En España, se diagnostican cada año cerca de 40.000 nuevos casos enfermedad de Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa que supone en nuestro país la primera causa de discapacidad entre las personas de edad avanzada en España. En total, en nuestro país, se contabilizan unas 800.000 con esta enfermedad.

En el alzhéimer se produce una pérdida y muerte de las neuronas de forma gradual y progresiva, pérdida que puede aparecer muchos años antes sin que nos demos cuenta. Y así lo explica la Dra. Teresa Moreno, neuróloga y portavoz de la Sociedad Española de Neurología (SEN) en ¿Cómo avisa la enfermedad de Alzheimer?: "La pérdida de neuronas suele empezar a los 45-50 años de edad. Lo que pasa es que no te das cuenta, porque aún quedan aún muchas. Es cuando está ya más avanzado el proceso, cuando nos damos cuenta del fallo".

Algunos de los síntomas que pueden avisarnos de esta enfermedad son tener olvidos cada vez más frecuentes y de forma progresiva, es decir, que la persona tenga esos olvidos cada vez más frecuente y más acusados, y empezar a hacer mal esas cosas que antes de hacían bien y sin ninguna dificultad.

En el alzhéimer, al igual que en cualquier enfermedad, es fundamental tener cuanto antes un diagnóstico. Es una enfermedad que no tiene cura pero con las terapias rehabilitadoras que existen, la persona puede ralentizar esas pérdidas.

La pérdida de olfato podría ser uno de los síntomas más tempranos

Ahora un nuevo trabajo publicado online en 'Neurology', la revista médica de la Academia Americana de Neurología, concluye que las personas con riesgo genético de padecer esta enfermedad, uno de los síntomas más tempranos que podían servir de detección es la falta de olfato.

Tal como detalla el informe, "aquellas personas que portan la variante genética asociada con el mayor riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer (se denomina APOE e4) pueden perder su capacidad para detectar olores antes que las personas que no portan esa variante, lo que puede ser una señal temprana de futuros problemas de memoria y pensamiento".

El líder del estudio, el Dr. Matthew S. GoodSmith, investigador de la Universidad de Chicago (Estados Unidos) explica que "evaluar la capacidad de una persona para detectar olores puede ser una forma útil de predecir futuros problemas de cognición; aunque "se necesita más investigación para confirmar estos hallazgos y determinar qué nivel de pérdida de olfato predeciría el riesgo futuro, estos resultados podrían ser prometedores, especialmente en estudios que tienen como objetivo identificar a las personas con riesgo de demencia en las primeras etapas de la enfermedad".

Para comprobarlo, los investigadores sometieron a los participantes a una prueba de detección de olores, cuyas puntuaciones oscilaban entre 0 y 6, en función del número de concentraciones de olores que podían oler.

Así, los datos concluyeron que las personas portadoras de la variante genética tenían un 37% menos de probabilidades de detectar bien los olores que las personas sin el gen en un único punto temporal. Los investigadores tuvieron en cuenta otros factores que podrían afectar a los resultados, como la edad, el sexo y el nivel educativo. Los portadores del gen empezaron a experimentar una menor detección de olores entre los 65 y los 69 años. A esa edad, los portadores del gen podían detectar una media de 3,2 de los olores, frente a los 3,9 olores de las personas que no eran portadoras del gen.

Por último, cabe destacar que los portadores de la variante genética no mostraron diferencias en su capacidad para identificar qué olor estaban oliendo hasta que cumplieron entre 75 y 79 años. Una vez que empezaron a perder su capacidad para identificar olores, la capacidad de los portadores del gen disminuyó más rápidamente que la de los que no eran portadores del gen.