Natalia Ginzburg o cómo convertir lo cotidiano en literatura feminista en pleno fascismo
Es una de los mayores exponentes de la literatura italiana del siglo XX. Una mujer que defendió los derechos humanos y los de las mujeres mientras alzaba la vida cotidiana de las familias transformándola en literatura. 'Léxico familiar', su novela más importante, cumple 60 años.
En la Italia de Mussolini era difícil ser feminista. La escritora Natalia Ginzburg (1916-1991) nunca pretendió serlo y, sin embargo, hoy, más de 30 años después de su muerte, es una de las referentes del movimiento más importante del país.
La familia como espejo de Italia
Porque Ginzburg, como ella misma reconocía en una entrevista concedida a la RAI en 1963, era mujer, lo que hacía que tuviera que contar las historias de las mujeres. Y a ella las historias que más le interesaban eran las que sucedían dentro de casa, de puertas para dentro, que reflejaban la vida y las relaciones familiares. Porque, a partir de ese micromundo, ella conseguía hacer una fotografía fiel de la Italia de la época.
En 1963, cuando dio esa entrevista, acababa de ganar el premio Strega (el más importante de la literatura en italiano) por su novela 'Léxico familiar', libro de lectura obligatoria en Italia y, quizás, la obra más valorada, aclamada y representativa de toda su bibliografía.
"No es la historia de mi familia, es la historia de las personas de mi familia"
'Léxico familiar', que cumple 60 años, cuenta la historia de su familia, judía, y lo hace a través del lenguaje que utilizaban para relacionarse entre ellos. Calificada como autobiografía, Ginzburg insistía en que ella se colocó como testigo: "no es la historia de mi familia, es la historia de las personas de mi familia".
Hija de intelectuales, rodeada de ellos durante toda su vida, sufrió la crueldad del fascismo en sus propias carnes: su primer marido, ruso, fue torturado hasta la muerte en una cárcel de Roma.
Activismo político
Pero no fue la única muerte que la marcó: también el asesinato de su gran amigo, Pier Paolo Passolini (quien la dirigió como actriz en 'El evangelio según San Mateo').
Ambos acontecimientos hicieron que poco a poco se fuera involucrando activa y públicamente en política, hasta el punto de ser nombrada diputada del Partido Comunista en 1983.
Desde su posición defendió los derechos cívicos y humanos, algo que, por otro lado, ya llevaba haciendo durante toda su vida a través de su obra. Y su compromiso, además de su inmenso talento para plasmar en papel la grandeza de las cosas pequeñas, la han convertido en una de las grandes exponentes de la literatura italiana de todos los tiempos.