A raíz de la pandemia, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) o trastornos alimenticios (la anorexia y la bulimia son los más frecuentes) han aumentado un 20% en niños y adolescentes. Uno de los motivos principales un mayor consumo en redes sociales. Por ello, es importante educarlos en el buen uso de las redes y enseñarles a tener un espíritu crítico.
El papel de las familias es muy importante, ya que "el riesgo de padecer un trastorno de la conducta alimentaria aumenta en redes sociales", tal como señala Adriana Esteban psicóloga especialista en TCA del Instituto Centta (Madrid) -centro especializado en estas enfermedades- con motivo del Día de la lucha contra los TCA (30 de noviembre).
"En ellas, en las redes sociales, se persigue un ideal estético de belleza determinado: delgado y perfecto para la mujer; musculoso y grande para el hombre. Se crean filtros para "corregir" imperfecciones o mejorar ciertas partes del cuerpo, fomentando así la obsesión por la propia imagen y peor aún, fijando la atención en aquellas partes que nos disgustan de nuestro físico", explica la experta.
Además, los me gusta o likes se convierten en "medida de autoestima, haciendo difícil evitar las comparaciones y críticas con respecto a nuestra propia imagen".
El riesgo de padecer un trastorno de la conducta alimentaria aumenta en redes sociales. Desde la pandemia, estos trastornos han aumentado un 20%
Por ello, como familias es esencial, por un lado, explicarles y "hacerles ver que las redes sociales son una forma de socialización superficial, donde la búsqueda de la perfección se aleja de la realidad a través de filtros, photoshop y publicidad engañosa", afirma a laSexta.com esta profesional en psicología.
Y por otro, saber que "en los trastornos de la conducta alimentaria (los más comunes son la anorexia y la bulimia), la seguridad y autoestima dependen en gran medida de la mirada del otro y de la aprobación externa. Esto supone experimentar un gran miedo al rechazo que puede llevar a la persona a cumplir determinados cánones de belleza. Por tanto, las redes sociales se convierten en un escenario peligroso para aquellas personas más vulnerables", añade.
De hecho, el año pasado se publicó un informe de cómoInstagram causaba problemas de salud mental en las adolescentes: el 32% de las chicas que tenían problemas con su cuerpo, se sentían aún peor cuando entraban en esta red.
Además, en la actualidad, la edad de inicio en el uso de las redes sociales es cada vez más baja: en torno a los 10-11 años, edad en la que también ahora suelen comenzar los síntomas de los trastornos alimentarios. De modo que es fundamental que como familias enseñemos a nuestros hijos/as, desde pequeños, a hacer un buen uso de Internet y de las redes sociales, tal como explicamos en este artículo.
Además, también es importante tener en cuenta estas claves más específicas que, tal como señala Esteban, serían:
- Ser conscientes realmente de lo que son de verdad las redes sociales
- Disminuir el tiempo en ellas para evitar así una mayor influencia
- Hacer limpieza de cuentas que promuevan hábitos tóxicos
Fomentar en los niños un espíritu crítico
Una de las claves fundamentales para proteger a nuestros hijos/as de los efectos negativos que tienen las redes sociales es fomentar en ellos un espíritu crítico. Porque tal como explica a laSexta.com esta experta, "en la medida en que una persona es capaz de tener un criterio propio, no necesitará que su mirada dependa de lo que hace el otro. Cuando no sabemos qué hacer, cómo reaccionar o qué decisión tomar, nos fijamos en el de al lado".
En la medida en que una persona es capaz de tener un criterio propio, no necesitará que su mirada dependa de lo que hacen los demás
Así, es fundamental que -añade Esteban- "tengan un criterio propio sobre lo que ven, pero más aún sobre lo que sienten, siendo además las redes sociales una nueva forma de comunicación en la que todos (o la mayoría) participan. Si ya nos cuesta ser conscientes de nuestras emociones en el día a día en el mundo real, más difícil resulta aún en el mundo virtual".
Pero ¿cómo podemos y debemos las familias enseñarles en ese espíritu crítico? "En vez de enseñarles lo que hay o no que hacer, sería interesante que lo aprendan reflexionando ellos/as mismos. Esto es, preguntarles -en vez de decirles- hace que no solo piensen en la respuesta sino que además estimulen su curiosidad y adquieran el hábito de cuestionarse la realidad en la que viven".
Es importante además, "no colocarse en un rol de sabelotodo, sino permitir que nuestros hijos/as busquen sus propias respuestas. Por ejemplo, incorporando a la relación expresiones del tipo ¿tú qué opinas?, ¿qué piensas al respecto?, ¿estás de acuerdo?, ¿es posible que haya otra explicación?... Se trata de estimular el pensamiento hacia uno más creativo".
Por último, debemos recordar que somos modelos de nuestros hijos/as, por tanto debemos también nosotros como adultos dar ejemplo: "En la medida en la que perciban que criticamos nuestro propio cuerpo, aprenderán a hacerlo de la misma manera. Debemos ser conscientes de que la mirada que tiene el adulto de sí mismo influye en la mirada que su hijo desarrollará en un futuro. Si damos importancia a nuestra imagen es probable que nuestro hijo también", concluye.
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