En el ictus, cada minuto cuenta: el tiempo que transcurre desde que el ictus sucede con los primeros síntomas hasta que se interviene, es fundamental para la supervivencia y recuperación: para la futura autonomía o dependencia de la persona que lo sufre. Cada año, se producen 120.000 ictus en España y es en la mujer, la primera causa de mortalidad y la segunda global, además es la primera causa de discapacidad en el adulto y la segunda causa de demencia.
De forma general, y según datos de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM), "aproximadamente el 75% de los ictus afectan a personas mayores de 65 años y se ha calculado que para el año 2025, 1.200.000 españoles habrán sobrevivido a un ictus, de los cuales más de 500.000 tendrán alguna discapacidad". Es por ello, que la rehabilitación inmediata es fundamental para prevenir o revertir las consecuencias físicas que puede ocasionar el ictus, y cuanto más rápido se intervenga una vez producido, mucho mejor.
"En el ictus, la atención debe ser inmediata, cada minuto cuenta", asegura a laSexa.com el Dr. Eduardo Murias Quintana, miembro de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM), especialista en neuroradiología intervencionista del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y profesor de Medicina de la Universidad de Oviedo, con motivo del Día Mundial del Ictus (29 de octubre).
El ictus es una enfermedad tiempo-dependiente. "Cada minuto que pasa entre que sucede el ictus y se trata, la persona va perdiendo un número de neuronas que pueden ser luego básicas y cruciales para la recuperación de los pacientes. Ese tiempo puede ser la diferencia entre un estado funcional de independencia tras el tratamiento o no", explica el especialista.
Síntomas del ictus y qué debemos hacer ante ellos
Para que la atención sea lo más inmediata posible, es importante conocer cuáles son los síntomas de un ictus para primero reconocerlo y después saber exactamente qué hacer: si llamar a los servicios de emergencias, acudir al hospital, etc.
El doctor Murias señala cuáles son los síntomas más frecuentes del ictus:
- Dejar de hablar o dejar de hablar con coherencia
- Dejar de mover un brazo o una pierna
- Tener alguna deformidad facial producida por una parálisis facial
- Mareo y desequilibrio
- Fuerte dolor de cabeza repentino
Después, debemos llamar por teléfono a los servicios de emergencias y no acudir al hospital. Y esto es así porque, según explica el doctor, todas las comunidades autónomas tienen un sistema de derivación llamado Código Ictus, que derivará a un centro especializado con Unidad de Ictus.
"Si ese centro sanitario no está activado, en ese caso vamos a retrasar aún más el tratamiento. Por tanto, lo más importante es llamar cuanto antes a los servicios de emergencias y que sean ellos los que nos digan qué debemos hacer", insiste.
- En esta página de la Fundación Freno al ictus podemos conocer con exactitud todo cuanto debemos saber del Código Ictus. Según exponen, "el 'Código ictus' es el procedimiento de actuación sanitaria prehospitalaria basado en el reconocimiento precoz de los signos y síntomas de un ictus para la priorización de cuidados y traslado inmediato por parte de los Servicios de Urgencia (112) a un hospital preparado con Unidad de Ictus".
El objetivo es que el tiempo transcurrido desde que ocurre el ictus hasta la llegada a una unidad especializada sea inferior a 2 horas. "El 80% de los ictus que entran a través del procedimiento 'código ictus' no presentan secuelas o las secuelas son moderadas, por eso es fundamental activar el protocolo código ictus a través de los servicios de emergencia. Hay que llamar al 112 ante cualquier sospecha, al hospital no se va, al hospital te llevan y te llevan los servicios de emergencia", explican desde la Fundación Freno al ictus donde podemos encontrar toda la información.
Cómo se trata un ictus: la trombectomía tiene un éxito del 80-90%
Para el ictus isquémico, el que se produce por la obstrucción de un vaso, "el único tratamiento que ha demostrado mejorar la morbimortalidad y la recuperación de los pacientes es conseguir reabrir el vaso que está obstruido, volver a permitir que el flujo sanguíneo vuelva a llegar a ese territorio que está isquémico", señala el doctor.
Y para esto, existen fundamentalmente dos tratamientos. Por un lado, un fármaco fibrilar que se pone por la vena y tiene como objetivo destruir el trombo. Y en segundo lugar, la trombectomía mecánica, que tiene un alto porcentaje de éxito.
"Si el tratamiento farmacológico anterior no es efectivo o el trombo es muy grande, existe la posibilidad de realizarlo mediante la trombectomía mecánica: un procedimiento que realizan los radiólogos mediante técnicas mínimamente invasivos y guiados por angiógrafos digitales; ese cateterismo permite deshacer el trombo", explica el doctor Murias.
Según explican desde la SERAM, el éxito en la trombectomía se puede medir de dos maneras. Por un lado, la extracción del trombo, lo que tiene un índice de éxito de extracción del trombo con trombectomía de entre el 80 y el 90%.
Y por otra parte, el éxito de la recuperación, que depende del tiempo que haya pasado desde que sufrió el ictus hasta que pudo ser tratado. "El 60% de pacientes tratados con trombectomía a los 90 días tiene un buen pronóstico funcional".
La rehabilitación después de un ictus, clave en la recuperación
"La rehabilitación después de un ictus es crucial y debe comenzar lo más precozmente y de la manera más dirigida posible. Pues desempeña un papel fundamental a la hora de ayudar a recuperar las funciones perdidas y a alcanzar un mayor nivel de independencia", tal como explica por su parte el Dr. Alejandro J. Ponz, coordinador de la Unidad de Ictus del Hospital Clínico Universitario de Valencia.
Dentro de esta fase de recuperación, hay que aludir a un término clave: neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para adaptarse y reconfigurarse. Éste es un factor clave en la recuperación posterior a un ictus. Y en este sentido -añade el experto- "la terapia y el ejercicio enfocados y regulares parecen estimular la neuroplasticidad y ayudar al cerebro a compensar las áreas dañadas".
No obstante, hay que tener en cuenta que el grado en que se pueden recuperar las funciones perdidas depende fundamentalmente de la gravedad del ictus, pero también de la rapidez e intensidad de los esfuerzos de rehabilitación. En muchos casos, es posible una mejora significativa, incluso una recuperación completa.
En otros casos, explica el doctor Ponz, algunas funciones no vuelven completamente a su nivel previo, pero se pueden lograr avances sustanciales, que permiten alcanzar un grado considerable de independencia funcional. En estos casos, la rehabilitación puede marcar una profunda diferencia conduciendo a mejoras significativas en la movilidad, en la comunicación o en las habilidades cognitivas. Además, de ayudar en la adaptación del paciente a las nuevas limitaciones y en el desarrollo de estrategias compensatorias que minimicen el impacto de los déficits secundarios al ictus".
Las secuelas que más se abordan en la rehabilitación tras un ictus y que si se tratan con prontitud puede mejorar significativamente la capacidad funcional y consecuentemente la calidad de vida del pacientes, son las siguientes:
- Las consecuencias o deficiencias físicas como son la debilidad muscular y la espasticidad, problemas de equilibrio, dificultades del habla y lenguaje, problemas de memoria...
- Las consecuencias o déficit cognitivos y en general, todas las dificultades que pueden surgir con las tareas cotidianas del día a día.
La espasticidad, una de las secuelas más comunes del ictus
Una de las consecuencias más frecuentes del ictus es la espasticidad que sucede hasta en el 40% de los casos. "Se caracteriza por la aparición de rigidez y tensión muscular involuntarias en los miembros debilitados (brazo o pierna), que puede dificultar el movimiento, provocar molestias, dolor o retracciones articulares lo que, además de tener un impacto evidente en la calidad de vida del paciente, dificulta y limita enormemente su rehabilitación", explica el doctor Ponz.
No siempre es reversible, pero se puede controlar y mejorar eficazmente mediante diversas técnicas de rehabilitación e intervenciones médicas. En ese sentido, añade el doctor, "la fisioterapia desempeña un papel crucial en su tratamiento mediante ejercicios de estiramiento, ejercicios de rango de movimiento y otras técnicas que ayudan a aliviar la rigidez muscular y a mantener la flexibilidad de las articulaciones".
Y además, también con frecuencia, "se deben utilizar medicamentos para ayudar a controlar la espasticidad. Tales como medicamentos con efecto relajante muscular y muy especialmente, las inyecciones de toxina botulínica aplicada en los músculos afectos ayudan a reducir muy significativamente su impacto, mejorar la movilidad, el dolor, su progresión, su impacto a nivel articular y, en definitiva, a mejorar la calidad de vida general de los pacientes que han sufrido un ictus", finaliza.
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Para conocer y concienciar más sobre ella, la campaña Espasticidad: la secuela que nadie espera da voz a pacientes y familiares que han superado un ictus y que viven con esta secuela.