Y entonces Eva nació de la costilla de Adán. O no... "¿Qué pasaría si la palabra hebrea que es traducida como 'costilla' hubiera sido mal traducida, y la traducción no fuera 'costilla' sino 'al costado de', 'al lado de'?", se pregunta la escritora y traductora Nuria Barrios.

Lo hubiese cambiado todo. Poniendo a la mujer y al hombre al mismo nivel, con los mismos derechos, con las mismas obligaciones, "no viviríamos en esta sociedad patriarcal", asegura Barrios.

La Biblia, el libro más vendido de occidente y sobre el que se han construido nuestras vidas, "es el ejemplo por antonomasia de la importancia que tiene traducir correctamente", cuenta. "Las traducciones son lo que han establecido el orden social, político y cultural en el que nosotros estamos insertos".

"La traducción de la Biblia ha dado lugar a esta sociedad patriarcal"

Pero los textos sagrados han sido escritos, leídos y comentados por hombres. Es ahora cuando las mujeres "han comenzado a leerlos e interpretarlos, descubriendo cosas distintas", como esa 'costilla' que lo cambió todo.

La teoría, en este caso, es de la rabina francesa Delphine Horvilleur, y Nuria Barrios la ha recuperado en su libro 'La impostora', en el que habla de un oficio, el de traductor, tan desconocido como peligroso.

Asesinado por traducir un libro

"Una traducción puede suponer la muerte de una persona", asegura Nuria Barrios. Se refiere al caso de Salman Rushdie y la publicación de 'Los versos satánicos', en 1988.

El ayatolá Jomeini la consideró blasfema y pidió la ejecución de todos los que estuvieran implicados en la difusión de la novela. "Creen que el título hace referencia al Corán, señalándolo como un libro satánico".

"Una traducción puede suponer la muerte de una persona"

Rushdie pasó 10 años en clandestinidad, pero la peor parte se la llevaron los traductores de la obra. "El traductor japonés fue apuñalado hasta la muerte, el italiano fue víctima de un ataque del que salió ileso, al turco le intentaron matar en un incendio, y al editor noruego lo tirotearan", recuerda Barrios, que añade: "La palabras son peligrosas, están cargadas de dinamita".

Un viaje existencial

La traducción, además de conllevar más riesgos de los que imaginamos, es un oficio poco valorado, sin prestigio y mal pagado. Y en el caso de Nuria Barrios se ha llegado a convertir, como cuenta en 'La impostora', en un perturbador viaje existencial.

Todo comenzó cuando le pidieron traducir 'Venganza', novela de John Banville, porque el traductor habitual al castellano, Martínez-Lage, había fallecido. Descubrió que su voz era muy distinta a la de él. ¿Y si su versión iba a gustar menos? ¿Debía imitar a Martínez-Lage u optar por otro estilo? Con la fecha de entrega próxima, se vio envuelta en un torbellino de dudas.

"La traducción estaba poniendo en cuestión todo lo que yo era"

"Hubo un momento que me derrumbé", recuerda Barrios. "Me di cuenta de que aquello que parecía fácil, no era solo muy complicado, sino que estaba poniendo en cuestión todo lo que yo era como escritora y como persona".

Porque en una traducción lo importante no es el qué, sino el cómo. "Lo importante es lo que sugieren las palabras, las sombras que deja, el eco que tienen. Cómo transmitir el deseo, el placer, el temor, la fascinación que crean".