España (y muchos otros países), en plena ola de calor. Si bien es normal que las temperaturas sean altas durante el verano, lo cierto es que se están experimentando cambios climáticos que pueden afectar mucho al cuerpo humano. En los últimos días se han registrado más de 500 fallecimientos por calor: un empleado de una nave de Móstoles murió después de que su cuerpo alcanzara los 42,9 grados; poco antes se conoció la muerte de un barrendero que había alcanzado los 41,6 grados. Cuando la temperatura exterior sube, también lo hace la corporal; estos cambios de temperatura tan bruscos durante estas olas de calor en el país tienen distintas consecuencias en el organismo.
Las más graves, sin dudarlo, son los fallecimientos. Según los registros del Instituto de Salud Carlos III, desde el pasado 10 de julio hasta el 16 ya han fallecido 510 personas en España. Como es de esperar, en estas circunstancias los expertos recomiendan siempre evitar exponerse al sol si no es necesario, amén de protegerse del mismo, mantenerse bien hidratado y evitar hacer esfuerzos en los momentos de más calor, entre otras cosas. El cuerpo humano es capaz de tolerar muchas variaciones de temperatura, pero para hacerlo tiene que regularse a sí mismo. Si bien la temperatura interna oscila, de media, entre los 36 y los 37,5 grados, los mamíferos disponen de un proceso para autorregular la temperatura, con el que son capaces de mantener esa estabilidad interna mientras se adapta a las temperaturas externas de manera que se pueda favorecer la supervivencia. Así pues, la duda es: ¿qué le ocurre al cuerpo cuando las temperaturas son altas?
Sudor, respiración y ritmo cardiaco
El centro que regula la temperatura del cuerpo humano es el hipotálamo, que responde a cualquier variación que experimente el cuerpo y que eleve o provoque una caída en la temperatura de referencia del mismo. Una de las primeras reacciones del cuerpo humano para poder eliminar el exceso de calor y mantener la temperatura interna es el sudor: la sudoración ayuda a expulsar el calor del cuerpo; por eso en muchas ocasiones se puede escuchar a expertos, médicos o deportistas que no es conveniente bloquear la sudoración. Es la manera por la que el cuerpo intenta equilibrar la temperatura propia. Eso sí, la sudoración excesiva puede provocar deshidratación, y de aquí la recomendación de beber mucha agua cuando la temperatura es muy alta.
Parte del calor interno se disipa también con la respiración: los jadeos ayudan a la expulsión del calor interior —los perros, por ejemplo, no tienen glándulas sudoríparas, por lo que no sudan; su manera principal de expulsar el calor es a través de la respiración—. Además, con las altas temperaturas se dilatan los vasos sanguíneos, para poder transportar el exceso de calor a la superficie de la piel, tal y como se explica en 'Clinical Methods', publicado en el Centro de Información Biotecnológica, dependiente de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
Cuando el termómetro interno falla
Cuando el ascenso de temperatura excede de los 40 grados —bien por el calor externo o por una fiebre provocada, por ejemplo, por una infección— es cuando empiezan los problemas. Por un lado, aumenta la energía cinética de las moléculas, por lo que se desorganiza la membrana que envuelve las proteínas, provocando su desnaturalización. Cuando las proteínas están desnaturalizadas, dejan de ser capaces de cumplir sus funciones.
Mientras el cuerpo trabaja para enfriar su temperatura, pueden llegar los siguientes síntomas: espasmos musculares y agotamiento. Los calambres surgen como consecuencia de una sudoración excesiva no compensada: cuando se suda, se pierden líquidos pero también sales minerales; si lo que se repone es únicamente agua, las sales minerales quedan cada vez más diluidas, y es precisamente la baja presencia de sales la que provoca estos espasmos. Es lo mismo que suele ocurrir en el estómago cuando, después de un proceso diarreico o de vómitos, no se reponen las sales minerales: aparecen los calambres en el estómago. En casos de deshidratación y ausencia de sales minerales muy severos, puede llegar a darse un colapso circulatorio.
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El cansancio es otro de los grandes síntomas de los golpes de calor: con altas temperaturas, el cerebro 'ordena' a los músculos trabajar menos, por lo que empieza la sensación de fatiga. Si la temperatura no se equilibra, los mecanismos termorreguladores fallarán y aparecerán los primeros síntomas graves: el cuerpo deja de sudar, respirar se convierte en algo complicado, aumenta el ritmo cardiaco, tienen lugar desmayos y, en el peor de los casos puede darse un episodio de insuficiencia renal o edema pulmonar. Es el momento de acudir al centro sanitario, pero mientras, siempre tratando de beber agua —en pequeñas cantidades, pero de manera constante— y tomar algún tipo de suero que ayude a recuperar las sales del cuerpo, aplicarse toallas frías y buscar la sombra y el fresco.
Cuánta temperatura puede aguantar el cuerpo humano
A día de hoy, el 30% de la población está expuesta a una combinación letal de calor y humedad durante, al menos, 20 días al año, según un estudio publicado en 'Nature Climate Change' en 2017 y replicado en la revista del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Este porcentaje podría aumentar a casi el 50% para el año 2100, si se tiene en cuenta el avance del cambio climático. Hay que tener en cuenta que 'no se suda igual' en climas secos y en húmedos: cuando la concentración de vapor de agua en el aire es muy alta, el cuerpo tiene más dificultad a la hora de evaporarse, por lo que el cuerpo tarda más en enfriarse. Es por eso que los climas cálidos y húmedos son más complicados en este sentido.
Una investigación liderada por el estudioso del cambio climático Camilo Mora, de la Universidad de Hawái, señaló que existe un límite absoluto de tolerancia humana al calor. Para ello hay que entender el concepto de 'temperatura húmeda' o 'temperatura de bulbo húmedo': es la temperatura medida por un termómetro bajo la sombra que tiene el bulbo envuelto en algodón húmedo, bajo una corriente de aire. Es el tipo de medidor que se utiliza para aproximarse a la sensación térmica, ya que tiene en cuenta la temperatura pero también la humedad relativa del ambiente. Según esta investigación, esta 'temperatura húmeda' puede estimar cuál sería la temperatura de la piel si estuviera sudando constantemente.
El fisiólogo Zach Schlader, de la Universidad de Bloomington de Indiana, fijó el límite absoluto de tolerancia al calor del ser humano en los 35ºC de temperatura húmeda; por encima de este valor el cuerpo sería incapaz de sudar y, por lo tanto, de expulsar calor de su cuerpo, por lo que poco a poco irán sucediéndose los síntomas de un golpe de calor. Ahora bien, ¿qué temperatura y humedad tienen que darse para llegar a estos niveles de temperatura húmeda? En el caso de una zona despejada, sin viento, con una humedad del 50%, este nivel se podría conseguir a los 42,7 grados; si se trata de un espacio seco, la temperatura tendría que superar los 54,4 grados para llegar a este nivel máximo.