El año pasado se cometieron en total 325 asesinatos en España. Pero, ¿qué ocurre con los escenarios de esos crímenes? Hemos estado con la primera empresa española dedicada a las llamadas limpiezas traumáticas. Profesionales que borran las marcas de la muerte a los que nadie desearía tener que llamar.
Empezaron hace doce años casi por casualidad porque les llamaron los servicios sociales para "una limpieza delicada". Limpiezas González, una pequeña pyme familiar radicada en Hellín (Albacete) se dedicaba a sanear edificios y se ofrecieron a buscar una empresa especializada, pero descubrieron que ninguna en España se dedicaba a las llamadas limpiezas traumáticas. Fue entonces cuando vieron la oportunidad de mercado y decidieron especializarse en borrar las huellas de tragedias como asesinatos, suicidios, muertes solitarias y con síndrome de Diógenes.
Un trabajo para el que nadie te prepara
Manuel González es el fundador de Limpiezas traumáticas González. Cuenta que en estos años han visto escenas "que no creeríamos" y que han tenido que ir aprendiendo poco a poco. Era una categoría profesional tan pionera en España que la Seguridad Social llegó a llamarles para preguntarles qué les ponía en el epígrafe de tipo de empresa.
Reconocen que no había formación al respecto y que fueron autodidactas. "Consultamos con médicos y al principio nos sugerían limpiar la sangre con agua oxigenada", recuerda Manuel. "Después hemos ido haciendo cursos sobre limpiadores potentes y aprendimos a que antes de entrar hay que desinfectar con una bomba de ozono para eliminar posibles patógenos".
"Antes de entrar hay que desinfectar con una bomba de ozono para eliminar posibles patógenos"
Comentan que los forenses que acuden a las escenas del crimen antes que ellos sí que están formados y preparados, pero "es un trabajo para el que nunca se está suficientemente preparado psicológicamente", reconoce. Es tal el impacto que reciben, que entre sus trabajadores ha habido desmayos, por eso ahora intentan buscar personal que haya recibido nociones mínimas y que estén familiarizados con la sangre, como los auxiliares de clínica. "Es lo que más impacta al principio, y no solo visualmente, la sangre tiene un olor muy peculiar", cuenta Manuel.
Los limpiadores de los crímenes más mediáticos
Han sido los responsables de la limpieza de crímenes como los de Pioz, los degollamientos de Parla o el asesinato de Vilanova i la Gertrú. "Yo ya no veo las noticias. Si ya es triste lo que hacemos, viendo el informativo ya sabría lo que nos toca, así que llevo un par de años evitándolo", dice emocionado.
Reconocen que los trabajos más duros son los asesinatos de violencia machista a menores, lo que se conoce como violencia vicaria. "Es muy difícil de olvidar. Recuerdas las manitas puestas en las paredes y marcos de la puerta intentando salir, los juguetes manchados de sangre y sobre todo los puntazos con la agresividad que han asestado en la pared", relata visiblemente afectado.
"Es triste lo que hacemos. Si viera el informativo ya sabría lo que nos toca, así que llevo un par de años evitándolo"
Son imágenes que se quedan grabadas en su cabeza. Asegura el dueño de la empresa que tienen una psicóloga en el equipo que frecuentemente habla con sus trabajadores para que puedan gestionar las duras escenas que tienen que presenciar. "Nos hemos dado cuenta de la brutalidad de las personas. Muchas veces nos preguntamos cómo un ser humano es capaz de hacer todo esto. Y claro, a nosotros nos duele".
La pandemia de Covid y sus consecuencias
Mientras se visten con los equipos de protección individual, les comentamos que sus trajes y mascarillas fueron de los bienes más preciados durante la pandemia y responden que, efectivamente, donaron todo su material a residencias de ancianos. "También desinfectamos muchas casas de familias humildes de manera gratuita para que nadie se quedase sin servicio en ese momento de máxima urgencia".
Hablando sobre los estragos de la pandemia de Covid-19 revelan que multiplicó los suicidios, uno de los trabajos más complicados a los que se enfrentan. "Ahora también, coincidiendo con la llegada de la Navidad, tristemente casi todos los días tenemos un aviso". En su trabajo, además, a menudo encuentran en el domicilio cartas de la persona que ha decidido quitarse la vida y relatan que por respeto a la familia siempre las entregan a la policía para que decida cómo se debe proceder.
Antes de que entre la familia borran cada detalle que pueda recordar la atrocidad que ha sucedido
Dice Manuel que son muy respetuosos en los trabajos. Por ejemplo, tratan siempre de no pisar la sangre, pero sobre todo de borrar cada detalle que pueda recordar la atrocidad que allí sucedió para "que cuando la familia cuando entre no vea esos puntazos en la pared, que si hay un tiro no vea la marca...". "Buscamos no añadir dolor a ese trance inexplicable, que cuando esa madre entre rota de dolor nada le pueda llevar a pensar lo que ha ocurrido dentro", explica. Quienes se enfrentan día a día a las muertes más escabrosas reconocen que si algo positivo ha tenido su labor es que ahora valoran mucho más la vida.
Cuando el asesino te pide limpiar su crimen
Una de las anécdotas más surrealistas que atesoran fue cuando el propio asesino les llamó para limpiar el crimen que había perpetrado: "Nosotros estábamos limpiando y yo le tuve que decir que se apartara porque estaba en medio, pisando la sangre, algo muy extraño porque normalmente la familia nunca está presente", relata Manuel. "Así que lo limpiamos delante del asesino, con toda nuestra extrañeza y sin saber que era el asesino, claro. Pero cometieron algunos errores, nos hicieron volver y fue cuando los pillaron".
Esta y otras anécdotas se recogen en el libro de Beatriz González, Limpiezas traumáticas. La periodista llegó a acompañar a los trabajadores a varios escenarios de crímenes reales y estuvo durante un año recabando estadísticas y datos para ponerle cifras a las muertes más dolorosas. "Mi idea era que el lector se pusiera en la piel de estos trabajadores y que vieran la realidad; no solo de los crímenes o suicidios, también de las muertes solitarias, que son muchísimas", apunta la autora.
La cara más cruel y poco conocida de la muerte retratada en un ensayo repleto de datos y anécdotas que nos acercan al complicado trabajo de las limpiezas forenses.