Un hombre elegante, pequeño y de pelo intensamente rubio atraviesa las calles de Palamós con un brazo de gitano y el periódico del día. No habla el idioma, llegó por mediación de otro escritor, también afincado en el pueblo y también estadounidense.

En los casi 18 meses que pasa (seis por cada año) entre 1960 y 1963 no aprende el idioma, casi no se le retrata. Invisible, pasa sus días elaborando lo que llegará a ser uno de los libros más importantes del siglo XX.

Capote se trasladó a Palamós para escribir uno de los libros más importantes del siglo XX

Coincidiendo con la fecha del 100 aniversario del nacimiento de Truman Capote, recordamos los días que pasó en la casa Sanià. El que fue refugio del escritor, hoy es la Residencia Literaria Finestres, un espacio donde más de cincuenta autores han apuntalado sus libros.

Hasta allí se desplazó la escritora argentina Leila Guerriero para escribir sobre aquellos días frente al Mediterráneo, intentando dar con el esquivo rastro del novelista. Sus esfuerzos componen La dificultad del fantasma, que llega editado por Anagrama.

Palamós, "un rincón raro de España"

Son pocas las menciones que Capote hizo del paisaje, de su gastronomía o de sus encantos, elementos todos que han convertido a esa región catalana en uno de los más literarios de Cataluña. Desde Josep Pla hasta Roberto Bolaño, un radio de 100 kilómetros a la redonda ofrece un impresionante paisaje literario.

En una de sus cartas, dirigida a Newton Arvin el 31 de julio de 1960, el novelista se refiere a Palamós como "una parte algo rara de España", apostillando: "Un país ya raro de por sí".

La crónica oral que pervive de quienes conocieron o escucharon sobre aquel célebre vecino redunda en la homosexualidad del escritor, sus carísimos trajes y lo poco que se dejaba ver. "Aquel hombre abiertamente gay en la España de los sesenta debía de ser una revolución", explica Guerriero.

La escritora intentó recomponer aquellos días, dándose una y otra vez contra un muro. La rumorología y la invención habían trastocado una memoria compartida y frágil. Guerriero se encontró con un aluvión de anécdotas a medias, chascarrillos y exageraciones. "Decían que llegó con 25 maletas pero eso es imposible, no cabrían en un coche", explica entre risas.

A la espera de una sentencia de muerte

Capote necesitaba un descanso de su vida en Manhattan. La elaboración de A sangre fría se extendía cada año a falta de una conclusión para el caso. Sus dos protagonistas, Dick y Perry, estaban acusados de la matanza de la familia Clutter, un crimen que no solo conmocionó a la opinión pública, también dio lugar a aquel libro y estrenó el llamado 'Nuevo Periodismo'. Mientras el novelista observaba el Mediterráneo, los otros intentaban una última apelación que les librase de la horca sin éxito.

"Capote pensaba que nunca terminaría 'A sangre fría', y eso le llenó de culpa"

"Capote tenía claro que no quería terminar el libro antes de que concluyese el caso", cuenta Guerriero. Para ello, esperó hasta 1965 para concluirlo cuando ambos fuesen colgados. Mientras tanto agonizaba en un limbo: "Pensaba que aquel libro no iba a terminar nunca, fue una experiencia que le llenó de culpa", y añade: "Esperaba terminar su libro con el ajusticiamiento, que es brillante desde la perspectiva del escritor pero horrible desde la humana".

No es complicado imaginar a un Capote en suspensión, encerrado en el limbo de su propio libro. Guerriero aprovecha estos trazos de su biografía para transportarnos hasta el lugar más fundamental de la vida del escritor que construye su obra maestra: "Su propia cabeza".

Residencia Literaria Finestres

La casa hoy sigue acogiendo a escritores. En 2022, se instaló aquí la Residencia Literaria Finestres, un lugar que brinda tranquilidad, paisaje y espacio para que otros puedan escribir. Desde Irene Solà hasta Mariana Enriquez, pasando por Pol Guasch o Sabina Urraca. En dos años, la casa Sanià ha acogido a un plantel de autores de lujo.

"Sabíamos que Truman Capote había estado aquí escribiendo una parte de A sangre fría, lo natural era investigar"

La familia Ferrer contaba con la propiedad desde la década de los 70, aunque es ahora cuando ha recuperado la misma aspiración que su más célebre inquilino: "Sabíamos que Truman Capote había estado aquí escribiendo una parte de A sangre fría, lo natural era investigar. Se trata de una residencia literaria, el mito es fundamental", explica, a propósito del paso de Capote, Nicolás G. Botero, director de la Residencia.

Sobre ese mito se asienta La dificultad del fantasma. Incapaz de preguntar a su interlocutor, el libro se convierte en una suerte de ocultismo, tratando de recuperar los días perdidos de Capote. No es complicado imaginar al autor pensando en las extensas llanuras de Kansas, observando cómo la línea del horizonte con el mar se convertía en el escenario de su más célebre novela.