Un ataque de ansiedad es seguramente una de las peores experiencias que podemos vivir, parece como si el mundo se acabara. Y es que cuando la ansiedad aparece en nuestra vida de forma más o menos frecuente, empezamos a sentir que algo no va bien. Pero ¿Cuándo realmente podemos decir que tenemos un problema de ansiedad que necesita tratamiento?
Es decir, que no se trata de momentos puntuales que podemos solventar con la ayuda de nuestros familiares o amigos o con las propias estrategias personales sino que realmente sentimos que no podemos lidiar con la ansiedad, no que podemos luchar contra nuestros demonios.
"La clave a la hora de pedir ayuda es la misma que para otros problemas de salud: cuando notemos que la ansiedad interfiere en nuestra vida cotidiana, cuando vivir resulte doloroso o costoso, es decir, cuando lo normal se nos haga más complicado, bien sea trabajar, estudiar, afrontar las dificultades del día a día, relacionarnos con los demás...", explican a laSexta.com Rubén Sanz y Cristina Carro, psicólogos expertos en intervención de la ansiedad y el estrés y autores del libro 'Ansiedad. Entenderla y manejarla' (Plataforma Editorial).
La clave a la hora de pedir ayuda es la misma que para otros problemas de salud: cuando notemos que la ansiedad interfiere en nuestra vida cotidiana
En realidad -aclaran ambos expertos- "la ansiedad, al igual que todas las emociones, es positiva". Esto es, es una emoción que se activa cuando nos encontramos ante situaciones ambiguas y anticipamos que puede suceder algo que nos puede dañar, perjudicar o ir en contra de nuestros intereses.
Igualmente, podríamos decirlo con la tristeza que es una emoción que es desagradable porque no nos gusta sentirla, pero en ningún caso negativa ya que nos ayuda a sobrevivir. "Se puede convertir en un problema cuando aparece de un modo desproporcionado en intensidad, frecuencia y duración o ante situaciones o estímulos que no revisten peligro. Es decir, resultará disfuncional cuando nos pasamos de la raya. Es en ese momento cuando deja de ayudarnos para convertirse en un problema", añaden.
Pero además de que la ansiedad interfiera en nuestra vida cotidiana, también existen una serie de señales que podrían avisarnos de que la ansiedad está siendo una mala compañera de vida porque aparece demasiadas veces... Estas señales son:
- Padecer distintas alteraciones de salud (problemas gástricos, tensiones musculares, problemas de sueño, psoriasis, malestar general, etc.)
- Por regla general, dedicaremos mucho tiempo a preocuparnos y rumiar, estaremos más cansados, tendremos dificultades para concentrarnos o tener la mente en blanco, nos sentiremos desbordados por ciertas situaciones, etc.
"En resumen, van a aparecer una serie de alteraciones a nivel cognitivo (lo que pensamos), fisiológico (lo que sentimos) y conductual (lo que hacemos o dejamos de hacer) que limitarán nuestra vida. En ocasiones, será mucho más evidente si aparecen crisis de ansiedad. Éstas habitualmente hacen que la persona se asuste, siendo éste un motivo frecuente por el cual, en muchas ocasiones, las personas solicitan asistencia psicológica", afirman Sanz y Carro.
¿Qué pasa si no tratamos la ansiedad?
Muchos veces echamos manos de la automedicación y nos tomamos un "lexatín" o medio "valium" para que se pase el problema y así, cada vez que la ansiedad acecha. Pero si la ansiedad no se trata, se cronifica. Se asienta de forma importante en nuestra vida. Al igual que ocurre con otros problemas de salud que no se tratan a tiempo, por ejemplo, el insomnio.
"A corto plazo percibiremos un alivio, pero, al no haberse tratado la causa que está provocando el problema con técnicas adecuadas, su solución no se habrá producido. Será solamente un parche, una medida cómoda que en realidad no soluciona nada. El fármaco para la ansiedad será una parte más del problema, pero no de su solución", aseguran los especialistas en psicología.
En ocasiones, "hay que complementar el tratamiento psicológico con uno farmacológico (por ejemplo, benzodiacepinas) pero lo que sabemos es que generan adicción, tolerancia (cada vez se necesita más dosis para conseguir el mismo efecto) y otras consecuencias no deseadas, por lo que su uso debe ser prescrito por un profesional y utilizado durante el menor tiempo posible y nunca de manera aislada".
Por ello, es importante recordar que si tenemos un problema de ansiedad, que se cronifica en el tiempo porque no se ha tratado, aunque nos podamos acostumbrar, sufriremos más de la cuenta: "Desgastaremos más recursos de los necesarios, rendiremos peor, disfrutaremos menos de la vida y, en general, tendremos una peor salud en términos globales. Sin duda, una salud mentalmás deficitaria habitualmente va asociada a una peor salud física", aseguran los profesionales.
Es por ello que, tal como recomiendan ambos expertos, "si se sospecha que podemos estar sufriendo un trastorno de ansiedad y llevamos un tiempo intentando solucionarlo sin éxito, lo esencial es afrontarlo y tratarlo buscando un psicólogo colegiado especialista mediante un tratamiento psicológico de orientación cognitivo-conductual, el que ha demostrado ser más eficiente y eficaz en la mayoría de los desórdenes emocionales".
Y lo más importante, añaden y finalizan, "nunca abordarlo con medidas estrictamente farmacológicas como los tranquilizantes ya que tenderemos a cronificar el problema y añadiremos una dificultad más a su solución".
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