Marcaron nuestra infancia y también nuestros codos y rodillas. Pero no nos columpiamos al afirmar que los columpios son mucho más que un juego infantil.
Columpio como medicina
Basta una tablilla y unas cuerdas. Hoy son instalación artística en ciudades como Luxemburgo, pero siglos atrás estaban en hospitales para tratar la tuberculosis.
Lo cuenta el investigador del CSIC Javier Moscoso en su 'Historia del columpio'. "Los usos terapéuticos del columpio son fascinantes, también se utilizó para curar enfermedades mentales, para evitar el mareo del mar. La idea era: si usted se va a marear pues colúmpiese unas semanas antes", cuente el autor.
Y es que la historia del columpio no es reciente, está presente en el arte desde la Grecia clásica. "Las mujeres son las que se han columpiado históricamente, como una suerte de carnaval inverso: el que tiene una posición subordinada juega durante un tiempo".
De la tortura al sexo
A lo largo de los años oscila desde la insinuación de las enaguas al aire... a instrumento de tortura. "El columpio de la bruja con el que se castigaba en la Edad Media, o los usos sexuales y rituales de la oscilación", son algunos ejemplos.
Está vinculado también en la cultura asiática con dioses y deidades. "El columpio es una especie de trasbordador que nos pone en contacto a los de aquí y los de allá", asegura Moscoso.
Y esconden anécdotas como la de uno de los primeros columpios que se instalaron en Madrid, los de la junta de energía nuclear. "Hubo un pequeño escándalo relacionado con un escape radioactivo, al final apareció plutonio debajo de esos columpios. A veces estos objetos cotidianos ocultan tremendas y dolorosas verdades".
Son el enganche para asomarnos a una historia de vértigo.