"Yo pensé, vayamos lentamente con esto. / Es importante. Deberíamos pensarlo / en profundidad. Deberíamos dar / pequeños pasos meditados. / Pero, bendícenos, no lo hicimos". Quien escribió estas líneas fue Mary Oliver. No son versos de juventud. Pertenecen a su libro 'Felicity' (Valparaíso, 2016), un volumen que, contra lo que podría esperarse, escribió justamente cuando su pareja de toda la vida murió.
Ella perdió a su compañera cuando rondaba los 80 años y, en lugar de hundirse –como habría sido esperable y en lo que no habría nada que reprochar--, decidió pasar su duelo escribiendo toda una oda al amor que habían vivido juntas. Por celebrarla a ella, a ellas. Su historia y la de todas.
Mary Oliver es una poeta que celebra la vida y el amor, una poeta que nos reconcilia con el mundo, aunque en España casi nadie la conoce. En Estados Unidos, donde nació y vivió entre 1935 y 2019, es estudiada con honores. Salvando –mucho—las distancias, es como nuestra Gloria Fuertes: en su país se enseña, en Primaria se aprenden sus versos, ha estado años en las listas de libros más vendidos (sí, sí, poesía). Pese a tener estilos totalmente diferentes, también entre las dos hay ciertos paralelismos que tienen que ver con que eran mujeres: vidas con momentos trágicos, tan amadas como odiadas por casi los mismos motivos, simplificadas, subestimadas.
Oliver era –es, pues una poeta nunca muere—puro vitalismo. Ella decía que su objetivo era escuchar al mundo. "Sigo en ello", comentó en 2015 en una de las últimas y pocas entrevistas que concedió. "Es curioso que sea una de las poetas más queridas de su país y que fuera huidiza de la prensa durante toda su vida", comenta a Ahora Qué Leo Nieves García Prados, traductora de la poeta en Valparaíso Ediciones. "Apenas concedió entrevistas, ni siquiera cuando le concedieron el Pulitzer de Poesía en 1984 con 'American Primitive'", agrega desde el otro lado del Atlántico.
García Prados es prácticamente la voz de Oliver en español. Todo un reto: en nuestra lengua solo se han editado tres libros de poemas de la autora ('Dog Songs', 'Felicity' y 'A Thousand Mornings', que ha salido este año), todos en Valparaíso Ediciones y todos con traducción de García Prados. Un cuarto libro en español se puede encontrar en Errata Naturae: La escritura Indómita, una serie de ensayos sobre su proceso de escritura, en esta ocasión traducidos por Regina López Muñoz. Por poner en contexto las cifras, Oliver escribió casi cuatro decenas de libros y, de hecho, en 2017 fue calificada como la poeta más vendida de Estados Unidos. No es nada.
¿Por qué esta infrarrepresentación en nuestra lengua? Laura Casielles, poeta, cree que en España "la traducción es a veces un proceso que parece casi azaroso, y depende de la voluntad de traductores, editores... empeños casi personales de gente que se pone a batallar por dar a conocer a un autor o autora determinada". Justo es lo que cuenta García Prados: "Traducir a Mary Oliver ha sido siempre una tarea que he querido hacer para dar a conocer su obra".
Para García Prados, este empeño se materializa en unas traducciones y ediciones cuidadas con mimo: "Lo que más intento tener en cuenta es conservar la sencillez de sus versos, sin simplificar". Y en no simplificar está la clave, porque la propia Oliver sufrió esto en vida. "Creo que se la ha subestimado", reconoce García Prados, y se explica: "Una mujer que dedicaba todos sus libros a su pareja de toda la vida, la fotógrafa Molly Malone". Además, la traductora critica que la poesía de Oliver, que exalta lo sencillo "se ha confundido con simplona". Aún así, es optimista: "Se le irá haciendo justicia".
Una poesía para el pueblo
Y justicia hace falta, pues la voz de Oliver resulta ser un soplo de aire fresco, un refugio que traspasa fronteras físicas y mentales. "Mary Oliver popularizó la poesía en su país mucho antes de que existieran las redes sociales, con el boca a boca", explica García Prados, que vive en Estados Unidos.
"Sus poemas acercan la poesía al gran público manteniéndola en un nivel literario y en unas búsquedas interesantísimas", agrega Casielles. Para ella, Oliver es una lectura reconfortante porque también es "capaz de conectar con preocupaciones, búsquedas, preguntas y con, por supuesto, un gusto y un placer estético que hicieron que su figura se convirtiera en muy importante dentro del panorama estadounidense".
El verso de Mary Oliver es único, como única era ella, siendo al mismo tiempo una persona con un pensamiento muy colectivo. "Muchos de mis poemas empiezan con el 'Yo', pero lo que quiero es que el 'yo' sea el posible lector, más que yo misma", contó en la mencionada entrevista. "Hablo de una experiencia que es mía, pero que bien podría haber sido de cualquier otra persona. Ese es mi sentimiento sobre el 'yo'", explicaba la autora.
"Para algunas cosas / no hay estaciones incorrectas. / Esto es lo que sueño para mí misma", escribió en 'A Thousand Mornings'.
De esta manera, prácticamente cualquier persona que lea a Oliver puede sentirse identificada, arropada. "La importancia de su poesía radica precisamente en su capacidad de conexión, de comunicación y, diría, incluso de sanación", explica Casielles. "De alguna manera ella consigue una escritura que es muy cercana, de mucha intimidad, que da en la diana de los sentires y preocupaciones de quienes la leen".
No solo eso, sino cómo lo consigue: "De una manera muy directa, muy honesta, muy humilde, nada ampulosa", continúa Casielles, que agrega: "Esta posibilidad de acercar la poesía, de hacerla accesible, bajarla de pedestales y de misticismos y convertirla en una conversación y una herramienta cotidiana al alcance de cualquier persona es una de sus grandes aportaciones".
"Se centra en la exaltación de la belleza de lo simple, como el canto de una alondra, el sonido de las mareas, o el modo de estar en el mundo de las rosas, tan sencillo como eso", añade García Prados, que cree que esto es "lo verdaderamente revolucionario" de su poesía. La propia Oliver lo explicaba en sus palabras: "Cuando escribes un poema, lo escribes para cualquiera y para todos. Y tienes que estar listo para hacerlo. Es un regalo. Siempre es un regalo. Es un regalo para ti, pero es un regalo para cualquiera que tenga hambre de él".
Poesía como salvación
Oliver sufrió abusos sexuales en su infancia, de adulta tuvo un cáncer de pulmón y con ochenta años se murió su pareja de toda la vida. La respuesta ante esto no fue la ira, la nostalgia o la tristeza, sino la reivindicación de la belleza, la naturaleza, la vida: "Me salvó la poesía, me salvó la belleza del mundo", decía ella misma en 2015.
Y eso que durante muchos años le costó llamarse poeta a sí misma, se consideraba una reportera, "cómplice de esa confusión entre los lenguajes referenciales y poéticos", explica García Prados en el prólogo de 'Dog Songs' (Valparaíso, 2015). "Creo que la poesía tiene atracción por sonidos que son diferentes a los de la literatura", contaba la propia poeta, que explicaba que ella sentía la poesía como música, "más fácil de recordar para la gente".
"Las personas son más propensas a recordar un poema y, por lo tanto, sienten que lo poseen y pueden repetírselo como si fuera una oración, es más fácil que recordar un capítulo [de una novela] y citarlo. Y eso es muy importante, porque entonces te pertenece. Lo tienes cuando lo necesitas", explicaba Oliver. De nuevo la poesía como colectividad, como algo que se comparte pese a vivirse en soledad. La poesía como acompañamiento.
"¿Cómo sería el mundo sin música o sin los ríos o sin la verde y suave hierba? ¿Cómo sería el mundo sin perros?", escribió la poeta en unos versos de Dog Songs que resumen su visión de la vida. Porque ella es una de esas poetas que optan por la luz y luz es lo que nos ofrecen en sus versos. Y, antes de que haya malentendidos, Casielles agrega: "No quiere decir tener una mirada ingenua ni naif: para ver la luz hace falta hacerse cargo de la sombra".
Esta luz tiene que ver con "intentar salvar aquello que merece ser salvado, intentar rescatar eso que nos hace la vida y el mundo más habitables". Así es Mary Oliver y así la describe Laura Casielles, que utiliza a la estadounidense a menudo en sus talleres de poesía. "Mary Oliver encuentra en la naturaleza, en su relación con ella, en su relación con las personas, con otros seres, un modo de estar en el mundo que es el que nos ofrece en sus poemas".
Gracias a esto leer a Mary Oliver es reconectar con el mundo del que a veces nos aleja el ritmo vital occidental. "Ofrece un mundo lento, contemplación, calma, paz... Quizá por eso sus poemas se convierten en un refugio, en un lugar seguro, un lugar de sanación", insiste Casielles. "Los libros de Mary Oliver son un canto al amor, sin ningún tipo de miedo a saltar al vacío, y sin miedo a ser juzgada", añade García Prados. Ella acaba esta entrevista recordando estos versos de su poema 'Momentos'. Una buena forma de acabar también este reportaje: "No hay nada más patético que la prudencia / cuando el salto al vacío podría salvar una vida, / incluso, posiblemente, la tuya".