El cobalto mantiene en situación precaria a cientos de miles de trabajadores, incluidos niños, que trabajan en minas de la República Democrática del Congo, donde las condiciones llegan a ser de esclavitud y hay un millar de muertos al año. China es el principal propietario de las minas, aunque todas las tecnológicas compran cobalto, necesario para las baterías eléctricas de móviles y coches.
En el vídeo, una imagen que deja sin palabras: la de miles de hombres, mujeres y niños que cavan en una inmensa mina en el Congo para extraer el codiciado metal. "Es como si estuvieras entrando en otro planeta. Es imposible entender cómo las condiciones que vi en el Congo, ese nivel de pobreza y degradación y sufrimiento, pueden tener lugar en el mismo planeta donde hay multimillonarios, donde hay calles llenas de diamantes, de negocios, y con abundante comida, electricidad y agua", expresa Siddharth Kara, autor de Cobalto rojo.
"Es imposible entender cómo ese nivel de pobreza, degradación y sufrimiento pueden tener lugar en el mismo planeta donde hay multimillonarios"
En este sentido, el autor destaca que "hay mujeres con bebés atados a su espalda, decenas de miles de niños cubiertos de suciedad tóxica, todos rebuscando en la tierra para llenar un saco de cobalto al día y ganar, como mucho, uno o dos euros".
China controla la mayor parte de las minas, aunque las empresas tecnológicas de todo el mundo compran ese cobalto para fabricar las baterías de los dispositivos y coches eléctricos que nosotros adquirimos. Sin embargo, Kara defiende que "nadie obligó a estas empresas a poner cobalto en sus baterías". "Lo hacen solo porque la batería dura más. Es la mentalidad colonial : ir a un lugar, tomar lo que queremos sin importar el costo, y cuando ya no lo necesitamos, nos vamos y dejamos atrás un apocalipsis", denuncia el autor.
Mujeres en grupo
Las minas colapsan y acaban con la vida de miles de personas cada año. La gente enferma por la toxicidad del entorno y las mujeres trabajan en grupo para protegerse de las violaciones. Mientras, las políticas verdes del norte global obvian esta realidad.
"Las voces de la gente del Congo están llegando al mundo"
"Decimos que necesitamos dejar un planeta más verde a nuestros hijos al mismo tiempo que destruimos su parte de la Tierra y sacrificamos las vidas de sus hijos", lamenta Kara, quien considera que "La solución es que estas empresas vayan al Congo y se aseguren de que cuando dicen que los derechos humanos están protegidos, realmente sea así".
En su libro Cobalto Rojo, Siddharth Kara expone la esclavitud del siglo XXI y nos pone frente al espejo para que reflexionemos sobre la realidad de que las baterías de nuestros dispositivos están manchadas de sangre. "Las voces de la gente del Congo están llegando al mundo", subraya el investigador, quien tiene como objetivo "concienciar sobre lo que ocurre en el Congo".