es un entrenamiento en la gestión de la tristeza o de las emociones extremas. Y de alguna forma nos permite ahora sentir ese privilegio de que la vida no tiene nada que ver con el número de años que vives sino con cómo la vives." Y en esa línea invitaba a disfrutar cada momento, sentirlo y exprimirlo al máximo ante un Javier del Pino más que emocionado.
Su faceta más personal
Su libro nos revela interesantes datos de su faceta más personal. Traza una línea de reconciliación con sus padres desde el título: 'Pensión Lobo', en alusión a las reprimendas que recibía de su padre cuando aún vivía en la casa familiar. Cuenta que le decía: 'Esto no es una pensión' y que decidió pegar en su puerta 'habitación número 13' como esa zona segura que le mantenía a salvo del abismo ideológico que le separaba de su progenitor.
También es un homenaje a su madre y a sus raíces. Esa Venezuela en la que, de niño, casi muere a causa de un ataque de asma. Una trágica cuadratura del círculo vital, que se dibuja en torno a sus pulmones, protagonistas también del cáncer que se lo llevó. Es un escrito en el que reivindica su memoria familiar y la hace colectiva, con tremendas dosis de honestidad.
El mismo periodista que no tuvo miedo al meterse en las zonas cero de numerosos conflictos mira de frente a la muerte en estos pasajes
Y qué decir de su humor negro. Bromea con si le dará tiempo a terminar el libro pensando en la conveniencia de la palabra deadline que tanto usan los escritores. Y es hilarante el momento en el que recopila las personalidades que han muerto en 2023 porque lo visualiza como un barco en el que van a viajar juntos. Se siente feliz al compartir el viaje con Jane Birkin o Carlos Saura, pero lamentándose de que también se suba Berlusconi a lo que añade que le tirarán por la borda.
Está repleto de referencias bibliográficas. Nos ha emocionado por ejemplo que cite a ese Paul Auster que habitaba, como él, Cancerland (el término que usó su mujer la también escritora Siri Hustvedt para narrar su ocaso. Reflexiones mordaces y valientes, del mismo periodista que no tuvo miedo al meterse en las zonas cero de numerosos conflictos y que en estos pasajes mira de frente a la muerte y, sin temor ni condescendencia, comparte con una honestidad brutal cómo están siendo sus últimos meses.
Así se refería antes a la muerte
Nos ha llamado mucho la atención encontrar en nuestro archivo de video, otros momentos en los que se refirió a la muerte. En una entrevista en laSexta Noche en 2015 aseguraba que en la adrenalina de cubrir una guerra "nunca piensas que te van a matar, que te va a pasar nada. Piensas que eres inmortal", relataba. También en un programa especial de reporteros de guerra en 2001 recordaba la tristeza de haber perdido a colegas como Julio Fuentes en la guerra de Afganistán. "Lo que ocurre es que cada vez que muere un amigo es un recordatorio de que te puede pasar a ti. Por eso es tan triste cuando muere un periodista porque nosotros nunca queremos ser protagonistas de la noticia".
"Nunca piensas que te van a matar, que te va a pasar nada. Piensas que eres inmortal"
Muy a su pesar (y a nuestro pesar) está siendo protagonista de esta noticia que el 2 de agosto de 2023 nos dejó el peor de los titulares. No llegó a cumplir 69 años, edad que le hacía especial ilusión, tampoco ha llegado a ver la decimoquinta de su querido Real Madrid. Pero su talento está vivo y condensado de un modo muy especial en las 236 páginas de su libro que termina así "Nos volveremos a encontrar, aunque sea en vuestro recuerdo". Su legado imborrable hace que nunca muera en la memoria colectiva.