Casero o artesano no siempre es saludable. Y esto, muchas veces, se confunde. Es más, en ocasiones, se venden productos de alimentación como caseros o artesanales cuando realmente no siempre son así. De hecho, este es uno de los temas del séptimo programa de la cuarta temporada de ¿Te lo vas a comer?, en el que Alberto Chicote destapa todos los entresijos y "engaños" que se esconden detrás de los productos que dicen ser caseros o artesanos, algo que algunas organizaciones de consumidores llevan tiempo denunciando. Todo esto se suma a la ausencia de leyes en España que regulen el uso de estos términos.
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Tal como explica a laSexta la dietista-nutricionista María Merino, directora de Comiendo con María y autora del libro 'Desayuno con garbanzos', "muchos productos de supermercado ponen en su exterior 'estilo casero' y automáticamente lo asociamos a saludable, cuando realmente, no siempre es así. Y la industria juega con eso porque pueden usarlo, ya que, realmente, no hay ninguna ley que lo regule. Lo importante para saber si es o no un producto saludable, es fijarnos en los ingredientes que lleva".
Sí, también en estos productos, y como todo en nutrición, lo único que vale es fijarnos en el listado de ingredientes del producto que vayamos a comprar para ver si realmente sería un producto sano o no, para ver realmente si sería un buen procesado o por el contrario, seria un ultraprocesado.
Lo único que vale para saber si un producto que compramos en el supermercado es saludable o no, es fijarnos en el listado de ingredientes
"Si tú compras un producto que pone 'estilo casero', puede ser saludable o no. Para saberlo, debemos ver qué ingredientes lleva. Por ejemplo, un tomate frito, si vemos que lleva tomate y aceite de oliva será sano, será un buen procesado. Mientras que si lleva más ingredientes, por ejemplo azúcares, gran cantidad de sal y otras grasas ya no será sano, aunque ponga 'estilo casero'", explica Merino. Igual que lo que cocinamos en casa: puede ser sano o no. Por ejemplo, si hacemos una salsa de tomate pero le echamos mucha sal e incluso, azúcar y además, no lo cocinamos o no lo hacemos con aceite de oliva, no sería tan sano.
Esto es exactamente lo mismo que ocurre en platos tan típicos nuestros como son la tortilla de patata o las croquetas: ¿serían realmente caseras o artesanas las que nos venden en los restaurantes o las que compramos en el supermercado? Veamos, de la mano de Merino, cómo podríamos hacer nosotros esta recetas, de forma casera (como las que de toda la vida, como las hacían nuestras abuelas) y que además sean saludables.
Tortilla de patatas saludable (con o sin cebolla)
"Casero únicamente significa que está hecho en casa", explica Merino. Por lo que, si hablamos de una tortilla de patata casera (hecha en casa) realmente como ingredientes principales, sólo debería llevar: huevos y patatas. Y claro está, cebolla (si somos de aquellas que nos gustan la tortilla con cebolla). Y aceite y sal.
Pero si queremos queremos que nuestra tortilla de patata sea sana, "lo importante es elegir bien la grasa que usemos para cocinarla: siempre mejor, aceite de oliva virgen extra que aceite de girasol y de otros tipos", aconseja Merino.
Y si la queremos hacer aún más sana, es importante reducir el aporte de sal. Sobre todo si tenemos hipertensión o problemas cardiovasculares. Pero realmente, es importante siempre y en cualquier caso reducir la ingesta de sal. Para echar mucha menos sal en la tortilla o incluso sustituirla del todo, podemos usar por ejemplo trufa, que tan de moda está en las tortillas de patatas que tomamos en los restaurantes. "Pero usar trufa de verdad, es decir, comprar trufa al natural, rallarla y echarla después por encima, no comprar salsas de trufa o similares porque si no ya no estaríamos tomando trufa", indica la experta.
Croquetas caseras (y saludables)
El problema de las croquetas realmente es el frito. "Sin embargo, si las freímos con aceite de primer uso y de calidad (aceite de oliva) no pasaría nada o sería mucho mejor", explica Merino. Realmente, la croqueta no es que sea sana o no, sino que suelen ser muy calóricas por el tipo de ingredientes que usamos: la bechamel, el jamón (que es un embutido con gran contenido en sal), etc.
Esto es, "los ingredientes que lleva son calóricos, grasos y con alto contenido en sal. Y además, van fritas, lo que hace que suba el porcentaje de grasa. El resultado final sería por tanto, un producto que puede ser sano, si está hecho con materias primas de calidad, pero muy calórico, alto en grasa y según de qué sea la croqueta, también alto en sal", explica Merino.
Para hacer una croqueta menos calórica y por tanto, algo más sana, podríamos hacer una 'versión light' y usar otros ingredientes. Por ejemplo, tal como indica esta nutricionista, en vez de hacer la bechamel con mantequilla y harina blanca, podemos mejor hacerla con menos mantequilla o con aceite de oliva en lugar de con mantequilla, y usar una harina integral en vez de una harina blanca. "De este modo, ya estoy mejorando la calidad de esa bechamel", sostiene.
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Por otro lado, también en lugar de freírlas, podríamos hacerlas al horno o usar una freidora de aire. Y en cuanto al relleno, en vez de usar jamón podemos hacerlas de bacalao. Así, las croquetas serían más sanas o menos calóricos, algo así como "una versión light", indica Merino.