Apenas era un veinteañero mudado al Madrid de los años 50 cuando escribió en la tasca El Jute, frente al Parque del Retiro, su primera novela, La ciudad y los perros, la puesta de largo de un escritor que dejó boquiabiertos a sus compañeros de generación.
Jesús Cano Reyes, profesor de literatura latinoamericana de la Universidad Complutense de Madrid, recuerda la fascinación que produjo Mario Vargas Llosa en el escritor chileno José Donoso: "Decía: yo escribo de una forma tortuosa y este joven imberbe ha escrito una novela prodigiosa".
Aquella historia sentaría las bases de la obra del peruano: su capacidad para crear personajes tiernos y memorables con apenas pocos elementos y su búsqueda de nuevas formas narrativas. La ciudad y los perros está narrada a cuatro voces, tres de ellas conocidas y otra que no, lo que supone para el lector un doble reto: descubrir quién es el asesino al que se busca y quién es ese cuarto narrador desconocido.
Apenas unos años después, en 1969, escribiría la que para el propio Vargas Llosa era su mejor novela: Conversación en La Catedral. Dijo alguna vez que si tuviera que salvar solo una de sus obras de un incendio, esta sería la elegida. En ella, otra de sus obsesiones, como era la denuncia de los totalitarismos.
Al principio de la novela, "un personaje que está mirando una de las avenidas principales de Lima se pregunta "¿en qué momento se había jodido el Perú?". Esa frase ha trascendido la propia literatura", incide el profesor Cano Reyes.
El primero de la clase
Para él, la buena literatura era consecuencia del trabajo duro. Decía que esa literatura que trasciende es "un diez por ciento inspiración y un noventa por ciento transpiración".
Mario Vargas Llosa era el alumno perfecto, el buen chico aplicado. Incansable, escribió hasta prácticamente el final de sus días. En 2023 publicó su última novela, Te dedico mi silencio, y poco después dejó de escribir sus columnas en El País.
Hijo literario de la editora Carmen Balcells, esta decía de él, nos recuerda Cano Reyes, que "era el primero de clase, pero que García Márquez era un genio".
Fabriel García Márquez ganó el Premio Nobel en 1982, mientras que Vargas Llosa lo hizo en 2010, cuando ya parecía que no le llegaría nunca, y eso que, como asegura el profesor de Literatura de la Complutense, lo merecía con creces. "Cuando García Márquez lo recibe, ese ese momento tiene dos novelas maravillosas: Cien años de soledad y Crónica de una muerte anunciada; en la misma época, Vargas Llosa tenía por lo menos cinco novelas inolvidables", asegura.
Carmen Balcells: "Vargas Llosa era el primero de la clase; García Márquez, un genio"
El Premio Cervantes le fue concedido años antes, en 1995, curiosamente el primer año que Gabo rechazó recibirlo (la segunda fue en 1997). Premios tiene más. Obras, entre novelas, ensayos y teatro, tantísimas que no les vamos a aburrir con una lista interminable. Aprovechen ahora para descubrirlas.
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