¿Quién no ha fingido alguna vez un orgasmo? ¿Quién no ha mentido en el sexo? Según una encuesta publicada al año pasado, hasta el 70% de las mujeres lo ha hecho alguna vez en su vida, pero también los hombres. Sí, los hombres también fingen orgasmos. Según diversas encuestas divulgadas en los últimos, alrededor de un 20% de los hombres han mentido alguna vez en susrelaciones sexuales. Pero ¿por qué lo hacemos?
Antes de comentar las respuestas, Silvia Cintrano, psicóloga especialista en terapia de pareja y sexóloga del Instituto Centta quiere dejar claro que "fingir un orgasmo nunca es la respuesta correcta, sea el contexto que sea.
"En muchas ocasiones, la gente justifica este hecho por tener un objetivo claro: querer terminar la relación sexual por el motivo que sea o satisfacer a la pareja. Sin embargo, fingir lo único que va a provocar es una mala comunicación sexual, dado que no es real el mensaje que se está transmitiendo a través del lenguaje no verbal".
Fingir lo único que va a provocar es una mala comunicación sexual, dado que no es real el mensaje que se está transmitiendo a través del lenguaje no verbal
Y esto -añade la experta- creará en la otra persona un aprendizaje de que lo ocurrido está bien tal cual está, y que ha generado en su pareja sexual una reacción tan intensa que ha desencadenado un orgasmo. "Y en realidad, lo único que se consigue con estas conductas es tirar piedras sobre el propio tejado".
Es por ello importante como sociedad, "que el orgasmo no es ninguna meta que debemos conseguir, que debemos tolerar los ritmos y experiencias sexuales que pueda experimentar cada uno. En este sentido, en consulta suelo usar mucho una metáfora: cuando se sale a hacer un recado, el objetivo es claro, salir a cumplir con nuestra 'misión' lo antes posible y finalizar cuanto antes. No importa el trayecto (o si lo hace, cuanto más directo mejor), sólo la meta", ejemplifica Cintrano.
Sin embargo, "al salir a hacer senderismo, por ejemplo, lo interesante es el proceso, el ritmo que lleva cada uno es individual, la atracción que se sienta ante ciertos paisajes, las pausas que necesite cada uno, son particularidades y si se respetan, será satisfactorio para cada uno de los miembros de esa excursión. Sin embargo, algunos llegarán a la cima, otros decidirán que ha sido suficiente realizar solo parte del recorrido. Ambos se sentirán a gusto con ello, respetando los procesos y los ritmos individuales. Y con las relaciones sexuales debería ocurrir lo mismo".
Tres razones por las que fingimos orgasmos
Fundamentalmente con 3 los motivos por los que solemos fingir o mentir en ocasiones en nuestras relaciones sexuales: presión social, complacencia y falta de habilidades sociales. Y de este modo lo argumenta Cintrano.
1. Presión social
Porque socialmente, entendemos que el orgasmo es una meta que alcanzar en las relaciones sexuales, de hecho en ocasiones, parece que no cuenta la relación si no llegamos a éste. Y si no es así, algo malo parece que ocurre y se siente la necesidad de terminar cada encuentro con uno.
2. Complacencia
Es sin duda uno de los motivos más frecuentes: la necesidad de agradar a la otra persona y hacerle ver que todo ha estado bien. "Este punto está ligado con el anterior, en el que se siente que el objetivo del encuentro es el orgasmo y no como una consecuencia fisiológica que puede ocurrir o no al sentir un alto nivel de excitación, pero que no elimina el hecho de que el encuentro haya podido ser igualmente placentero durante todo su proceso", explica Cintrano.
3. Falta de habilidades sociales
Y por último, el otro motivo frecuente suele ser éste, asociado además a tener una dificultad grande para expresar las propias necesidades, gustos/preferencias, así como los propios límites. "Al fingir un orgasmo, se niega el conocimiento a la otra persona (saber qué ha ocurrido, si ha gustado o no, etc.) para así aprender y evolucionar hacia unas relaciones más satisfactorias para los implicados".
Cinco cosas que aprender de los 'orgasmos' y las relaciones
Muchas veces entendemos el sexo como una competición en la que tenemos que alcanzar o llegar a un meta, en este caso el orgasmo. Cuando lo realmente importante es disfrutar de toda la experiencia y de todo el placer que nos pueda dar estar en la intimidad con una persona que nos atrae. Por ello, Cintrano nos recomienda algunas de las cosas que podemos aprender en las relaciones sexuales para no tener que estar tan pendientes del orgasmo o peor aún, tener que fingirlo.
- Aprender a dejarse llevar.
- Hay que expresarse: va a ser lo más eficaz si se quiere potenciar al máximo el placer durante las relaciones sexuales.
- El orgasmo no es la meta: aunque pueda sorprender a muchos, el orgasmo es la consecuencia, el objetivo es el placer. Disfrutar del trayecto hará más probable que el cuerpo termine desencadenándolo. Si no ocurre, el viaje ha resultado placentero igualmente.
- Centrarse en las sensaciones: lo que mantiene el nivel de excitación y termina desencadenando un orgasmo son las sensaciones placenteras. Centrarse en ellas potenciará la excitación.
- Controlar las distracciones: si uno se distrae, algo perfectamente normal, se debe intentar redirigir los pensamientos de nuevo a las sensaciones, a estímulos eróticos externos (es decir, que se encuentren presentes en el contexto) o a pensamientos eróticos. Si se va a pensar durante las relaciones sexuales, mejor pensar en aquello que excita.
Simular un orgasmo no es fingirlo
Relacionado con todo ello, es importante por último, diferenciar dos aspectos claves: fingir un orgasmo o simular un orgasmo. "Lo primero es algo así como hacer un 'teatrillo' con otros aspectos asociados al orgasmo, como los gemidos, que el único objetivo que va a cumplir es hacer pensar a la otra persona que ha pasado algo que en realidad no ha ocurrido", explica Cintrano.
Mientras que en la simulación "el objetivo está en uno mismo, en conocerse y sentirse; sin embargo, en fingir el objetivo está en engañar al otro", añade.
"Si se está cerca del orgasmo, pero hay distracciones constantemente o vienen pensamientos de 'no voy a llegar', un truco que nos puede ayudar es simular un orgasmo, que no es lo mismo que fingirlo: simularlo significa poner en marcha aquellos síntomas que se producen generalmente durante el orgasmo".
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Y esto consiste realmente "en acelerar la respiración, realizar movimientos rítmicos con la pelvis y los ejercicios Kegel (contraer y relajar de forma rítmica los músculos pubococcígeos) para que el cerebro entienda que está teniendo un orgasmo y, casi mágicamente, lo termina provocando de verdad. Pero ara que esto pueda ocurrir, se necesita tener un alto nivel de excitación. Sin ello es probable que el ejercicio no tenga ningún efecto", finaliza la experta.